Desde Ushuaia

“Vivir acá es muy intenso. La naturaleza y el clima son extremos en comparación al resto del planeta y es habitual que nos quedemos aislados porque se cancelan vuelos o se corta la única ruta que nos conecta, la 3. Te gusta o no, lo tomás o lo dejás. Y nosotros, bueno, decidimos quedarnos... para hacer rock”, cuenta Martín Gunter, líder de Vodevil, la banda más emblemática de la última provincia de Argentina. Este power trío es el mascarón de proa de una ristra de grupos como Humus Rave, Vozenoff, Petite Le Mort, Tres Orillas, Perro Monstruo o Los Vendehumo, quienes también comparten el esfuerzo por hacerse escuchar en Ushuaia capital y Río Grande, la ciudad más ídem de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida Argentina e Islas del Atlántico Sur. A todas ellas, Gunter difunde desde Rock-Fueguino.com.ar, un sitio que creó en 1999 para agitar la escena provincial.

¿Por qué la juventud fueguina se vuelca hacia un estilo anglosajón, del norte, originado al otro extremo del fin del mundo? “Porque el rock es el folclore de Tierra del Fuego”, sorprende Gunter. “Es una provincia con fuerte inmigración, sobre todo a partir de 1972, cuando la Ley de Promoción Industrial estimuló la radicación de mucha gente. Los pueblos originarios de acá no legaron su música y el rock penetró tal vez porque su heterogeneidad expresa mejor la cruza de personas, intereses y culturas que el folclore o el tango.”

Vodevil se formó en 1995 y logró mantenerse activa y joven. Su actual alineación (Martín Gunter en bajo y voz, el guitarrista Eric Quintero y el baterista Walter Olivo, dos de los mejores talentos jóvenes de la isla) es además la más longeva y la que grabó tres de sus cuatro discos: Debajo del under (2011), Discobosque (2014) y Principio del mundo (2016). El más reciente suena por momentos apacible y de a ratos intenso. Como Ushuaia misma, con momentos de tensión sociopolítica (El estigma) y la inspiración del entorno geográfico (Oliwaia, bella oda al Monte Olivia).

La escena fueguina bulle, aunque en un radio breve: se toca apenas en las dos ciudades grandes, más Tolhuin (un pueblo de 3 mil habitantes) y, eventualmente, Punta Arenas, hito chileno próximo. El resto de la Patagonia queda lejos y Buenos Aires ni hablar. De reojo, a escasos 700 kilómetros, miran las Malvinas. “Nos gustaría ir a tocar pero no las condiciones: hay que entrar con pasaporte, como extranjeros, en un lugar que se supone que pertenece a nuestra provincia”, dice Gunter, quien cobija otro sueño: “Irónicamente, parece ser más probable un show en la Antártida”.