La política está cada vez más en el centro de la escena del caso Nisman al cumplirse hoy dos años de la muerte del fiscal. A las 18 se concretará el acto de homenaje a Nisman frente al edificio de la Unidad Fiscal de Investigación AMIA que conducía el fallecido fiscal. La cita es en Plaza de Mayo, del lado de Hipólito Yrigoyen. El perfil de los oradores marca claramente la politización: el fiscal Germán Moldes, un rabioso adversario del kirchnerismo; el escritor Federico Andahazi, de los pocos intelectuales alineados con el PRO, y Luis Czyzewski, papá de Paola, muerta en el atentado contra la AMIA, uno de los familiares más cercanos a la DAIA y que se presentó a la justicia para sumarse a la acusación contra Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Timerman por traición a la patria. La alianza política-judicial-mediática, impulsora del acto de hoy, funcionó a pleno en los últimos meses para instalar la hipótesis de que Nisman fue asesinado por un super-sofisticado comando iraní-venezolano, con apoyo kirchnerista. Contradicen lo que señaló, por ejemplo, la investigadora principal del caso, la fiscal Viviana Fein, “no hay un solo indicio de homicidio, ni una sola prueba”. Aún así, la hipótesis tiene el respaldo de las derecha norteamericana e israelí y cuenta con el fogoneo diario de la jueza Sandra Arroyo Salgado, que fue pareja de Nisman.
A dos años de la muerte del fiscal, éstas son las claves de la situación:
- Las pericias forenses desmienten el homicidio. Trece de quince forenses sostuvieron que no se percibe accionar homicida en el deceso de Nisman. Además, establecieron que el fiscal murió el domingo 18 de enero a la mañana, mientras que la coalición política-judicial-mediática trata de borrar ese diagnóstico para dejar establecido que el fiscal murió el sábado 17 al atardecer, el momento en que estaba en su departamento el informático Diego Lagomarsino. Arroyo Salgado directamente acusa al informático, aunque no explica ni cómo lo hizo ni por qué.
- Las pericias criminalistas desmienten el homicidio. Cinco de los seis criminalistas que estudiaron el caso concluyeron que no había nadie en el baño en el momento del disparo. El arma se accionó apoyada en la sien de Nisman, no hubo desorden ni pelea. La trayectoria de las manchas de sangre demuestran que nadie se interpuso en el camino de esa sangre. La cabeza de Nisman quedó contra la puerta, impidiendo su apertura, lo que demuestra que nadie entró, disparó y luego volvió a salir, porque desde afuera no se podía realizar el arrastre de la cabeza de Nisman contra la puerta.
- La pericia balística desmiente que hubo homicidio. El laboratorio más sofisticado del país, perteneciente al Ministerio Público de Salta, dictaminó que en las manos de Nisman hubo rastros “consistentes con residuos de disparo”. El mismo estudio sostiene que esos rastros pueden provenir de otros elementos, pero en el listado que hacen los profesionales sólo entran fuegos artificiales o una pistola de la construcción. Nada de eso usó Nisman.
- La alianza político-judicial-mediática trata de derrumbar las pericias. El fiscal federal Eduardo Taiano, en alianza con Arroyo Salgado, está en plena labor de derrumbar todas las pericias anteriores. Para ello se convocó a un estudio multidisciplinario que se puso en manos de la Gendarmería, fuerza que depende de Patricia Bullrich. En total trabajarán 27 gendarmes de la dirección de pericias y todos los que hicieron los trabajos anteriores sólo serán convocados en caso de ser necesario. La idea es hacer borrón y cuenta nueva, una iniciativa impulsada por los abogados de Arroyo Salgado.
- A falta de pruebas, buena es la incertidumbre. La principal actividad investigativa que se está realizando en enero es la toma de declaración a los 200 vecinos de las torres Le Parc, donde vivía Nisman. El objetivo es que digan que la seguridad de los edificios era muy mala, con lo que se pretende dejar abierta la posibilidad de que alguien haya entrado y salido sin ser visto. ¿Existe alguna evidencia? Ninguna. ¿Hay pruebas de que alguien entró al departamento? No, tampoco. Es más, en el departamento no hay huellas ni ADN que no se correspondan con Nisman. Igualmente la intención es plantear la incertidumbre para que quede la posibilidad abierta.
