Investigadora adjunta del CONICET y profesora de Química II en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), Nadia Chiaramoni no sólo es una científica, sino también una comediante: “50/50” se autodefine en su cuenta de Twitter. Cual fórmula científica o matemática, la combinación parece perfecta ya que, a juzgar por los resultados, logra llevar a la práctica la premisa que establece  que la divulgación es un aspecto clave del hacer ciencia.

Además de su tarea de investigación, donde dedica su tiempo al estudio de transportadores de drogas para el mejoramiento de diferentes terapias en enfermedades pulmonares, Chiaramoni forma parte del grupo de stand up científico Poper, del cual es fundadora y con quien comparte pantalla en la señal TEC TV (jueves, 22hs, por el Canal 22.5 de la TDA) y presentaciones en Tecnópolis y  el Centro Cultural de la Ciencia.

En dialogó con Universidad, Chiaramoni destacó el carácter colaborativo que tiene la labor científica: la ciencia no es “un sabio loco en soledad”, expresó. Además, brindó detalles de su proyecto “Contemos Historias”, un podcast a través del cual se presentan historias de la ciencia poco conocidas. A su vez, hizo hincapié en la importancia de la divulgación en el trabajo científico por el impacto positivo que puede tener en la vida cotidiana, al tiempo que enfatizó sobre la necesidad de seguir avanzando en materia de igualdad de género dentro de las instituciones científicas, además de hacerlo en el debate social y cultural.

¿Dónde desarrollas tus tareas de investigación?

Mi investigación está relacionada con la salud. Soy investigadora adjunta del CONICET, trabajo en el Laboratorio de Biomembranas de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), hago investigación básica sobre transportadores de droga, compuesto que ayuda a que ciertas drogas lleguen a partes del cuerpo donde es necesario. Siempre lo hice pero voy cambiando distintas drogas y distintas terapias. Ahora estoy avanzando en enfermedades pulmonares crónicas y trabajo en colaboración con un grupo brasilero de la Universidad de Rio de Janeiro. 

La imagen del científico suele ser la de un  varón que está encerrado en laboratorio. ¿Vos como te definis?

Me defino como una persona práctica apasionada por la ciencia. En nuestro laboratorio la directora es mujer, después estoy yo con otras dos mujeres y dos hombres, y después las becarias también son mujeres. Está la idea del sabio loco, un científico que trabaja solo pero la ciencia es una situación colaborativa. No estoy sola en esto. La imagen del científico como un genio en soledad no existe para nada. Es un trabajo colaborativo cien por ciento.

En este sentido, ¿qué es lo que más te gusta de la tarea de investigación? ¿Qué es lo que más te apasiona?

Me gusta cuando surgen más preguntas, y me gusta ser parte de esa tarea colaborativa de responder preguntas entre todos. Me gusta mucho trabajar en la universidad pública porque es el ámbito más apropiado donde ese debate se da esto de buscar una respuesta a una pregunta entre todos, es decir, ese trabajo colaborativo.

¿Cuál es el vínculo de la universidad con la sociedad? ¿Creés que la comunidad científica está cerca de las demandas de la sociedad? 

Acá un egresado de la universidad pública es parte de la comunidad. Un egresado de la universidad pública se forma en un montón de aspectos y es parte de la comunidad. Te doy un ejemplo, con el debate de la ley del aborto nosotras formamos una agrupación de científicas mujeres para escribir, para ir a las marchas. No es algo que tenga que ver directamente con la ciencia y la tecnología, es una demanda de la comunidad. Exigimos cosas desde nuestro rol de científicas y como mujeres. Todo este movimiento se está dando ahora.

¿Cómo surge el proyecto de contar historia a través de hilos?

Valeria Edelstein, a la que admiro hace mucho tiempo, me contactó para proponerme hacer algo de comunicación de historias de mujeres científicas, hecho por mujeres. Tomamos el recurso de los hilos de Twitter y ahora empezamos produciendo podcast. Contamos historias para no olvidar, rescatamos un montón de historias que hay y las redactamos de manera amigable y para que no las olvidemos. Hay historias que son rarísimas. Así creamos el podcast Contemos historias. Mujeres científicas invisibilizadas. 

Con Vale Edelsztein estamos grabando un podcast que se llama “Contemos Historias”. Son historias de ciencia un poco desconocidas, entre ellas hay muchas historias de mujeres totalmente ignoradas. La primera temporada tiene 6 capítulos y se puede escuchar en Spotify y Itunes, además en www.lunfa.fm. Lanzamos cuatro capítulos de la primera temporada y estamos trabajando en una segunda temporada. 

¿Cómo surge la idea de vincular la divulgación científica con el humor?

Hice Stand up más allá de ser científica. Me gustó manejarme con el humor. Mi laboratorio en la Universidad está al lado de Diego Golombek, que trabajaba en 2014 en un programa del entonces Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, que se dedicaba a popularizar la ciencia y a tener determinadas estrategias para acercar a las jóvenes a las universidades públicas y a estudiar carreras científicas. Una de esas estrategias fue la realización de un curso de stand up para estudiantes y egresados de carreras científicas que tenga inquietudes de comunicar la ciencia mediante el humor. Hice ese curso junto con treinta personas más y a partir de él conformamos el grupo Poper (popularización entre risas) y somos científicos de distintas áreas que comunicamos la ciencia mediante el humor. Ahora seguimos trabajando en distintas estrategias. 

En este sentido, ¿qué lugar le asignás a la divulgación dentro de la labor científica?

Para mi es una obligación de la persona que investiga o hace ciencia comunicar lo que hacemos, mediante el humor, escritura, charlas en las escuelas, redes sociales, porque es importante lo que hacemos. Quizás no se tiene tanto en cuenta las tareas de divulgación a la hora de evaluar, pero es muy importante.

¿Cuál es el rol de la mujer en la ciencia?

Ahora hay muchas cosas más visibilizadas. Somos un montón de mujeres en el CONICET, pero en los cargos jerárquicos la mayoría son hombres. Esto está cambiando muy lentamente y se va equilibrando. Pero hay estrategias y políticas que tienen que ir cambiando. Por ejemplo, que las licencias por maternidad y paternidad sean iguales. La masificación del movimiento feminista tiene más incidencia en la ciencia y eso ha permitido que se logren avances. Una vez que ves situaciones de desigualdad no podés dejar de verlas, y eso es lo que está ocurriendo ahora. Nos damos cuenta de un montón de cosas que pasaban que ya no permitimos que nos pasen más. Esto de que las mujeres en los laboratorios hacen las tareas administrativas porque son más prolijas que los hombres no es así, no somos más prolijas. Tuvimos que aprender hacerlo. Esto se está dando vueltas.