Hace un año, en el partido inaugural de la nueva temporada de la NBA contra los Boston Celtics, LeBron James salió a la cancha del Quicken Loans Arena con un mensaje: “Equality” (igualdad). Las letras, mayúsculas y doradas, se destacaban en la parte trasera de sus zapatillas negras. Fue la forma en la que la gran estrella del básquet, entonces con los Cleveland Cavaliers, se implicaba en las protestas contra Donald Trump después de que éste arremetiera contra los jugadores de la Liga de Fútbol Americano (NFL) que se arrodillan durante el himno nacional como protesta contra el racismo. El mandatario había llamado “hijo de puta” a Colin Kaepernick –el mariscal de campo que inició del movimiento y que por aquel entonces llevaba ya casi diez meses sin jugar porque ningún equipo quería ficharlo– y había instado a los dueños de los clubes a echar a los deportistas que estaban siguiendo su ejemplo.
LeBron levantó la voz. “Estamos en un momento en el que el cargo más poderoso del mundo tiene la oportunidad de unirnos como pueblo e inspirar a la juventud diciendo que debo poder caminar por la calle sin ser juzgado por el color de mi piel o por mi raza. Y no lo piensa. Ni siquiera le importa”, criticó. Dos meses después del arranque de la temporada, volvió a salir a la cancha con la leyenda “equality” en sus zapatillas, esta vez una blanca y otra negra sobre el Capitol One Arena de Washington DC, a un kilómetro de la Casa Blanca. El mensaje se entendió sin necesidad de que pronunciara el nombre del presidente.
Para la nueva temporada de la NBA que arrancó ayer, LeBron ha dejado el noreste de EE.UU. para jugar en la costa oeste con Los Angeles Lakers. Pero no es de esperar que esta gran distancia de la Casa Blanca le haga abandonar sus críticas a Trump. “No vamos a dejar que una persona nos dicte a nosotros como estadounidenses cómo de hermosos y poderosos somos como pueblo”, prometió hace ya tiempo.
En la era Trump, el alero se ha afianzado como una de las conciencias políticas del deporte estadounidense, haciendo de la igualdad su causa ante un mandatario que agita el tema racial para mantener activa a la base de votantes que le dio la presidencia. Triple campeón de la NBA, en la que lleva jugando 15 de los casi 34 años que cumplirá en diciembre, desde que LeBron alcanzó su posición como uno de los mejores jugadores de básquet de la historia ha utilizado esa plataforma para posicionarse sobre problemas sociales, principalmente los que afectan a los negros en un país en el que el racismo y la inequidad siguen estando entre sus señas de identidad. En 2012 lideró a sus compañeros de Miami Heat, donde jugaba entonces, para salir a la cancha vestidos con una prenda deportiva con capucha como la que llevaba el joven negro desarmado Trayvon Martin, al que un vigilante de barrio disparó y mató durante un enfrentamiento en Florida ese año. En 2013 elevó su voz contra Donald Sterling, dueño por entonces de Los Angeles Clippers, tras los comentarios racistas de éste. En 2014 fue uno de los jugadores que aparecieron en los calentamientos vistiendo una camiseta negra en la que se leía en blanco “I can’t breath” (No puedo respirar). Fue la frase que el afroamericano Eric Garner gritó once veces antes de morir cuando un agente lo agarró del cuello y varios se pusieron sobre él.
“La igualdad consiste en entender nuestros derechos, en entender qué defendemos y lo fuertes que somos como hombres y mujeres, negros o blancos o hispanos. La raza no juega ningún papel”, ha dicho LeBron.