- La pericia informática demuele la hipótesis de Arroyo Salgado. El trabajo de los informáticos demostró que Nisman abrió su computadora el domingo a la mañana, leyó una nota de este periodista en PáginaI12, revisó su correo electrónico de Yahoo, miró las fotos en Instagram de una modelo con la que tenía relación y finalmente un post de Claudio María Domínguez, sugestivamente, sobre el regreso de la muerte. Arroyo Salgado, alimentando al conglomerado político-judicial-mediático, acusa a Lagomarsino, pero la prueba informática derrumba esa hipótesis. Por lo tanto, otro de los objetivos de los próximos meses será arrasar con cualquier conclusión categórica de la pericia informática.
- El gran complot. La alianza político-judicial-mediática trabaja para instalar la idea de que en Le Parc hubo una zona liberada. El origen del plan serían miembros de la Agencia Federal de Inteligencia; del Ejercito, a cargo de César Milani; de la Policía Bonaerense; de la custodia de Nisman, perteneciente a la Federal; la Prefectura, que patrulla Puerto Madero; y los integrantes de la seguridad del edificio Le Parc. O sea un complot multitudinario. El punto de partida es que integrantes de esas agencias y fuerzas hablaron entre ellos por celular aquel fin de semana de la muerte de Nisman.
- Ensuciar. Dado que todos los estudios científicos y pericias van en contra de lo que necesita la politización del caso, la movida pasó recientemente por ensuciar la actuación de la fiscal Fein o de los funcionarios, como Sergio Berni, que estuvieron esa noche en el edificio, después que se encontró el cuerpo. En la acusación que pergeñó Taiano se habla de que tuvieron “intencionalidad” de alterar la escena, algo que desmintió, bajo juramento, hasta el perito de Arroyo Salgado, Daniel Salcedo. En su testimonio, Salcedo admitió que no se alteraron los parámetros.
- Endiosar. En paralelo con el borrado de toda la investigación anterior, la coalición político-judicial-mediática viene intentando endiosar a Nisman, pese a las escandalosas evidencias que surgieron después de su muerte. Arroyo Salgado sostiene que hubo una campaña kirchnerista que pretendió ensuciar al fiscal, pero resulta que ella se presentó en la justicia y denunció que Nisman tenía una voluminosa cuenta en negro en el Merrill Lynch de Nueva York, con depósitos superiores a 600.000 dólares. Arroyo Salgado incluso dijo que tal vez a Nisman lo mataron por la plata. Tirando del hilo de la cuenta en Nueva York aparecieron tres terrenos en Punta del Este, dos departamentos en Palermo, más y más cuentas en Uruguay, todo a escondidas y sin declarar. Con el agregado de que una parte del dinero llegó a Nueva York enviado por Damián Stefanini, un pseudo-empresario que está desaparecido desde el 17 de octubre de 2014. Desde entones aparecieron también fotos del fiscal con modelos en el Caribe, en viajes que él pago y en semanas en las que se suponía que estaba trabajando porque no se pedía vacaciones. Es decir, que si Nisman estuviera con vida, tendría que afrontar graves acusaciones por una fortuna asombrosa –unos dos millones de dólares– que no tenía declarada y no se sabe de dónde salió. Habrá que sumar que dos de los empleados de la fiscalía admitieron que Nisman se quedaba con la mitad de su sueldo. Parte del endiosamiento consiste en ocultar que Nisman actuaba en gran cercanía con la embajada de Estados Unidos, como lo demostraron los cables filtrados por la organización Wikileaks.
La lógica indica que la justicia debió dictaminar que Nisman se quitó la vida, porque eso es lo que se deriva de las pericias, los estudios científicos y las pruebas. Sin embargo, la política metió la cola y, tras el cambio de gobierno, la alianza política-judicial-mediática nacional e internacional trabaja 24 horas por día en la utilización del caso contra el anterior gobierno.