El retiro de Emanuel Ginóbili marcó un antes y un después para el básquet argentino. No sólo porque se despidió el mejor jugador de su historia, sino porque además significa el fin de dieciséis años seguidos de presencia albiceleste en la NBA. Cuando los Spurs reciban hoy a los Minnesota Timberwolves, los aficionados de San Antonio sentirán un enorme vacío, ya que por primera vez en veintidós temporadas no tendrán en la cancha a ningún integrante del Big Three que conformaban Tim Duncan, Tony Parker y Ginóbili y que les regaló cuatro títulos.
“Por el momento, no lo extraño para nada. Es más, estoy más convencido que hace un mes de que tomé la decisión correcta”, dijo Ginóbili a fines de septiembre, justo al cumplirse un mes del anuncio de su retiro y, con ello, cerró la última esperanza de un cambio de su resolución. Con la ausencia del bahiense, el básquet albiceleste no contará con ningún representante en la NBA por primera vez desde la temporada 2001/2002 y muy lejos de los seis que llegaron a comenzar la campaña 2007/2008.
El desembarco de los argentinos en la liga estadounidense se dio en la temporada 2000/2001, cuando los Seattle Sonics contrataron directamente de la Liga Nacional al pivot Rubén Wolkowyski, al tiempo que los Philadephia 76ers sumaron al base Juan Ignacio “Pepe” Sánchez, figura de Temple en el baloncesto universitario de la NCAA. El 31 de octubre de 2000, Sánchez y Wolkowyski jugaron sus primeros minutos en la NBA, un hecho inédito en ese momento pero que con el correr de los años se tornó habitual.
Tras el histórico segundo puesto de la selección argentina en el Mundial de 2002 y la primera victoria sobre el Dream Team llegó el turno de Ginóbili en San Antonio, mientras que Sánchez fichaba para Detroit Pistons y Wolkowyski lo hacía para Dallas Mavericks.
El siguiente gran paso se dio en 2004, después de la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas. Esa temporada se sumaron Andrés Nocioni a Chicago Bulls y Carlos Delfino a Detroit Pistons.
Año a año, la lista crecía: Fabricio Oberto a San Antonio, Walter Herrmann a Charlotte Bobcats y Luis Scola a Houston Rockets. Así se llegó al record de la 2007/2008, con la presencia de Ginóbili, Delfino, Herrmann, Nocioni, Oberto y Scola en la máxima competición de básquet del mundo.
Tras ese pico llegó una meseta, que recién se revirtió en 2012, cuando Pablo Prigioni arribó a New York Knicks para convertirse en el rookie más veterano en la historia de la Liga al debutar con 35 años, 5 meses y 13 días.
El inicio de la campaña 2016/2017 parecía ser el comienzo de una nueva era, otra vez con cinco argentinos y, sobre todo, con tres jugadores que no pertenecían a la Generación Dorada: Nicolás Brussino fue fichado por Dallas Mavericks, mientras que Nicolás Laprovittola y Patricio Garino llegaron a los Spurs, aunque el alero terminó jugando en Austin, la filial de los texanos en la Liga de Desarrollo. Finalmente, hacia el final de la temporada, Garino terminó jugando cinco partidos para Orlando Magic.
Con Scola en la Liga de China y Brussino, Laprovittola y Garino cortados en la NBA y con contratos en España, la última temporada dejó a Ginóbili como único embajador, hasta el anuncio de su retiro.
Sin el bahiense, el futuro a corto plazo no parece ser venturoso para los jugadores argentinos en la NBA. El armador Facundo Campazzo, el mejor representante de la actualidad, está brillando en el Real Madrid, con un contrato de tres temporadas que firmó en junio. “Jugar en el Madrid es una vidriera muy grande. Estoy muy cómodo acá, estoy en uno de los mejores clubes del mundo a nivel FIBA por afuera de la NBA y no tiene nada que envidiarle a la NBA”, dijo Campazzo, cerrando de momento esa alternativa.
Su flamante compañero en el club blanco Gabriel Deck, otro de los jugadores con alto potencial, está ganándose un lugar en el actual campeón de Europa, por lo que su prioridad ahora tampoco está en la NBA. De esa forma, el hueco dejado por Ginóbili tras dieciséis años en el más alto nivel parece ser aún más difícil de llenar.