Con La boheme, uno de los más celebrados títulos de la ópera de todos los tiempos, continua desde hoy la temporada lírica del Teatro Colón. Una historia de amor, bajas temperaturas y muerte, con elaborados toques de carestía y cariño en los momentos más sensibles del drama. O para decirlo sin rodeos, la ópera de Giacomo Puccini es una historia de esas para llorar sin sonrojarse y sin fijarse en quien ocupa la butaca de al lado. La nueva producción, realizada por el Colón en sociedad con la Opera de Tenerife, contará con dos elencos para siete funciones. La puesta en escena es del italiano Stefano Trespidi, el diseño de escenografía e iluminación de Enrique Bordolini y los vestuarios de Imme Möller. Participarán además el Coro Estable –dirigido por Miguel Martínez–, el Coro de Niños –dirigido por César Bustamante– y la Orquesta Estable del Teatro Colón. La dirección musical es de Joseph Colaneri.
El elenco principal, que tendrá a su cargo el estreno de hoy a las 20 y las representaciones del domingo 14 a las 17, el miércoles 17 y el sábado 20, a las 20, está encabezado por la soprano venezolana Mariana Ortiz, en el rol de la frágil y sentimental Mimí, y el tenor brasileño Attala Ayan, como el exuberante y enamorado poeta Rodolfo. El barítono Fabián Veloz será Marcello, el celoso pintor, y la soprano Jacquelina Livieri encarnará a la desvergonzada y chispeante Musetta. El bajo Carlos Esquivel interpretará al filósofo Colline y el barítono Fernando Grassi será el músico Schaunard. Luis Gaeta será Benoit, Víctor Castells hará de Alcindore y Sergio Spina de Parpignol. La función del sábado 20 a las 20 será proyectada en Plaza Vaticano –al lado del teatro– en pantalla gigante, con entrada gratuita.
Las funciones extraordinarias, con el segundo elenco, tendrán lugar el sábado 13 a las 20, el domingo 21 a las 17 y el martes 23 a las 20. Los cantantes principales serán Marina Silva, como Mimí, y Gustavo López Manzitti como Rodolfo. Vinicius Atique será Marcello, Paula Almerares interpretará a Musetta. Leonardo Fonatana y Emiliano Bulacios se alternarán en al papel de Colline, Cristian Maldonado será Schaunard y Gustavo Gibert interpretará a Benoit.
Subtitulado “Escenas líricas en cuatro cuadros”, el libreto elaborado por Luigi Illica y Giuseppe Giacosa sobre la novela de Henri Murger hace de la sentencia capitalista carmina non dant panen –algo así como “la poesía no da de comer”– un blasón de dolor piadoso no exento de pintoresquismo, y encuentra en la música de Puccini una sensibilidad maravillosamente lograda en el detalle y la pintura sonora. “Hay mucho de cinematográfico en este Puccini”, dice Stefano Trespidi, director de escena italiano encargado de esta puesta. “De alguna manera Puccini anticipó el cine. Basta con seguir el guion junto a la música para darse cuenta del cuidado con el que el compositor utiliza cada nota, atento a cada detalle, siempre en función de la eficacia escénica. El cine es también una gran referencia en mi trabajo y trato de trasladar esa idea a esta puesta, en particular para algunos momentos”, agrega.
–¿Con qué expectativas abordó la puesta de un título tan transitado como La boheme?
–El teatro nos pidió una puesta en escena tradicional. Con Enrique Bordolini, que fue el que diseñó la escenografía, trabajamos en este sentido. En realidad, establecemos un contraste entre una escenografía tradicional, que no deja de ser poética y maravillosa, y una dirección de escena que es enérgica, con mucho movimiento. En todo caso, en ese dinamismo de la escena está lo moderno de esta puesta, respecto a visiones más tradicionales.
–¿Cómo responden los cantantes a estas exigencias de movimiento escénico, que muchas veces los puede condicionar en la emisión de la voz?
–Nadie se queja. Los cantantes hacen un gran esfuerzo porque han captado el espíritu de la puesta. Por eso hemos obtenido muy buenos resultados.
Estrenada en 1896 en el Teatro Regio de Turín, bajo la dirección de un joven Arturo Toscanini, La boheme de Puccini le ganó la pulseada histórica a la versión que Ruggero Leoncavallo, con libreto propio extraído de la misma novela de Murger, estrenó un año después. Por entonces, un Puccini que recién comenzaba a dar muestras plenas de su talento y un Leoncavallo que ya había probado las melazas del éxito con I pagliacci, animaron una polémica que se extendió a los respectivos editores, Ricordi y Sonzogno, y encontró trincheras en los diarios milaneses Il Corriere della Sera, a favor de Puccini, e Il Secolo, por Leoncavallo.
La boheme se despliega en un relato sencillo y directo, sin leyenda. Es la exposición de la vida terrible, común y corriente, que agita su sentimentalismo con una música maravillosa, candorosa y sensual, y un implacable sentido del drama. La acción se desarrolla en París, en torno a 1830. Nochebuena, estufa sin leña, alquileres atrasados, carestía. En un chiribitil Marcello y Rodolfo llevan una poco ocupada vida de artistas. Son jóvenes y el mundo puede cambiar. Aparece Mimí y el flechazo de Cupido la une a Rodolfo. Llegarán luego los amigos y más tarde las reuniones del Café Momus, donde Marcello encontrará a Musetta, y los enredos festivos del Barrio Latino. Pero la tos será más fuerte que el amor y en el final los protagonistas se vuelven a encontrar en la penumbra del chiribitil para el desenlace fatal.
“En esta trama, Mimí es el personaje más delicado. Es tímida y muy frágil. Sin embargo, creo que los puntos clave del drama están en el primero y en el cuarto cuadro, donde se expone la idea de la amistad entre los cuatro hombres –Marcello, Rodolfo, Colline y Schaunard– y del modo en que viven la vida con alegría juvenil, despreocupada. Se da una interacción muy divertida entre los cuatro”, explica Trespidi, que anuncia una puesta que no duda en definir como “espectacular”. “El segundo acto será una fiesta de movimiento y de color, en la que pido al coro, a cada uno de los coreutas, que sean individuos, cada uno con su historia. De esta manera se pueden señalar detalles, a partir de una idea que es cinematográfica. Esta es una ópera que se presta para exaltar los detalles, y en este sentido buscamos el nivel de la ópera y el placer del cine”, concluye el director.