Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas, la población mundial hoy asciende a 7.633 millones de personas y se prevé que alcance los 9.771 millones en el año 2050. En cuanto a la población urbana mundial, en la actualidad existen unos 4.220 millones de habitantes, mientras que en 2050 se estima que habrá 6.679 millones de personas viviendo en las ciudades.
Estas proyecciones plantean grandes desafíos en materia de urbanismo. En efecto, unas de las mayores preocupaciones a la hora de pensar las ciudades son el aumento y la evolución de la población, hechos que reclaman nuevos enfoques orientados a desarrollar estrategias para albergar a todos los habitantes y, a su vez, garantizarles la mejor calidad de vida, sobre todo a aquellas urbanizaciones que presentan altos niveles de desigualdad y grandes problemas de desarrollo, como es el caso de muchas de las ciudades de Latinoamérica.
En este complejo escenario de crecimiento acelerado de la población y concentración de los habitantes en sistemas urbanos caracterizados por la falta de planificación, las carreras de Urbanismo y Arquitectura se enfrentan a enormes retos al diseñar e implementar proyectos orientados a un desarrollo territorial más inclusivo y sustentable.
Desafíos que, vale aclarar, exigen la participación interdisciplinaria y, sobre todo, la aplicación de políticas públicas urbanísticas que deben incorporar los diferentes aspectos básicos del funcionamiento de las ciudades, tales como: la mejora del transporte, la utilización del uso del agua y la energía, el tratamiento de los residuos, el uso de los recursos naturales, el acceso a la vivienda, a los espacios públicos, etc, pero siempre vinculados con el contexto social, político, económico y cultural en el que se insertan.
En otras palabras, el diseño de una ciudad sustentable no sólo se relaciona con los aspectos ecológicos o la preservación del medioambiente, sino también con garantizar los derechos de toda la población. Para ello, se requiere de la colaboración interdisciplinaria, pero, fundamentalmente, de la participación del Estado, dado que sin políticas de urbanismo estamos condenados a habitar ciudades caracterizadas por la desigualdad, la injusticia y la contaminación ambiental.
Con el fin de profundizar acerca de estas cuestiones, Universidad dialogó con tres especialistas: Eduardo Reese, docente de la Licenciatura en Urbanismo del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), Emilio Piñeiro, director de la carrera de Arquitectura de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), y Andrea Tapia, directora de la carrera de Arquitectura de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN).
Si tenemos en cuenta cómo fue el crecimiento y la evolución de la población en los últimos años, ¿cuáles son los enfoques actuales sobre el diseño de ciudades que puedan albergar a todos los habitantes y, al mismo tiempo, garantizarles una mejor calidad de vida?
Andrea Tapia: Uno de los problemas que afronta Latinoamérica, y Argentina en particular, es la conurbanización de las ciudades sin criterio y sin planificación de ningún tipo. Podríamos decir que lo que caracterizaba, por ejemplo, a las ciudades de fundación, que era una distribución bastante democrática de los servicios urbanos, los que generan pertenencia y ciudadanía (plazas, escuelas, hospitales), en los crecimientos subsecuentes que se dieron desde lógicas privatistas más que desde posturas de un “Estado solidario”, hicieron que creciera la mancha urbana y no la ciudad como sistema complejo, multifuncional y multidireccional, siguiendo con prácticas desactualizadas como las zonificaciones, sin ningún tipo de análisis de sostenibilidad social, económica, cultural y ambiental. (…) Hoy, muchas de las ciudades de Latinoamérica que han pasado el millón de habitantes, no pueden ser consideradas tales, ya que no dan a todos los ciudadanos la misma calidad de vida. (…) Entender que la ciudad es mucho más que vivienda, es una de las claves para iniciar programas verdaderamente significativos para la recalificación de la ciudad y la construcción de ciudadanía. La ciudad es el reflejo material de la ideología de una sociedad.
Eduardo Reese: Efectivamente, a nivel mundial, el aumento de la población y de los niveles de urbanización han sido uno de los mayores ejes de preocupación, sobre todo porque ambos procesos se verifican fundamentalmente en los países que presentan serios retrasos en materia de desarrollo y equidad. En ese contexto, el caso de Argentina es algo particular: es un país muy altamente urbanizado desde hace casi 90 años (hoy, 92% de su población es urbana), con una tasa de crecimiento poblacional moderada. Esto no quiere decir que no tengamos otros problemas importantes como los altos niveles de desigualdad. Quiere decir que, en Argentina, garantizar la mejor calidad de vida urbana es un problema importante y, además, antiguo.
