Una alarmante indiferencia por el patrimonio fílmico nacional, irregularidades y decisiones que estarían reñidas con el buen ejercicio de la función pública y una situación de peligro latente para las personas que trabajan con las viejas películas de nitrato (un material altamente inflamable y explosivo) son algunos de los motivos que llevaron al delegado organizador de la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional (Cinain), el investigador Fernando Madedo, a renunciar a su cargo.  El Gerente General del Incaa, Juan García Aramburu, le solicitó su renuncia hace unos días, según Madedo, porque “Cinain depende del Incaa y no es un organismo autárquico”, por no tener autorización para la creación de la Diplomatura en Preservación y Restauración Audiovisual (una de las tantas tareas impulsadas en su corta gestión) y debido al “ruido” que habría provocado su negativa a “conformar una factura presentada en el expediente que tramita la digitalización de La hora de los hornos-Parte 1”.

En una carta enviada al presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), Ralph Haiek, Madedo hace un pormenorizado racconto de los insólitos obstáculos que tuvo por parte de las autoridades de ese organismo para el buen desempeño de sus tareas: además de abrir un sombrío interrogante sobre el futuro de la Cinain y el archivo cinematográfico argentino, el ex delegado organizador puso el acento en “el peligro de incendio del depósito de la calle Ensenada, la pérdida del material fílmico y el riesgo de vida de las personas” que trabajan en ese espacio del Museo del Cine porteño resguardando y manipulando películas de nitrato, un producto discontinuado en 1951 debido a que puede arder mucho más rápido que el papel. 

“He tramitado reiterados e incansables requerimientos, notas e informes para que el Incaa provea los fondos necesarios a los fines de que Cinain pudiera contar con bóvedas de seguridad para las películas en soporte nitrato. Se trata de insistentes pedidos urgentes por peligro de incendio del depósito, la pérdida del material fílmico y el riesgo de vida de las personas; solicitudes vinculadas a la adquisición de bóvedas de nitrato con especial mención para que el expediente sea tramitado de forma urgente en múltiples ocasiones”, escribió Madedo sobre la nula importancia que desde el Incaa le dieron a sus pedidos, incluso a sus gestiones con AABE y Radio Televisión Argentina para el otorgamiento de un espacio para esas bóvedas. No sólo eso, sino que curiosamente el expediente 7314/2017 por el que se tramitaban esos pedidos parece haberse perdido en la maraña burocrática del Incaa, a pesar de tratarse de dos carpetas con más de 200 fojas.

Madedo destacó que “es un agravio para el cine y el patrimonio cultural argentinos que estas bóvedas de conservación no hayan sido adquiridas ni tramitadas de forma urgente. Es prioritario porque las películas en soporte nitrato se encuentran sometidas a constantes cambios de temperatura y humedad en un depósito sin habilitación alguna y con un sistema de aire acondicionado que estuvo varios meses sin funcionar. El nitrato al ser sometido a variantes bruscas de temperatura y humedad puede entrar en autocombustión y generar explosiones. Es por ello que en normas y estándares internacionales se trata a estas películas bajo la Ley de Explosivos de cada país”. El renunciante delegado organizador advirtió además que “estas situaciones riesgosas son urgentes” y que “velar por el patrimonio cultural y la vida de las personas –tanto de los trabajadores como de quienes son vecinos linderos al depósito de la calle Ensenada– no es una cuestión menor”.

Con la intención de cumplir con normas internacionales de seguridad y de tratamiento de los materiales fílmicos, Madedo solicitó que se comprara un kit de seguridad, guantes y máscaras para que los operarios no respiren los gases nocivos que emanan las películas al descomponerse, dos deshumidificadores portátiles para mejorar las condiciones ambientales y un aparato para controlar la temperatura y humedad de las bóvedas. Sin embargo, ninguno de esos pedidos fue respondido por las autoridades del Incaa.

Madedo asumió sus funciones en la Cinain a principios de 2017, nombrado por el entonces presidente del Incaa, Alejandro Cacetta, nada menos que 60 años después de que la Ley de Cine de 1957 declarara necesaria la creación de una cinemateca. La designación de Madedo, que contó con el aval de las asociaciones de productores, directores, el Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hicken, el Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina y la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina, fue celebrada en el ámbito cinematográfico ya que ponía finalmente en funcionamiento el organismo público autárquico que debe preservar el material audiovisual argentino. Lamentablemente, poco más de un año después, el funcionario presentó su renuncia motivado por múltiples razones. Entre ellas figura su sorpresa ante una resolución del Incaa (la 1441/2018, dictada el 5 de septiembre pasado), por la cual las autoridades se habrían tomado atribuciones que no tienen, interfiriendo en la autonomía de la Cinain y designando a Madedo en una función de “asistencia a las autoridades del Instituto, bajo la órbita de la Gerencia General”, cuando en realidad la cinemateca y su delegado sólo deberían responder a la Secretaría de Cultura de la Nación.

“Mi decisión obedece a una coherencia ética e ideológica, y al respeto por los Derechos Humanos y Culturales, que siempre he intentado sostener en mi vida pública y privada. Los motivos que sostienen mi decisión son totalmente ajenos a mi deseo y al entusiasmo que me produce llevar adelante la función que me fuera encomendada”, aseguró Madedo. 

Frente a las razones de Aramburu para solicitarle la renuncia, Madedo sostuvo que “lo expresado contraría gravemente la Ley 25.119, que establece la naturaleza jurídica de Cinain como un ente autárquico y autónomo que actúa dentro de la órbita de la Secretaría de Cultura de la Nación. Y que como autoridad de Cinain no debía ni podía solicitar autorización alguna, siendo mi deber y función promover la formación e intercambio de estudiantes y profesionales del ámbito de la investigación y preservación de las películas”. Además, aclaró que se negó a prestar su firma a la conformidad de esa factura debido “a incongruencias en la documentación y falta de información sobre el procedimiento administrativo adoptado, lo que le resta transparencia al procedimiento”. 

Madedo recordó que a comienzos de 2017 solicitó la compra de un escáner de archivo para films de 16 y 35 milímetros “para destinarlo a tareas de restauración digital que pudieran hacer volver a los públicos nuestras películas, proveyendo de contenidos a la plataforma y canal Cine.ar y a las pantallas de los cines de todo el país y el exterior. Dicho escáner no sólo no fue gestionado, sino que en el supuesto de haber atendido mi solicitud en tiempo y forma su valor hubiera sido cerca de diez millones de pesos menos que al día de hoy, debido a la cotización de la moneda extranjera. Morosidad administrativa que constituye una pérdida de dinero público importante”, se lamentó.

“Dado que la solución de los problemas anteriormente planteados está fuera de mi competencia funcional, que me encuentro designado en una función para la cual no fui convocado ni propuesto y que los hechos indicados resultan contrarios a mis convicciones personales y al estricto respeto por los derechos humanos, culturales y a la ética profesional –núcleo sustancial de mi conducta– renuncio al cargo que desempeño”, escribió Madedo.