Un partido de básquet jugado por garompas, una vagina adorable, personajes que salen de cuadro diciendo “iré a cogerme un pato”, la primera eyaculación en el jean, el primer período en un baño público y el primer corpiño rojo. Todas estas escenas confirman que Big Mouth, la serie animada original de Netflix que estrena hoy su segunda temporada, es evidentemente una serie sobre sexo. Pero no solamente sobre sexo. Porque mientras desmenuza los descubrimientos sexuales de un grupo de púberes, Big Mouth recorre un universo bastante más amplio, sobre los problemas íntimos de la adolescencia, un foco que va más allá de las relaciones tumultuosas con las hormonas propias y ajenas.

Con estética grotesca y genoma Simpson, esta animación marca un contexto de escuela y sigue a un elenco de estudiantes que irrumpen en la adolescencia y descubren que no es nada fácil. Los protagonistas son dos pibes amigos, Nick y Andrew –precisamente como los creadores de la serie, Nick Kroll y Andrew Goldberg– que están en pleno descubrimiento de la sexualidad, las fantasías, los miedos, los cambios en sus cuerpos y en los cuerpos de sus compañeras y compañeros.

Ese escenario de promesas y tropiezos sexuales genera una constante tensión entre la timidez y el humor, aportado en gran medida por unos personajes extrañísimos que son lo mejor de la serie: los monstruos hormonales. Estos fantasmas cachondos resultan, para los chicos y las chicas, unos zarpados gurúes psicodélicos que los y las guían a través de impulsos y pulsiones. Para estas bestias hot, todo lugar es un buen lugar para masturbarse, todo momento es un buen momento para paladear las mariposas en el estómago (y en la entrepierna).

Siempre más cerca del humor que de la incomodidad, y en paralelo a la temática sexual más frontal, Big Mouth va revelando que, en realidad, es una comedia que abarca muchos costados de ese proceso misterioso e inestable que es la adolescencia. La vergüenza, el coraje, la mirada sobre uno mismo y las miradas de los demás son elementos permanentes en la serie y no necesariamente tienen que ver con el sexo. Así conforman un subtexto más sutil, que se desliza entre gags de bombachas con sangre, flasheos sexies, shocks hormonales, patriarcados, identidades y vistazos fugaces a genitales ajenos.

Big Mouth es una comedia adulta sobre temas adolescentes, lo que no significa en absoluto minimizar su contenido humorístico y sexual. A no olvidar –lo prueban, por caso, las campañas y los enemigos de la Educación Sexual Integral– que el sexo es un área donde la sociedad sigue peleando batallas.