La concentración de la riqueza en el mundo lejos de revertirse se acentuó en los últimos años y se ubica hoy en niveles insostenibles, debido a una política globalizada que beneficia a los más ricos. Actualmente ocho hombres poseen la misma riqueza que el estrato de 3600 millones de personas más pobres, quienes representan la mitad de la humanidad. Se trata del estadounidense Bill Gates (Microsoft), el español Amancio Ortega (Zara), Warren Buffet (Berkshire Hathaway), el mexicano Carlos Slim (Grupo Carso), Jeff Bezos (Amazon), Mark Zuckerberg (Facebook), Larry Ellison (Oracle) y Michael Bloomberg (Bloomberg), cuyas fortunas ascienden a 426.000 millones de dólares, frente a 409.000 millones que posee el conjunto de los más pobres. Los datos fueron revelados por la ONG española Oxfam, que reúne a 19 organizaciones sociales contra la pobreza en más de 90 países, durante el Foro de Davos que se realiza esta semana en Suiza. En América latina la desigualdad aumentó en 2015 como no se había visto desde los años ‘80, y el 64 por ciento corresponde a activos no financieros, lo que implica que esa riqueza está relacionada con la tenencia de tierras.
En América latina siete millones de personas cayeron en la pobreza y cinco millones pasaron a la indigencia. Además, unas 32 personas acumulan la misma riqueza que los 300 millones más pobres, y esta desigualdad económica está íntimamente relacionada con la posesión de la tierra, pues los activos no financieros representan un 64 por ciento de la riqueza total. Esto se relaciona con un informe de noviembre pasado –también presentado ayer frente a los empresarios más poderosos en Davos–, en el que se destaca que América latina es la región del mundo más desigual en la distribución de la tierra. Tal como informó ayer este diario, el organismo reveló que en Argentina el 1 por ciento de las estancias más grandes concentra el 36 por ciento de la tierra. Esta situación se deriva del avance del negocio minero, petrolero, agropecuario y forestal.
Tras cuatro años desde que el Foro Económico Mundial alertase sobre la grave amenaza que supone el incremento de la desigualdad económica para la estabilidad social, y tres desde que el Banco Mundial decidiese combinar su objetivo de acabar con la pobreza extrema con la necesidad de promover una prosperidad compartida, “la brecha entre los más ricos y el resto de la población se amplió”, señala la ONG en un documento que refleja cifras demoledoras.
Desde 2015, el 1 por ciento más rico de la población mundial posee más riqueza que el resto del planeta. De ese 1 por ciento, sólo ocho personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre del mundo. Varias investigaciones de Oxfam revelan que, en los últimos 25 años, el 1 por ciento más rico de la población ha percibido más ingresos que el 50 por ciento más pobre de la población en su conjunto. Por caso, los ingresos del 10 por ciento más pobre de la población mundial aumentaron menos de 3 dólares al año entre 1988 y 2011, mientras que los del 1 por ciento más rico crecieron 182 veces más. La estimación coincide con un estudio del economista Thomas Piketty, que revela que en Estados Unidos los ingresos del 50 por ciento más pobre de la población se han congelado en los últimos 30 años, mientras que los del 1 más rico aumentó un 300 por ciento en igual período. “Lejos de transmitirse espontáneamente hacia abajo (en la llamada economía de goteo o de derrame), los ingresos y la riqueza se vuelcan hacia las capas más altas de la sociedad, y lo hacen a un ritmo alarmante”, explica la ONG española.
La imposibilidad de ese derrame se debe, según el informe, al poder de coerción que ejercen las grandes empresas y los más ricos. Es así como un director general de cualquier empresa incluida en el índice bursátil FTSE-100 gana en un año lo mismo que 10.000 trabajadores de las fábricas textiles de Bangladesh. Y se espera que esta situación empeore si no se toman medidas. “Durante los próximos 20 años, 500 personas legarán 2,1 billones de dólares a sus herederos, una suma que supera el PIB de la India, un país con una población de 1300 millones de personas”, destaca el informa de Oxfam. “Si sigue esta tendencia, el incremento de la desigualdad económica amenaza con fracturar nuestras sociedades: incrementa la delincuencia y la inseguridad, socava la lucha contra la pobreza y hace que cada vez más personas vivan con más miedo y menos esperanza”, concluye la investigación.