El ex titular del Banco Central al inicio del gobierno de Carlos Menem, Javier González Fraga, fue designado como presidente del Banco Nación. El reemplazante de Carlos Melconian es un economista de 68 años que se identifica con el ala conservadora del radicalismo. Compartió la fórmula presidencial con Ricardo Alfonsín en 2011 y apoyó la precandidatura de Ernesto Sanz en 2015. “Durante el kirchnerismo le hicieron creer al empleado medio que su sueldo medio servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior. Eso era una ilusión. Eso no era normal”, fue una de sus irrupciones destacadas durante el año pasado para justificar el programa de Cambiemos de caída tendencial del salario real.
“La manera de crecer es generar un proceso de inversión, no de consumo. Aplaudo el consumo cuando es resultado de la generación de empleo, no de la emisión monetaria. Las condiciones que permitieron en los últimos años una gran capacidad de consumo eran poco sustentables. No estoy en contra de la movilidad social ascendente. Me considero un economista progresista y estoy en contra de la burbuja cambiaria que se repite cada diez años. Una cosa es generar riqueza y otra es generar dinero. La riqueza es la producción, no la emisión monetaria. Lo importante es estimular la inversión y no el consumo; éste es consecuencia de la inversión”.
De esa forma, González Fraga salió a aclarar el 30 de mayo de 2016 sus dichos sobre los plasmas y los viajes al exterior. Su descargo lo pinta de cuerpo entero como un economista ortodoxo, porque considera que el Gobierno primero debe estimular la inversión y luego, como un subproducto, crecería el consumo. La única forma de procurar impactar sobre la inversión sin mover el consumo es una mejora de la rentabilidad de las empresas, que no puede ser, por definición, sino a costa de los trabajadores. El programa de González Fraga supone reducir hoy el poder de compra de los trabajadores para mejorar las ganancias de las empresas y que de ese modo se genere empleo que, finalmente, incremente el consumo popular. En este punto su identificación con el Gobierno es total. Teoría del derrame de pura cepa.
González Fraga se recibió de economista en la Universidad Católica Argentina (UCA) y luego cursó estudios de posgrado en Harvard y en la London School of Economics. En el terreno de la gestión pública su primera gran aparición fue como presidente del Banco Central entre el 8 de julio y el 24 de noviembre de 1989. Luego reasumió el cargo entre el 13 de junio de 1990 y el 29 de enero de 1991, en los albores del menemismo. En el sector privado, lideró la consultora GF Macroeconomía, fue director del Instituto Argentino de Mercado de Capitales, vicepresidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires entre 1994 y 1999 y se desempeñó como director del grupo automotor PSA Peugeot Citroën. Su proyecto empresarial más destacado fue la creación en 1991 de la alimenticia La Salamandra, reconocida por su dulce de leche y producción de queso. En 2002 vendió la firma. Es además columnista del diario La Nación (como el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne) y del diario Perfil. También se desempeña desde octubre como director de Papel Prensa en representación del Estado nacional. En su cuenta de Twitter se autodefine como “economista y productor agropecuario”. A través de esa red social señaló que “los que dicen que #MilagroSala es un preso político piensan que los políticos pueden robar, generar violencia y no recibir sanciones” y manifestó su apoyo al gobernador Gerardo Morales.
Como recordó en su blog el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, González Fraga apoyaba las medidas de la Alianza a mediados de 2001. “Fue una forma de demostrar que en algún tiempo, él pensaba bien”, dijo Cavallo. En 2003, González Fraga elogió al gobierno de Néstor Kirchner, a quien felicitó por “enfrentar a la mafia del PAMI” pero su beneplácito cayó a medida que aumentó la intervención del Estado en la economía. El 29 de octubre de 2008 decía: “Que el Gobierno abandone el proyecto de (estatizar) las AFJP y pida perdón por haberlo planteado”. González Fraga tiene un estrecho vínculo con Martín Lousteau y con Alfonso Prat-Gay, quien se congratuló con la designación.
En relación a los aumentos tarifarios del año pasado, González Fraga afirmó que “la clase media en términos relativos está peor que la clase más baja, porque la clase más baja no depende tanto de las tarifas, consumen muy poco o están colgados” y también se mostró interesado en saber “qué tan pobres son los pobres” que definen los índices de pobreza. En una entrevista publicada el 11 de diciembre en Clarín, González Fraga consideró que “en parte si el consumo está planchado es porque la gente está ahorrando y eso se ve en la compra minorista de dólares”.
Más definiciones de González Fraga: “Todavía no es un problema el endeudamiento. Si estás debiendo 13 o 14 puntos del producto, tenés para duplicarla”; “achicar el déficit lo puede hacer cualquiera. El tema son los problemas políticos. El déficit que tenemos es por las concesiones políticas que se han hecho, que nos permitieron terminar el año sin huelga general, sin piquetes, sin saqueos. Eso costó 2,5 puntos del PBI. Hay dos maneras de achicar el déficit. Una es bajando el gasto. La otra es poner el dólar a 30 pesos. Pero, ¿cuál hubiera sido el precio de bajar un 30 o 40 por ciento el salario real, si habiéndolo bajado un 5 por ciento se generaron semejantes críticas diciendo que Macri es un ajustador?”.
A fines del año pasado, afirmó que “debería haber un financiamiento mucho más explícito y agresivo. Yo me imagino un Banco Nación que sea un Bndes que ofrece plata en dólares a 10 años al 4 por ciento. Hoy la mayor parte de nuestros sectores industriales no son competitivos. Y a este tipo de cambio no lo van a ser porque está atrasado y va a seguir atrasado un poco más. Pero con financiamiento se puede equipar”. También criticó que “hasta ahora, durante este año que llevamos, no escuché por parte de Macri o Marcos Peña un discurso económico conclusivo y que entusiasme”.