La comunidad científica se vio sacudida por los resultados de una investigación que cuestiona las afirmaciones de Piero Anversa, un prestigioso cardiólogo que dio clases en la Universidad de Harvard hasta 2015 y publicó más de treinta investigaciones en las que una y otra vez demostraba la eficacia de la terapia con células madre para resolver al insuficiencia cardíaca luego de infartos.
El cardiólogo italiano saltó a la fama en 2001, cuando publicó una investigación en la que afirmó que insertando células madre de la médula ósea los músculos del corazón se regeneraron “como por arte de magia”.
A pesar de que otros laboratorios no eran capaces de reproducir los hallazgos del doctor Anversa —un paso fundamental en el método científico, para decidir acerca de la “verdad” de un descubrimiento— empezaron a crearse empresas que se movían bajo los postulados del cardiólogo. Es más: el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos financió pruebas clínicas con base en sus investigaciones.
En 2013, sospechando que había algo que estaba mal, ya que los resultados de Anversa y su equipo seguían sin poder ser reproducidos por otros laboratorios, el Hospital de Brigham y Mujeres de Boston, junto a la Facultad de Medicina de Harvard, empezaron a investigar los trabajos del profesor Anversa. Y se encontraron con un fraude de proporciones insospechadas: 31 artículos académicos con datos falsificados o simplemente inventados.
El trabajo de Anversa, respaldado por millones de dólares en fondos federales, ayudó a sentar las bases para los ensayos clínicos, y los cardiólogos continúan estudiando formas de reparar el corazón con células madre. El cardiólogo italiano publicó más de cien artículos científicos y entre sus colaboradores hubo reconocidos científicos del campo de la cardiología. También recibió honores de la American Heart Association.
Él y otros miembros de su laboratorio abandonaron el Hospital Brigham and Women’s, asociado a Harvard, en 2015, a la sombra de la investigación interna en curso sobre la integridad del trabajo realizado en su laboratorio. “Luego de una revisión de la investigación realizada en el antiguo laboratorio de Piero Anversa, determinamos que 31 publicaciones incluían datos falsificados y/o fabricados, y notificamos a todas las revistas relevantes”, dijeron el lunes 15 Harvard y Brigham en una declaración conjunta.
“Se produjeron graves daños en esa área de investigación y, potencialmente, muchos jóvenes investigadores se verán perjudicados, ya que iniciaron sus carreras basados en premisas que se demostraron falsas (o basadas en datos falsificados)”, dijo Jonathan Epstein, cardiólogo de la Escuela de Medicina Perelman, de la Universidad de Pensilvania. “Cualquier ensayo clínico con pacientes, basado en todo o en parte en un trabajo ampliamente cuestionado, debe ser seriamente repensado y no seguir sin el debido proceso o consideración”, insistió. Varias revistas dijeron que habían recibido recientemente comunicaciones de Harvard que detallan problemas con los estudios del laboratorio de Anversa y que estaban considerando sus protocolos antes de decidir si retirar o no los artículos.
En 2014, The Lancet puso un “llamado de atención” en un informe de ensayo clínico en el que los investigadores infundieron células madre cardíacas creadas en el laboratorio de Anversa en los corazones de los pacientes, citando preocupaciones sobre la integridad de los datos.
Suzanne Grant, una portavoz de la American Heart Association, dijo que “acabamos de recibir y estamos evaluando los hallazgos de la investigación de la Universidad de Harvard, que se desarrolló a lo largo de varios años”. Señaló que un artículo en coautoría de Anversa había sido retirado y que una docena se habían corregido para incluir la revelación de que Anversa era parte de la compañía Autologous, que fabrica productos medicinales.
Según publicó The Washington Post, uno de los científicos que trabajaron con Anversa en diversos artículos señaló que “la integridad de los datos presentados por el laboratorio de Anversa estaba comprometida”.
El hospital Brigham pagó diez millones de dólares al gobierno para resolver posibles multas por haber recibido fondos federales en base a datos falsos.
“A pesar del hecho de que varios laboratorios prominentes no pudieron confirmar los hallazgos clave, los experimentos de Anversa y su equipo se tradujeron rápidamente en pruebas clínicas en pacientes con insuficiencia cardíaca... Ojalá ningún paciente haya sido puesto en riesgo en ensayos clínicos basados en datos fraudulentos”, dijo Eduardo Marbán, director del Instituto Smidt Heart en el Centro Médico Cedars-Sinai.