–¿La crisis económica, social y política es también sindical?

–Sí, claro pero la crisis en el sindicalismo es política y se da más que nada en la CGT porque en las organizaciones de base o de primer o segundo grado la crisis es producto de la situación socio-económica. De todas formas lo principal es resolver la política y definir cómo se conduce a esa masa tan diversa tan plural y tan heterogénea que incluye a los desempleados y a los de la economía popular.

–Resultó curioso que frente a un gobierno como el de Macri la conducción de la CGT priorizara casi en exceso el diálogo...

–Se llegó al triunvirato como la unidad posible de tres grandes sectores. Luego aparecieron las diferencias que estuvieron desde su inicio mismo y nunca fueron superadas. Sobre todo en cómo se relaciona con este gobierno de derecha, neoliberal, conservador y oligárquico. Pero en el interior de la CGT hay un grupo de gremios que históricamente se han vinculado con los distintos gobiernos, y con este también, a partir de privilegiar el diálogo y darle un tiempo a la gobernanza. Pero hay que entender que está en las antípodas de las organizaciones sindicales. Por lo tanto, esas estrategias que hay en la CGT provocaron que se expresaran las diferencias y hubo organizaciones que estuvieron rápidamente en la calle.

–No hace mucho, el propio Juan Carlos Schmid afirmó que la CGT corría por detrás de los acontecimientos.

–Coincido con ese análisis. La CGT ha estado llegando tarde y por eso la historia nos interpela y nos obliga a estar a la altura de las grandes luchas que llevó adelante. La unidad por abajo está, el problema es la dirigencia. 

–Héctor Daer y Carlos Acuña no consideran que la salida de Schmid represente un problema. Sin embargo continúan las renuncias.

–Precisamente porque no hay un solo liderazgo y se van a seguir produciendo renuncias, porque a su vez, paralelamente, nace y se fortalece el Frente Sindical para el Modelo Nacional (FSMN) con alrededor de 70 organizaciones con una cantidad importante de regionales de todo el país y que asume el rol de tomar el conflicto sindical como reordenador político para el campo nacional y popular pero que no sólo interpela sino interactúa con las otras corrientes sindicales como la CTA o los movimientos sociales. Y ahí es donde hay que expresar la unidad en la lucha.

–Daer plantea que no quiere que la CGT sea la que encienda la mecha de un posible estallido social. ¿Qué opina?

–Creo que hay un prejuicio en la dirigencia de la CGT cuando dicen que no quieren quedar como los desestabilizadores de la institución democrática. La verdad es que yo no comparto eso porque la gobernabilidad es responsabilidad de quien fue elegido por el voto ciudadano. En ese contexto nosotros tenemos la responsabilidad de defender los intereses de los laburantes que representamos. Hay que sacarse ese estigma porque cuando se lo traslada hacia abajo terminan diciendo que es una excusa para no tener un plan de lucha. Creo que a esta CGT le faltó un plan de lucha.

–Pero la conducción continúa sosteniendo que eso no es imprescindible.

–Mire, en los últimos dos o tres meses Schmid estuvo en la calle acompañando el reclamo de los astilleros, peleando contra las tarifas. Ahí está la razón de su renuncia porque la orgánica se quebró el 18 de diciembre, con el paro fallido, y no se pudo recomponer más allá de lo que dijeron algunos porque de lo contrario no habría hoy 70 gremios en el FSMN más los que se siguen sumando. 

–El jueves se vio al binomio que conduce la CGT en la calle, acompañando el reclamo de los gremios de la industria. ¿A qué se debe el cambio?

–Creo que lo tienen que hacer porque cada uno de los compañeros que está en la CGT es representativo de su gremio y eso amerita un reconocimiento y respeto. Mire la actitud de Smata que aunque no integra la conducción de la CGT acompañó con sus cuadros porque les afecta la situación. Eso es solidaridad de clase. Soy un convencido de que la CGT tiene que estar acompañando los conflictos y no preocupados por cómo lo va a tratar este gobierno. Frente a eso, cómo no vamos a tener un plan de lucha.

–¿Y cómo se consigue? ¿Con la presión del Frente Sindical o haciéndose del control de la CGT?

–No hay que darle paso a las contradicciones secundarias que hoy puede ser la discusión de quién conduce la CGT. Eso se dará en un proceso natural.

–Y ahora esa situación es atravesada por la discusión política partidaria.

–Pero en eso la CGT siempre tuvo la actitud de autonomía de no intervenir en la interna del partido y está bien eso. Para eso están las 62 Organizaciones cuando eran un brazo fuerte político pero después se fue diluyendo en el tiempo. Creo que hoy el Frente Sindical ocupa un poco ese lugar sindical y político pero fuera de la CGT.

–¿Será por eso que buena parte del Consejo Directivo arma una 62 Organizaciones propia?

–Me parece que desde lo político va a tener muy poca resonancia hacia el peronismo. Sí creo que el Frente Sindical es algo más genuino porque nos unifica la calle, la lucha y no tenemos problema en compartir la acción con las CTA y con los movimientos sociales. Por otro lado seremos un ordenador del campo nacional el próximo año cuando se discutan la política. Pero además, tenemos todo el derecho a hacerlo.

–¿Cómo visualiza los próximos meses?

–Creo que la conflictividad social se va a profundizar. Hoy cualquier economista, del lado que sea, dice que el default llega de manera indefectible. Lo que no se sabe es cuándo llega. Por eso tenemos que estar en la calle porque, como decía Perón, la organización sindical es de carácter permanente y por lo tanto somos el único contrapoder que tiene un gobierno.