PáginaI12 En Perú
Desde Lima
El fujimorismo fue barrido en las elecciones regionales y municipales del domingo. Al oficialismo también le fue muy mal. En estas elecciones, la capital peruana se libró de ser gobernada por un ex militar acusado de violaciones a los derechos humanos. El general retirado Daniel Urresti, que encabezaba las últimas encuestas publicadas una semana antes de los comicios, perdió la elección en el tramo final. Ganó el centro derechista Jorge Muñoz, con 36 por ciento. Urresti se ubicó segundo, con 20 por ciento. Muñoz postuló por el viejo partido Acción Popular, pero el suyo ha sido un triunfo personal antes que partidario. En el interior del país las elecciones estuvieron dominadas por los movimientos locales, lo que refuerza la crisis de los partidos políticos.
La victoria de Muñoz en la capital peruana era impensable hace solo tres semanas, cuando apenas bordeaba el cinco por ciento. Impulsado por los medios, comenzó a subir y en el tramo final se posicionó como la alternativa a un posible triunfo del represor Urresti, que tres días antes de las elecciones fue absuelto en un muy cuestionado fallo judicial del cargo de asesinar a un periodista en 1988, en los años del conflicto armado interno, cuando era capitán del ejército, y que también está acusado de violar a una campesina. La sentencia revivió esos oscuros episodios. Esta polarización entre dos de los veinte candidatos produjo en los últimos días una corrida de votos de otros postulantes y la definición de la mayor parte de los indecisos -que una semana antes de los comicios bordeaba el 50 por ciento- a favor de Muñoz, lo que le dio la victoria.
“Muñoz hizo una campaña inteligente en el sentido de polarizar con Urresti. Y tuvo el respaldo de los medios de comunicación, que amplificaron su candidatura. Dentro de Acción Popular, representa al sector más a la derecha y ligado a intereses empresariales”, le señaló a PáginaI12 el sociólogo y analista político Alberto Adrianzén.
El futuro alcalde de Lima, que asumirá el cargo el próximo primero de enero, celebró su victoria en el antiguo local de Acción Popular. La vieja casona del centro de Lima, que no veía una celebración electoral desde el lejano 1980 y parecía habitada por los fantasmas de mejores tiempos, recobró vida. La celebración tuvo una fuerte carga simbólica para el partido, porque ese mismo domingo se celebraba el 106 aniversario del nacimiento de su fundador, el fallecido Fernando Belaunde, quien fue dos veces presidente, entre 1963 y 1968, gobierno que terminó en un golpe de estado, y entre 1980 y 1985. Desde entonces, el partido fue perdiendo protagonismo y ahora solamente tiene cinco legisladores en el Congreso unicameral de 130 bancas.
Los principales retos del próximo alcalde de la capital peruana son un pésimo servicio de transporte público y un caótico tránsito, un crecimiento desordenado de la ciudad de más de ocho millones de habitantes, la reducción y la amenaza de privatización de los espacios públicos, la precariedad de servicios en las amplias zonas de pobreza que rodean la capital y la inseguridad ciudadana, aunque esto último depende más del gobierno central.
“Nunca me he caracterizado por hacer borrones y cuentas nuevas, por barrer las cosas debajo de la alfombra. Con prudencia, pero con firmeza, vamos a hacer una revisión”, declaró Muñoz en conferencia de prensa, al referirse a la corrupción que correa a las instituciones peruanas y a las denuncias contra su antecesor, Luis Castañeda. Todo indica que el nuevo alcalde de Lima tendrá buenas relaciones con el gobierno de Martín Vizcarra.
En el interior del país los movimientos locales triunfaron en la mayor parte de alcaldías y regiones. En 16 de las 25 regiones habrá segunda vuelta –que se da cuando ningún candidato supera el 30 por ciento– para elegir gobernador. Para las elecciones municipales no hay ballottage. En las nueve regiones definidas, cinco de los ganadores son independientes. Y de las 16 regiones que irán a segunda vuelta, solamente en cinco competirán candidatos de algún partido. En ninguna región ganan ni pasan al ballottage los candidatos del partido fujimorista Fuerza Popular, que en Lima no llegó al tres por ciento. Al partido oficialista, cuyo candidato en la capital quedó último con menos del uno por ciento, al Partido Aprista del ex presidente Alan García, y a la izquierda, dividida en dos bloques, les fue igual de mal. En el caso de la izquierda, sin embargo, varios de los independientes que ganaron alcaldías y tres de los nueve gobernadores ya definidos levantan banderas de izquierda, pero se mueven al margen de los partidos nacionales y tienen posturas más radicales.
“La crisis de representación política se agudiza. El resultado electoral refleja la profunda crisis del fujimorismo, pero declarar su defunción me parece apresurado. La derrota del oficialismo confirma la enorme debilidad de un gobierno que no tiene un partido que lo sustente, pero no afectará la buena aprobación que tiene el presidente Vizcarra. La izquierda está en una grave crisis, la cual tiene que ser pensada y enfrentada en el contexto de la catástrofe que está ocurriendo en Brasil con el triunfo de lo más parecido al fascismo, de un casi Hitler, que es algo que afectará al Perú y a toda la región”, señala Adrianzén.