Hace menos de dos meses, el 23 de agosto, la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal) había proyectado un crecimiento del 1,5 por ciento para la actividad económica del conjunto de la región y un leve retroceso, de apenas un 0,3 por ciento, para la economía argentina. Ayer revisó a la baja todas estas proyecciones, pero mientras la expectativa para la región en su conjunto apenas si empeoró (estima un crecimiento apenas dos décimas menor, del 1,3 por ciento), en el caso de la Argentina el cambio de pronóstico es drástico: ahora espera una caída en la actividad económica del 2,8 por ciento.
No es que las condiciones económicas hayan cambiado tan negativamente entre agosto y octubre para Argentina, sino que ahora la Cepal parece haber tomado nota de las que por entonces ya existían. Ya se sentía en agosto el impacto negativo de una devaluación desbocada, el primer acuerdo con el FMI restringiendo el gasto público y el salto de las tasas de interés (para aquella fecha, en torno al 60 por ciento). Las nuevas proyecciones de la Cepal superan levemente el pronóstico de caída del FMI (2,6).
Para 2019, en tanto, la Cepal anticipa una nueva caída, del 1,8 por ciento, menos marcada que la de este año pero que profundiza el descenso de la actividad económica. Exactamente el resultado inverso del que augura para la actividad económica en el conjunto de América latina y el Caribe: un crecimiento del 1,8 por ciento.
Aunque el informe de la Cepal hace hincapié en los factores de incertidumbre financiera y riesgos de conflictos en el comercio exterior como condicionantes del crecimiento y la inversión, Argentina parece sometida a un impacto negativo mayor o estar afectada por otros factores, de acuerdo a las proyecciones.
“Las economías de América del Sur, especializadas en la producción de bienes primarios, en especial petróleo, minerales y alimentos, crecerían a una tasa positiva este año (0,7 por ciento), levemente inferior al año anterior”, puntualiza la síntesis de la Cepal. En el caso de la Argentina, de un crecimiento del 2,9 por ciento en 2017 pasaría a una caída del 2,8 por ciento este año, escapando absolutamente a la evolución del resto del subcontinente.
“Las proyecciones para 2019 se dan en un contexto de aumento de la incertidumbre y de los riesgos en el mediano plazo”, indica la Cepal. “Un riesgo que subsiste para las economías emergentes en general y, dentro de estas, para América latina y el Caribe en particular, es el de un mayor deterioro del ambiente financiero internacional”, agrega el comunicado del organismo. “Los altos niveles de deuda corporativa y soberana acumulados a lo largo de años de condiciones financieras globales laxas, constituyen un riesgo para algunas economías más expuestas a los cambios en el escenario financiero (mayores necesidades de financiamiento externo, mayor proporción de la deuda en moneda extranjera, mayor proporción de deuda de corto plazo, entre otros)”, advierte el informe.
“Además, en los últimos meses han venido escalando las tensiones comerciales. Aunque éstas todavía solo se han visto reflejadas en moderadas revisiones a la baja del volumen proyectado de comercio mundial y de la actividad económica global para el año 2019, constituyen un riesgo para la actividad económica regional”, sostiene. “Las tensiones comerciales suponen un riesgo no solo para el volumen de comercio global y la tasa de crecimiento del mundo a mediano plazo, sino también para los precios de las materias primas y para las propias condiciones financieras globales, que suelen estar vinculadas a la mayor o menor percepción de riesgos”, dice inmediatamente.
Dentro de ese panorama, Cepal augura que la región en su conjunto crecerá el 1,8 por ciento en 2019, mientras que la economía argentina sufriría una nueva retracción del 1,8 por ciento.
Pero en el marco de este contexto, a la Argentina le quedará una dificultad adicional. Las proyecciones del modelo económico en ejecución prevén un retroceso en el peso de la demanda interna, tanto privada –por pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, asalariados o no– como pública –por recorte en el gasto público–. Frente a esta proyección local, la Cepal advierte que, “ante este escenario internacional, la demanda interna jugará un papel importante en el crecimiento de la región durante el próximo año. Aunque con diferencias entre países, se espera un mayor aporte de la inversión y también que el consumo privado siga siendo un motor relevante de la demanda interna en 2019.