Producción: Tomás Lukin


Sendero al subdesarrollo

Por Jazmín Castaño *

Para facilitar la renegociación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional el gobierno envió una señal de austeridad. Las medidas de ajuste del gasto público estuvieron acompañados por cambios institucionales históricos: ocho ministerios pasaron a ser secretarías. La decisión no se tradujo en una reducción de las estructuras pero implicó la desjerarquización de las principales instituciones pertenecientes al Estado Social como los ministerios de Salud y Trabajo, por mencionar las más de mayor gravedad. En ese contexto, el Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación Productiva volvió a ser una secretaria, la SECyT, como lo era antes de 2008.

El presidente Mauricio Macri deslizó en uno de sus discursos grabados la siguiente frase: “Me encantaría tener más presupuesto para ciencia y tecnología, donde se construye el futuro del país”. Un análisis literal de la oración podría concluir que el presidente considera que no se puede construir un futuro en un país como Argentina. Sin embargo, la afirmación no es real, el modelo del gobierno sí propone un futuro, uno sin prioridad para la ciencia y la tecnología y otras políticas públicas.

La literatura especializada ha señalado la importancia de la CyT como variable fundamental para desencadenar procesos de desarrollo. Es decir, existe un consenso, paradójicamente reconocido también por el presidente en su declaración, de que las políticas de ciencia, tecnología e innovación son estratégicas para el futuro. Desde esta perspectiva, nuestro país viene de vivir una experiencia inédita en materia de gestión pública en ciencia, tecnología e innovación. En términos simbólicos, el kirchnerismo defendió la idea de que la ciencia y la tecnología debían ser sostén de un proyecto nacional cuyo horizonte fuera la producción de bienes industriales con alto contenido tecnológico. Aun con grandes dificultades en el diseño e implementación de las políticas- entre 2008 y 2015 la ciencia y la tecnología han tenido un tratamiento prioritario en la agenda estatal.

Frente a los nuevos retrocesos en el área, se puede afirmar que continúa en debate cuál debe ser el perfil económico y productivo de la Argentina. Este es un punto clave ya que la experiencia nos ha demostrado la imposibilidad de alcanzar el desarrollo únicamente a partir de la exportación de nuestros recursos naturales, siendo la innovación productiva de los sectores industriales necesaria para generar un cambio estructural y social. Además, actualmente se está produciendo una profunda transformación tecnológica a nivel global, con el despliegue de tecnologías digitales de información y comunicación ahora incorporadas a la industria manufacturera: la Industria 4.0. Por ello, cobran mayor sentido las políticas para enfrentar los crecientes desafíos de reducir la brecha tecnológica.

El traspaso del área de CyT de un ministerio a una secretaría, forma parte de las reformas estructurales que se están implementando en Argentina. Cabe esperar para ver los efectos de la reconfiguración estatal, una clave será el debate alrededor del presupuesto nacional de 2019. Cada vez parece más lejano el 1 por ciento del PBI como inversión en investigación y desarrollo, de 2015 a 2016 pasó de 0,61 a 0,53 por ciento.

El presupuesto 2019 para la Secretaría de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva caerá aproximadamente un 17% en términos reales. Los programas más afectados serán Formulación e implementación de la Política Científica y Tecnológica y la Conae. Además, este año Cambiemos canceló contratos con Invap por 1000 millones de dólares, disminuyó considerablemente la cantidad de cargos para el ingreso a la carrera de investigador y ha despedido a 258 trabajadores del INTI, hecho que agrava aún más las posibilidades de construir un sólido sistema científico y tecnológico nacional.

El shock social en el que se encuentra la población argentina frente a la escalada en la cotización del dólar hasta 40 pesos y el retorno del fantasma de una hiperinflación, hicieron que un hecho de gravedad institucional histórica como la devaluación del Estado pasara a un segundo plano en la agenda pública.

A esta situación debe sumarse que el escenario económico fuertemente recesivo se va a agudizar con la implementación de las medidas dispuestas por el FMI. De esa manera, veremos empeorar los indicadores sociales de desempleo, pobreza, indigencia. La aceleración del ajuste fue justificada por el gobierno por la necesidad de mayor acceso al financiamiento internacional, que solo podría garantizar el Fondo. Por eso se puede concluir que el futuro que construye Cambiemos sí existe y se llama subdesarrollo.

