El diario turco Yeni Safak, de línea oficialista, afirmó ayer haber tenido acceso a grabaciones que comprueban que el desaparecido periodista saudita Jamal Khashoggi fue torturado antes de ser decapitado en el consulado del reino en Estambul. Sin embargo, aun no hay confirmaciones oficiales de Arabia Saudita ni de Turquía, aunque el presidente estadounidense, Donald Trump, confía en que el caso se esclarecerá a fines de esta semana.
Según Yeni Safak, el periodista fue interrogado, se le cortaron los dedos de la mano mientras aún estaba vivo, y, finalmente, fue degollado. Siempre siguiendo la información del medio turco, quien dirigió la operación fue Salah Mohamed Al Tubaigy, un experto forense de la Dirección General de Seguridad saudita. En la grabación, afirma el rotativo, el cónsul saudita Mohammad al Otaibi dice: “Hagan esto afuera, me van a causar problemas”. A lo que el forense responde: “Si querés seguir vivo cuando regreses a Arabia Saudita, callate”. Es la primera vez que un medio de comunicación turco afirma haber tenido acceso a las grabaciones. Al Otaibi regresó a su país en un vuelo comercial el martes.
Otro medio, el portal digital Middle East Eye cuenta, citando una fuente que tuvo acceso a la grabación sonora de los últimos momentos del periodista, que Khashoggi fue llevado a la oficina del cónsul. Según esta fuente, no había habido un intento de interrogatorio, sino que habían ido directamente a matarlo. Según el informante, al cónsul lo sacaron del cuarto y el forense cortó el cuerpo del periodista mientras seguía vivo al tiempo que escuchaba música a través auriculares. “Cuando hago este trabajo escucho música. Ustedes también deberían hacerlo”, se le escucha decir en la grabación, según la misma fuente. El asesinato duró siete minutos, afirma Middle East Eye.
En este caso lleno de interrogantes hay pocas certezas. Una de ellas es que Khashoggi había ido el 28 de septiembre al consulado de su país en Estambul para pedir un certificado de estado civil, necesario para casarse con su novia turca. El documento estaría listo el 2 de octubre, le dijeron, día en que Khashoggi volvió a entrar en la legación diplomática. Las cámaras de seguridad fuera del consulado lo registraron cuando ingresaba. Desde ese momento, nunca más nadie lo vio con vida. El periodista crítico con la monarquía saudita vivía desde el año pasado entre Estados Unidos y Estambul, donde reside su novia.
Otra de las certezas del caso es que ese mismo día 15 agentes sauditas llegaron a Estambul en tres vuelos diferentes. Las mismas cámaras que grabaron a Khashoggi, captaron a algunos de estos hombres entrando en el consulado una hora antes de la llegada del periodista y saliendo tres horas después en varios vehículos. Como algunos de ellos salieron en dirección a la residencia del cónsul, un equipo de investigación turco la registró ayer en busca de pruebas. La pesquisa, en la que participaron unidades antiterroristas y forenses, se produjo tras otra realizada en la noche del lunes al edificio del consulado, en el que se tomaron, entre otras, muestras de ADN.
El diario The Washington Post informó, por su parte, que representantes del gobierno turco habían asegurado a sus homólogos estadounidenses tener grabaciones de audio y video comprometedoras del consulado. Arabia
Saudita rechaza las acusaciones y asegura no tener conocimiento de lo que ocurrió con Khashoggi. El ministro de exteriores turco, Mevlüt Cavusoglu, dijo, por su parte, tras la reunión que mantuvo a primera hora de ayer con su homólogo estadounidense, Mike Pompeo (ver aparte), que no va a comentar las informaciones aparecidas en los medios sobre la desaparición del periodista disidente. Insistió en que siguen las investigaciones y que la conversación con Pompeo fue positiva. Destacó asimismo que no sólo se habló de este caso, sino también de otros temas como lo que acontece en la región.
Mientras tanto, el presidente estadounidense pidió a Turquía que comparta cualquier grabación de audio o video en su poder relacionada con la desaparición del periodista. Trump dijo que preguntará a Pompeo inmediatamente a su regreso de Turquía por esas pruebas, dijo, si es que existen. Su existencia, sin embargo, podría ser comprometedora para Ankara, que se enfrentaría a la necesidad de dar explicaciones sobre cómo accedió a sonidos o imágenes de una legación diplomática en su territorio, dejando al descubierto un eventual espionaje.
El inquilino de la Casa Blanca se mostró convencido, sin dar detalles, de que antes de final de la semana se sabrá lo ocurrido con el periodista. “Quiero saber qué sucedió, de quién es la culpa, y probablemente lo sabremos antes de que acabe esta semana”, apuntó Trump a los periodistas durante un acto en el Despacho Oval.
Preguntado sobre si está cubriendo las espaldas a Arabia Saudita, Trump respondió que en absoluto, pero insistió en que el reino árabe es un aliado de Estados Unidos y dijo que no deseaba tomar distancia. “No lo quiero hacer y francamente ellos tienen un enorme pedido (de armas) de 110.000 millones de dólares”, afirmó. “Son 500.000 empleos. Es el pedido más grande en la historia de nuestro país de un ejército extranjero, ¿y lo vamos a desechar?”, agregó.
A la cuestión de por qué no ha pedido al Buró Federal de Investigaciones (FBI) que indague en el caso o asista en las pesquisas a Turquía, el mandatario contestó que Khashoggi no era un ciudadano estadounidense, aunque sí vivía en Washington.
El líder republicano también aseguró, en una entrevista emitida ayer por la cadena televisiva Fox Business, que no quiere alejarse de Arabia Saudita, porque es un aliado demasiado importante en el tablero geopolítico mundial. “Necesitamos a Arabia Saudita en términos de nuestra lucha contra el terrorismo, y de todo lo que está pasando en Irán y en otros lugares”, indicó Trump. Estados Unidos y Arabia Saudita han sido aliados por décadas, ambos enfrentados a Irán, el enemigo regional de Riad desde la Revolución Islámica de 1979.