Emilio Piñeiro: La mitad de la población mundial vive en ciudades y esta tendencia va en aumento. La ciudad sigue siendo parte importante en la generación del producto bruto interno de los países, por lo que continúa siendo una oportunidad para el desarrollo de la vida. La tendencia es “densificar las ciudades”, para optimizar los recursos y servicios. Los planes maestros actuales de las ciudades se focalizan en la integración de las áreas urbanas, la creación de espacios públicos, la eliminación de barreras arquitectónicas, la disminución de la isla de calor, el uso permanente de los espacios urbanos. El respeto a las condiciones culturales y patrimoniales se asocia a una ciudad dinámica, plurifuncional y participativa, que favorezca la sociabilización de los seres que la habitan.
Entonces, ¿qué lugar debe ocupar la discusión acerca de determinados aspectos básicos de funcionamiento de las ciudades (vivienda, transporte, residuos, uso del agua, energía, etc.) en su planificación?
ER: Sin duda, deben ocupar un lugar central, pero entendidos desde un enfoque complejo y, por lo tanto, de manera integrada. El propio Instituto del Conurbano de la UNGS es una unidad académica interdisciplinaria que aborda y comprende el territorio como un sistema complejo. Enfatizo esta cuestión porque, en general, las políticas que se diseñan para resolver estas problemáticas urbanas que usted bien plantea, son sectoriales, abordan aspectos parciales de los mismos y no tienen suficientemente en cuenta la trama de condicionantes recíprocos. De tal modo, es imprescindible enseñar a interpretar la realidad urbana de manera integral e integradora, y para esto requiere de un enfoque y de un método que necesariamente debe ser interdisciplinario.
AT: Hoy, el arquitecto debe poder manejar todas las dimensiones que modelan nuestros territorios y ciudades, sin ser experto en ellos -a esto me refiero con el trabajo interdisciplinario-, pero sí debe ser un experto en proyectar escenarios futuros. Es por eso que en la carrera de Arquitectura de la UNRN el alumno, desde el primer día de cursada y hasta que termina su paso por la carrera, afronta dos talleres paralelos, el Taller Vertical de Proyecto Arquitectónico y el Taller Vertical de Proyecto Urbano Territorial. Aborda el objeto arquitectónico al mismo tiempo que se sumerge en el análisis y el proyecto del territorio y la ciudad como sistemas complejos (…).
EP: En el debate sobre la planificación de ciudades, los aspectos culturales, sociales y económicos deben ser la base de la discusión. En los planes de estudio de las carreras de Arquitectura y Urbanismo, como los programas de las asignaturas, se ve reflejada la preocupación por trabajar sobre esos temas de manera integral. Se han creado asignaturas específicas en el área de proyecto y planeamiento referidas a temas de movilidad urbana, uso eficiente de los recursos, reconversión de áreas urbanas, etc. El Urbanismo y la Arquitectura se plantean de manera sustentable, tomando esta condición como parte inseparable de la disciplina, ya no como un agregado ni un atributo, ya que esa condición debe estar presente en todos los proyectos.
A grandes rasgos, ¿qué características debe tener una ciudad sustentable?
ER: Si entendemos la sustentabilidad con un enfoque amplio, una ciudad sustentable es aquella que garantiza la plena satisfacción de los derechos humanos. No hay ciudad sustentable sin derechos y no hay derechos sin Estado. Una ciudad sustentable es la que garantiza, a través de sus políticas, un hábitat digno para todos y todas, lo que implica, desde una perspectiva de género y diversidad, el acceso universal a la tierra, la vivienda, las infraestructuras básicas, los equipamientos sociales, los servicios y los espacios de trabajo y producción, en un marco de respeto de los rasgos culturales y simbólicos de cada comunidad, y de la preservación del ambiente y de los bienes comunes. De tal forma, el urbanismo es una función pública que implica la obligación indelegable de los diferentes niveles del Estado a garantizar la defensa de los derechos colectivos que desarrolla especialmente el principio de la función social y ecológica de la propiedad.