* Politóloga (UBA) - Doctoranda en Desarrollo Económico (UNQ) - Coordinadora de Análisis Estadístico del Centro de Estudios Atenea.


Era la restricción externa

Por Alan Cibils *

El flamante presidente del Banco Central, Guido Sandleris, considera que los principales desequilibrios de la Argentina son el déficit fiscal y la inflación. El funcionario deslizó su diagnóstico sobre los aumentos de precios en dos instancias, separadas en el tiempo por menos de una semana. La primera fue la conferencia de prensa brindada al asumir como presidente del BCRA, en la cual anunció un cambio significativo en las políticas monetaria y cambiaria. Allí afirmó que “existe amplia evidencia de una fuerte relación entre dinero y precios” aunque no especificó cuáles eran los países que ofrecían era esa evidencia. De esa forma, siguiendo la receta monetarista de Milton Friedman, la solución para Sandleris sería congelar la base monetaria en términos reales. Así, se abandona la política monetaria de metas de inflación y se implementa una política de metas cuantitativas. Adicionalmente, se reemplaza la libre flotación cambiaria con una política similar a la “tablita” de Martínez de Hoz: flotación entre bandas con devaluaciones mensuales prefijadas.

Ante esta primera definición de Sandleris es necesario hacer algunas aclaraciones. Primero, la base monetaria se contrajo en términos reales durante 2018, período durante el cual la inflación creció fuertemente. Por lo tanto, en la Argentina hoy la inflación no sería un fenómeno monetario. Segundo, el banquero central no explica por qué, con una base monetaria en contracción, con 40 por ciento de capacidad instalada ociosa y 10 por ciento de desocupación, hay inflación creciente.

Ofrecemos algunas alternativas para analizar las causas de la inflación que, incluso, figuran en el informe del staff del FMI avalando el fenecido acuerdo de julio de 2018. Entre los factores que contribuyen a la inflación en Argentina figuran: 1) el aumento de tarifas de servicios públicos producto de la eliminación de subsidios y dolarización de las mismas; 2) la eliminación de retenciones a las exportaciones de productos primarios y consecuente dolarización de productos de la canasta básica de alimentos (trigo, carne, etc.); 3) la dolarización de los precios de combustibles, y; 4) la errática política cambiaria resultó en fuertes devaluaciones que sectores concentrados trasladaron rápida y directamente a precios.

Ninguno de los elementos señalados tiene que ver con la base monetaria. Por lo tanto, una brutal contracción monetaria, y la  inevitable recesión económica que ésta producirá, no es la solución. Es probable que en su primera semana al frente del BCRA, Sandleris se haya percatado de lo que acabamos de señalar. El domingo siguiente a su asunción, entrevistado en uno de los medios oficialistas, nos da su segunda interpretación de la inflación: “El objetivo de aumento cero de la base monetaria implica que vamos a estar evitando que haya pesos sueltos dando vuelta en la economía que puedan alimentar la demanda de dólares”. O sea, la inflación no sería una cuestión monetaria sino cambiaria. En este sentido, creemos que se acerca, sin decirlo explícitamente, a un diagnóstico más acertado: los desequilibrios fundamentales de la economía argentina no son el déficit fiscal y la inflación, como sostuvo inicialmente. El desequilibrio fundamental es la escasez estructural de divisa.

Aquí nos enfrentamos a dos problemas. El primero es que, desde su llegada al poder, Cambiemos no ha hecho más que profundizar el problema de la escasez de divisas. La política cambiaria errática, la desregulación cambiaria y de movimientos de capitales, el endeudamiento récord en divisa, la apertura comercial, y el levantamiento de requisitos de liquidación de los ingresos de las exportaciones son algunos de los factores que  contribuyeron a profundizar la escasez estructural de divisa. El segundo problema es que la escasez de divisa no se soluciona asfixiando monetariamente a la economía y con una tablita cambiaria. La solución comienza por desandar el desastre desregulatorio de Cambiemos, e implementando políticas de manejo activo de las variables clave de la economía como el tipo de cambio, las reservas internacionales, el comercio internacional y el crédito productivo.

* Investigador docente del Area de Economía Política, Universidad Nacional de General Sarmiento.