A Paulinho Moska en Brasil lo llaman “embajador de la música latina” por su aporte sostenido y tenaz para acercar la identidad cultural de su país con la del resto de los países de América latina. Ha realizado diversas colaboraciones con músicos rioplatenses, ha promovido la cultura del continente a través de programas televisivos y hasta grabó hace un par de años un disco en dupla con Fito Páez, Locura total. Y una de sus canciones más conocidas es su versión en portugués de “La edad del cielo” (“A Idade do Céu”), del uruguayo Jorge Drexler, uno de los “culpables” de su amor por la música latinoamericana cantada en español. El músico de Río de Janeiro presentó su nuevo disco, Beleza e medo, el miércoles en La Trastienda y dejó en evidencia su vínculo afectivo con el público argentino y la música de la región. En una sala colmada y eufórica, Moska brindó un show potente y emotivo en el que repasó lo mejor de su repertorio y recorrió las canciones más encendidas de su último disco, con Kevin Johansen como invitado. Luego de un paso por Rosario, Córdoba y Bahía Blanca, el músico tocará gratis hoy a las 20 en Cine York (Juan B. Alberdi 895, Vicente López).
Con Moska escoltado por una banda joven y súper rockera, el concierto, al igual que el tono general del disco, estuvo atravesado por el clima político que se vive en Brasil, a días de una nueva elección presidencial. El retroceso en materia de derechos humanos que ocurrió en ese país tras la destitución de Dilma Rousseff en 2016 y la llegada de Michel Temer al poder motivó al cantante a un cambio de rumbo estético y discursivo. En ese momento, estaba en pleno proceso de producción un disco en torno al concepto de la belleza, con el acento puesto en la metáfora, pero decidió ampliar el tópico de las canciones y agregar otro elemento clave: el miedo. Y ponerlos a dialogar. El contexto convulsionado lo pedía. “Es un retrato del tiempo que está siendo, porque van pasando cosas, como en la vida. Uno escribe de acuerdo con la percepción del mundo de ése momento. La vida es muy dinámica”, le dice Moska a PáginaI12. “Había compuesto la canción que abre el disco, ‘Que beleza, a beleza’ y me pareció que era una idea fuerte para todo el disco: canciones que hablaran de la belleza, el amor, la filosofía, la existencia positiva. Pero hace tres años tuvimos el impeachment, y empezó en Brasil una historia muy extraña y muy bipolarizada en el pueblo”.
“Después de una decepción con un gobierno de izquierda que hizo cosas buenas pero hasta hoy no reconoció sus errores, empezó un avance de una derecha muy fuerte, muy radical”, sigue el músico y actor brasileño. “Y en ese contexto, apareció un personaje bizarro, que es (Jair) Bolsonaro, un candidato de derecha que tiene la mayoría (en intención de votos). Creo que Brasil tiene miedo de sí mismo, porque pensábamos que éramos un país donde se toleraba todo, donde convivía la diferencia, todo el mundo pensaba así de nosotros. Entonces, sentí que se aproximaba una posibilidad de cambio muy radical, con un discurso lleno de odio, militarizado, machista, homofóbico. Todos los aspectos del fascismo estaban ahí. Tenía una sensación muy poderosa de que estábamos por el camino correcto, pero cuando todo esto empezó a pasar tuve que mirarme al espejo y pensar el miedo. Entonces, lo incluí en el proceso creativo para transformar la energía del miedo en materia prima para crear algo. Me puse a escribir sobre la muerte del mundo que pensaba que estaba gestándose”.
Una de las canciones más representativas es “Nenhum direito a menos”, una especie de rap rabioso con letra del poeta y letrista Carlos Rennó que reivindica los derechos de las minorías y denuncia las políticas regresivas. “A partir de esa canción, pude componer otras alrededor, como estaba haciendo con la belleza. Y descubrí que si no hay belleza en el mundo no hay miedo de perderla, y si no hubiera miedo de nada no habría necesidad de producir belleza. Son como hermanos que se retroalimentan. Beleza e medo es un título fuerte, dual, actual y filosófico”, dice. Cuando tocó “Nenhum direito a menos” terminó con el puño levantado y el público estalló en aplausos. Se escucharon “Fora Temer” y repudios a Bolsonaro.
Durante el concierto, interpretó piezas en esa sintonía como “O jeito é não ficar só”, que invita a “no quedarse solo” y actuar de manera colectiva, y otras más introspectivas como “Meu nome é saudade de você”. El clima sonoro siempre transitó un pop-rock al palo. “Con todas las ganas de gritar belleza y miedo, y luchar por las cosas, comprendí que el rock era el mejor formato para estas canciones”, cuenta sobre la búsqueda sonora del disco nuevo, que contó con la producción de Liminha. Moska, como en todas sus visitas al país, abrazó la cultura de esta parte del mapa. “Brasil no sabe lo parecidos que somos todos los latinos. Es un completo error estar tan alejados”, sostiene.