La semana que viene empieza el FILBA y, en su edición N° 10 invitó a varias celebridades literarias. Entre los invitados está Anne Carson: es una sorpresa, no tanto porque Carson sea una reclusa, sino porque es una especie de leyenda viva poco conocida en nuestro país; salvo excepciones como Eros, el dulce amargo (Fiordo), su primer libro, o Rec Doc (Bajo la luna), sus libros no están editados en Argentina y solo se consiguen en esquivas traducciones españolas. Anne Carson, canadiense, 67 años, es poeta, ensayista, profesora. Aunque tanto ella como su obra son desprejuiciadas y genuinamente excéntricas, su quehacer no puede ser más canónico: académica doctorada en Clásicas por la Universidad de Toronto, también diplomada en estructuras métricas griegas en St. Andrews, Escocia, enseña griego antiguo, da clases de escritura creativa y gran parte de su obra está dedicada a traducciones de tragedias y poesía clásicas: Safo, Eurípides, Sófocles, Simónides de Ceos y más.
Llamar ensayista y poeta a Anne Carson es insuficiente. Ya en Eros, el dulce amargo, su debut en 1985, una exploración del concepto griego de Eros que acababa en una meditación sobre el amor y el deseo con referencias a Nietszche, Virginia Woolf, Safo, Eudora Welty o Italo Calvino lograba sus marcas personales: la total libertad para la asociación, la búsqueda de belleza en el lenguaje y la erudición amable: son notables, por ejemplo las páginas que explican el nacimiento del alfabeto griego, de las vocales y los no sonidos de las consonantes, el paso de la oralidad a la escritura; están escritas con los ojos maravillados de quien narra la conquista de un planeta desconocido.
En su siguiente libro, Tipos de agua (Plainwater, 1995) ya ofrecía su alquimia de poesía, ensayo y capricho en un texto cuyo tema central es el agua en un tratamiento muy diverso. En el apartado “Introducción a la antropología del agua” escribe: “El agua es algo que no se puede retener. Como los hombres. Lo he intentado. Padre, hermano, amante, amigos verdaderos, fantasmas hambrientos y Dios, uno por uno, todos se desprendieron de mis manos. Quizá así deba ser: se trata de lo que los antropólogos llaman ‘peligro normal’ en el encuentro con culturas diferentes”. Más adelante recorre el camino de Santiago en España, clasifica tipos de agua y divide su propio diario acuático entre “nadando” y “no nadando”. A esta altura, Carson tenía la admiración de Harold Bloom y de Susan Sontag, al mismo tiempo que se retraía de entrevistas y de los curiosos que buscaban indagar en su audacia de mezclar alta cultura y juegos posmodernos. Ese mismo año, sin embargo, dejó a muchos mudos y con la boca abierta cuando publicó Glass, Irony and God (El ensayo de cristal; Cuadro de tiza, en Chile, publicó una excelente traducción en 2015), el primero de sus poemas narrativos personales, inquietantes y desgarrados. Una mujer recién separada, ella misma, va a visitar a su madre que vive en una parte desolada de Canadá. Se lleva los poemas completos de Emily Brönte porque se siente identificada con esa soledad de páramo y pasión. “Nunca antes me había enamorado./ Y era como una rueda cayendo colina abajo./ Pero esta mañana temprano, mientras mamá dormía,/ y yo estaba abajo leyendo la parte en Cumbres borrascosas/ donde Heathcliff se aferra a las celosías durante la tormenta sollozando/ ¡Ven! ¡Ven!, al fantasma de su amada, / Caí de rodillas y también sollocé./ Esa Emily sabe/ cómo ahorcar cachorros”.
