PáginaI12 publicó ayer un artículo de Fernando Krakowiak sobre la adjudicación de algunas obras nucleares que mereció la relevancia de ser la nota de tapa. Si bien consideramos que Krakowiak es un periodista serio e informado, ante una serie de inexactitudes que el artículo registra, nos permitimos solicitar se nos brinde el espacio para dar nuestra perspectiva. De hecho, hubiéramos esperado que se nos diera la oportunidad de hacerlo ex ante, como creemos debería ser lógico y usual en el oficio periodístico.
Primera aclaración. El proceso de contratación de la obra civil del reactor de investigación RA 10 fue realizado en su totalidad durante el gobierno de Cristina Fernández. Lo único que se hizo bajo la actual administración fue adjudicar, bajo la base de un dictamen técnico de CNEA del 9 de diciembre de 2015. Una vez revisado lo actuado, no tuvimos ni tenemos ninguna evidencia de que haya sido un proceso irregular, razón por la cual se adjudicó.
Segunda aclaración. Con respecto a la adjudicación por parte de Nucleoeléctrica Argentina (NASA) del sistema de almacenamiento en seco de combustibles quemados para Atucha I, la competencia por la obra civil la ganó Caputo SA luego de un proceso competitivo de doble sobre (es decir dos etapas: técnica y económica, que se abren por separado) en el que se invitaron 6 empresas (todas de certificada experiencia en el rubro), resultaron precalificadas técnicamente 3, y finalmente se adjudicó a Caputo SA por tener la oferta económica más baja.
Tercera aclaración. La licitación por obra civil del Reactor Carem sigue su curso. Se trata de un proceso competitivo y transparente realizado por la CNEA. Todavía no hay un ganador y la empresa que resulte adjudicada será por haber presentado la mejor oferta.
Por último, el artículo pretende trasmitir la idea de que estamos dándole al sector privado obras y actividades que antes hacía NASA. Lo cual, sin duda merece también algunas aclaraciones. El reactor Carem no es un proyecto de NASA sino de la CNEA. Durante la gestión anterior, la CNEA fue instruida por el ex Ministerio de Planificación Federal para contratar a NASA –de manera directa, sin licitación– para que se ocupe de la obra civil del mismo. Lo cual en principio nos debería llamar la atención, porque NASA no es una empresa constructora. NASA es una empresa originalmente constituida para generar energía eléctrica de fuente nuclear.
¿Por qué se hizo tal cosa? Desde nuestra perspectiva, se mezclaron motivaciones ideológicas con mala gestión. Se planificó una empresa gigantesca, con funciones ampliadas a la construcción de centrales nucleares para lo cual se armó una estructura enorme dedicada a la construcción de lo que iba a ser un “gran plan nuclear” que lo único que hizo fue Atucha II, central que inició su operación a mediados de 2014, habiéndose gastando cinco veces más recursos que los anunciados. Lo que quedó fue una estructura enorme y costosa sin obras para hacer (de hecho la unidad de gestión mantuvo una estructura sobredimensionada hasta que nos hicimos cargo del gobierno), por lo que la pusieron a hacer obras de todo tipo: desde un parque temático en el kilómetro 107 de la ruta Panamericana hasta la obra civil del Carem, pasando por cientos de pequeñas obras municipales alrededor de las Centrales Nucleares de Atucha. Todo con aportes del Tesoro Nacional.
La experiencia de NASA en el Carem fue mala para NASA, para la CNEA y para la sociedad. El aporte del Tesoro proyectado para 2016 cuando tomamos control de la empresa en marzo de ese año era de 13.000 millones de pesos. Terminamos utilizando 5000 millones de pesos, el 40 por ciento, porque comenzamos a desarmar esa estructura de una empresa “arquitecta/ingeniera” de centrales nucleares que nunca construyó y siempre subcontrató. Tenemos hoy para mostrarle a la sociedad un plan nuclear sustentable, en el que NASA vuelve a ser lo que siempre supo ser con calidad: una empresa generadora de energía eléctrica, con capacidades de ingeniería y proyectos. Eso tiene que ser hoy y en el futuro, y no un contratista de obra civil que tiene que andar buscando proyectos para justificar una estructura que paga el contribuyente.
* Subsecretario de Energía Nuclear. Ministerio de Energía de la Nación.
Respuesta: Las tres “aclaraciones” de Julián Gadano no hacen más que confirmar lo publicado por PáginaI12: 1) Es cierto que la licitación de la obra civil del reactor RA 10 se había iniciado durante el kirchnerismo, pero lo que hizo Macri fue nada más y nada menos que adjudicársela a Caputo S.A. sin tener obligación de hacerlo, 2) Como reveló este diario, Nucleoeléctrica le adjudicó a Caputo S.A. la construcción del sistema de almacenamiento de elementos combustibles para Atucha I sin que haya habido licitación pública. Gadano intenta justificarlo al decir que “invitaron” a 6 empresas a participar de un proceso competitivo de precios. El proceso es legal, pero menos transparente que una licitación pública y llamativamente ganó Caputo, 3) Gadano dice que la licitación por la obra civil del reactor Carem sigue su curso, como informó PáginaI12, y aclara que le adjudicarán la obra a quien presente la mejor oferta, algo obvio pero que en su caso no está de más aclararlo. Luego agrega que el artículo “pretende transmitir la idea de que estamos dándole al sector privado obras y actividades que antes hacía NASA” y lo que hace a continuación es confirmarlo al explicar por qué considera que eso es mejor. Por último, este cronista aclara que puso en conocimiento sobre la publicación del artículo a fuentes oficiales del Ministerio de Energía el domingo a las 20.36. No fue “ex post” sino “ex ante”. Fernando Krakowiak