EP: La ciudad sustentable debe basarse en el espacio público participativo, inclusivo y democrático. Sin espacio público no hay urbanidad. En Argentina, el fenómeno de la “ciudad dispersa”, con el modelo de la ciudad jardín, toma el formato de barrio privado como uno de los causales de ese modelo. Pero la inequidad social es la causa principal de insustentabilidad urbana, con las conurbaciones como asentamientos no formales, sin servicios ni controles, con crecimientos no planificados y con asentamientos riesgosos para esas poblaciones son el problema a resolver por las políticas urbanas. Hoy hay signos evidentes, en las ciudades con mayores posibilidades de desarrollo, de que la tendencia es generar espacios públicos de calidad, y apostar a la multifuncionalidad y la multifocalidad -que son la base para una ciudad sustentable-, y reducir consumos de energía, movilidades y transporte. La ciudad debe ser inclusiva y favorecer la vida de relación. La ciudad de Mendoza está dando muestra de ello, pues se está pensando el área metropolitana como una unidad (unicipio) con acciones coordinadas y un plan de transporte integral. El municipio de Capital está poniendo en funcionamiento una nueva ordenanza que privilegia la densificación y valora la incorporación de estrategias bioclimáticas y sustentables en los proyectos.
AT: La sostenibilidad y la perspectiva de género son dos variables muy “marketineras”, por decirlo de alguna manera. En primer lugar, la Arquitectura durante siglos fue sostenible (…) ¿Cuándo perdimos esta capacidad de adecuarnos al lugar, al ambiente y a la sociedad en donde nos encontramos? En primer lugar, con la aparición de las tecnologías, y luego con el proceso de globalización que nos permitió tener todo el mundo en un artefacto. Por lo tanto, hoy la sostenibilidad no tiene recetas, es una dimensión que debe ser considerada en cada lugar, momento histórico y sociedad. (…) Del mismo modo, la perspectiva de género puso sobre la mesa la necesidad de sacar a la Arquitectura y el Urbanismo de los estándares construidos a partir de una imagen de hombre ideal que, por desgracia nuestra, era un hombre alto, atlético, culto y con cierto poder económico. Sobre ese modelo se han desarrollado las imágenes de ciudad que hoy tenemos. La perspectiva de género introduce en la discusión del “para quién” a los “otros”, a niños, mujeres, ancianos, otras etnias, es decir, introduce usos y costumbres no estandarizados.
Por último, ¿cuáles son los desafíos que hoy enfrentan las carreras de Arquitectura y Urbanismo a la hora de pensar las ciudades del futuro, tanto en términos de desarrollo y de inclusión como de problemas medioambientales?
ER: Están vinculados con cómo la enseñanza y la investigación académica se produce de manera cada vez más asociada y colaborativa con los actores del territorio. Para enfrentar los nuevos problemas urbanos, este desafío tiene, por lo menos, dos planos: cómo formar profesionales con una mayor capacidad crítica respecto de los procesos socio territoriales y, al mismo tiempo, cómo producir impactos efectivos en las políticas que mejoren las condiciones de vida de la población, en especial de los sectores vulnerados. Esto, a su vez, presenta otros retos como, por ejemplo, enseñar a diseñar e implementar políticas urbanísticas que tengan la capacidad de intervenir decididamente en los mercados inmobiliarios. Los efectos perversos del mercado en la ciudad no son fatales, sino resultado de opciones políticas perversas.
AT: Hoy, las carreras de Arquitectura tienen que afrontar los desafíos que el proceso de globalización nos ha impuesto (…). La globalización lo que menos nos da es tiempo y, a su vez, muchísima información en tiempo real, descontextualizada, por lo que la Arquitectura como disciplina se tiene que replantear qué y cómo enseñar, y para qué contexto específico, sin perder de vista el contexto global (…). La ciudad actual, el ambiente al cual pertenece y su sostenibilidad varían según los contextos y las sociedades que las construyen y transforman. Los problemas ambientales y de contaminación son problemas que hoy necesitan de la mirada transdisciplinar, y de la formación humanista y proyectual del arquitecto (…).
EP: Los debates actuales en las carreras de Arquitectura y Urbanismo para pensar en las ciudades del futuro se basan en que las propuestas deben ser el resultado de la participación de los actores sociales de la manera más amplia posible. Los procesos educativos tienen dificultad para basar sus propuestas en consultas de participación social. Las ciudades del futuro deberán resolver la sobrepoblación y sus desplazamientos. Asimismo, conservar a las ciudades como fuente activa de trabajo y de relaciones humanas. En términos medioambientales, deberán reducirse los factores contaminantes, repensar el uso de los recursos y hacer valoración patrimonial sobre lo que existe (…).