En 1998 publicó uno de sus mejores libros: Autobiografía de Rojo (Pre-Textos, 2016). El punto de partida parece retorcido: inspirada en el poeta griego del siglo V Estesícoro, transforma el mito de Hércules y Gerión en una historia de amor gay melancólica y realista, escrita en verso. En el mito, Hércules debe matar a Gerión: el crimen es uno de sus célebres Trabajos. Gerión es un ser alado, de piel roja, con tres cuerpos, cada uno con su cara; es un pastor de ovejas que vive en una isla, y es un monstruo. A partir de los fragmentos conservados que Estesícoro escribió sobre Gerión (y que Carson traduce) se construye este romance entre un isleño actual, un chico artístico y tristón, atormentado por Hércules, hermoso y desinteresado. Crecen en un pueblo canadiense; vuelven a verse en Buenos Aires, después en Lima y en los Andes, acompañados de Ancash, un joven peruano que vive con su madre en una terraza de la capital. Es su libro más popular y sensual, el más vendido y el que la ingresó en el panteón queer. El recorrido frustrante de Gerión y Hércules, todo ese deseo enloquecedor, termina en una visita a un volcán andino con el etéreo Ancash. “Somos seres maravillosos/ piensa Gerión. Somos vecinos del fuego/ Y ahora el tiempo veloz los alcanza/ están parados, uno junto al otro con los brazos/ tocándose, la inmortalidad en sus rostros/ a sus espaldas, la noche”. Autobiografía de Rojo es el libro ideal para empezar a conocer a Carson; también La belleza del marido. Un ensayo narrativo en 29 tangos (2001; Lumen lo publicó en 2005), un poema extraordinario dedicado a John Keats, cuyo tratamiento del tema de la belleza es el punto de partida del libro: “Una herida arroja luz propia,/ dicen los cirujanos/ Si todas las luces de la casa estuvieran apagadas/ podrías adornar esta herida/ con su brillo”.
En los últimos años, Anne Carson publicó Decreation (2005), donde vuelve a obsesiones generales y las disecta (el Sueño, en este caso), además de dedicarle un ensayo a tres de sus favoritas: Safo, la escritora mística y mártir medieval Marguerite Porete y la también mártir Simone Weil. En 2014 publicó Albertine, rutina de ejercicios (2014, Vaso Roto), un estudio en poemas breves y notas sobre el personaje de En busca del tiempo perdido. La inquieta Carson parece incontenible en el formato libro convencional: en 2010 publicó Nox (“noche” en latín, lengua que por supuesto maneja), una elegía a su hermano Michael, que huyó de la casa familiar muy joven, se cambió el nombre, vivió en la India, fue adicto y dealer y recién reapareció cuando su viuda, desde Dinamarca, llamó a Carson para avisarle de su muerte. Esta meditación sobre el duelo y la imposibilidad de conocer a otro se presenta en fragmentos, pinturas, dibujos, garabatos, cartas, notas, poemas y se consigue exclusivamente en formato objeto. Su spoken word-conferencia Lecture on the History of Skywriting se presenta en vivo con su esposo Robert Currie y un fragmento leído por Faisal bin Ali Jaber, ingeniero de Yemen cuya familia fue asesinada por un ataque de drones en 2012. Float, su último libro, publicado en 2016 (Knopf/Penguin), también apareció en edición no convencional: hojas sueltas o dobladas que pueden ser leídas en cualquier orden, ubicadas dentro de una caja transparente. Todas sus obsesiones están ahí: una excursión al monte Olimpo, Proust, Gertrude Stein, el recuerdo de su padre y su tío en el Canadá rural, las rutinas del matrimonio. “No trato de ser rara o de presumir con estos formatos y estos diseños”, le decía a The Guardian. “Es la manera en que funciona mi cabeza. Soy una escritora desordenada. Hay una canasta de cosas que parecen formar una idea. Revuelvo ahí para encontrarla, intento diferentes órdenes y conceptos y después me quedo con uno. No sé lo que realmente pensamos: creo que tenemos conexiones entre pensamientos. Así se mueve la mente. Los pensamientos están ahí pero los saltos, las conexiones, son el presente. Eso es lo mágico”.
Anne Carson se presenta el jueves 11 a las 21.30 en el Auditorio del C3 (Godoy Cruz 2270) con la performance Las palabras que faltan, sobre Safo; la acompañan Elisa Carricajo en proyecto de Agustina Muñoz y traducción de Laura Wittner. El viernes 12 a las 18.30 participará de un panel con David Leavitt y Fernando Savater en el Auditorio del C3. Y el sábado a las 20 la entrevista en el Auditorio del Malba Silvina Giaganti.