El Gobierno del presidente Mauricio Macri quiere dar otra muestra de su disciplinamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y buscar apurar la media sanción del Presupuesto 2019 la semana próxima en la Cámara de Diputados, antes que el directorio del organismo financiero internacional discuta la renegociación con Argentina, la ampliación del crédito a 57.100 millones de dólares y adelantar su desembolso. Cambiemos se fijó como fecha tentativa del martes 24 de octubre, confiado en que la negociación que la Casa Rosada lleva adelante por fuera del Congreso con los gobernadores peronistas arribe a buen puerto, aunque no todos los puntos en disputa están cerrados. Las cuentas del oficialismo le auguran un triunfo ajustado, que en el Gobierno consideran que no sería una buena señal al FMI y los mercados. Por lo que avanzará en una discusión cara a cara con los diputados díscolos que responden a los gobernadores dialoguistas pero que se resisten a acompañar el presupuesto de ajuste.
La resistencia que generó entre los diputados opositores el presupuesto de ajuste, que tampoco contempla la desconocida renegociación con el FMI que se selló en medio de la discusión del proyecto presupuestario que ya había enviado al Congreso, complicó los planes del Gobierno. Ahora, el oficialismo –que apostó todas sus fichas a la negociación por fuera del Parlamento con los gobernadores peronistas– buscar apurar su aprobación.
El objetivo del Gobierno siempre fue traspasar el escollo de Diputados antes que termine octubre. La cumbre del FMI que definirá la suerte del acuerdo apura los tiempos. Cambiemos quería emitir el dictamen este semana, pero la convocatoria a la comisión de Presupuesto no fue formalizada todavía y podría trasladarse a la próxima. El sostenimiento opositor de la sesión especial de este jueves para anular el aumento extra del gas, que el Gobierno prometió volver atrás y del que todavía no existe comunicación oficial alguna, conspiró contra los tiempos oficiales.
Cambiemos podría postergar el dictamen para el martes próximo, con el acuerdo con los gobernadores aceitado y llevarlo al día siguiente al recinto. Allí, afrontaría los embates de la oposición mas dura por el tratamiento exprés del proyecto, el rechazo del Gobierno a incorporar la renegociación con el FMI al texto del Presupuesto, así como el bloqueo oficial a que el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, rinda cuentas sobre la política monetaria, y el devaluado a secretario de Energía, Javier Iguacel, sobre el cuadro tarifario del gas y luz para 2019.
El presidente de la comisión de Presupuesto de la Cámara baja, el macrista Luciano Laspina, anticipó a la oposición que retiraría del proyecto la quita del plus a las futuras jubilaciones y asignaciones familiares en la Patagonia y que modificaría los superpoderes que el texto original le asigna al jefe de Gabinete para modificar el destino de partidas presupuestarias.
Una discusión mas ardua será rechazo del grueso del arco opositor a la modificación de la ley de Administración Financiera, con la que el Gobierno quiere las manos libres para renegociar la deuda externa de acuerdo a las “condiciones de mercado” y ya no con la exigencia de conseguir mejoras en montos, plazos e intereses como actualmente fija la ley. En el Gobierno buscan contrarreloj una alternativa que no bloquee las intenciones del Gobierno pero que reduzca la resistencia opositora.
Si sellan el acuerdo con los gobernadores que le garanticen los votos para la media sanción, la estrategia oficialista también contempla una aprobación a libro cerrado y en una sola votación. Cambiemos no quiere abrir la discusión en particular para evitar los riesgos de modificaciones por fuera de las ya acordadas.
Una estrategia que necesita imperiosamente del respaldo del interbloque de Argentina Federal con el que el oficialismo alcanzaría la mayoría, ante el rechazo anticipado del kirchnerista FpV-PJ, el massista Frente Renovador, el Movimiento Evita, el Frente de Izquierda, el peronismo puntano, y varios monobloques. Aunque Cambiemos también negocia con otros bloques provinciales como los santiagueños del Frente Cívico y los misioneros del Frente para la Concordia.
Aunque desde la propia bancada alineada con la mayoría de los gobernadores peronistas ya anticiparon que no habrá unanimidad en la posturas de sus diputados: habrá votos por la aprobación, abstenciones y hasta por el rechazo. Por eso el oficialismo dirigirá negociaciones cuerpo a cuerpo con ellos para intentar vencer las resistencias o al menos que cambien su voto por el mal menor para el Gobierno: que quienes se proponen votar en contra finalmente se abstengan y a los abstencionistas que lo hagan a favor. El argumento central será que una votación ajustada con una gran resistencia opositora no sería una buena señal para el FMI y los mercados.