El año pasado, casi pisando el comienzo del entonces Encuentro Nacional de Mujeres en Resistencia, Chaco, la referente de activismo gordo Laura Contrera anunciaba en redes sociales que la Comisión Organizadora había finalmente aprobado el taller de corporalidades impropias, ese que funcionaría como continuidad de un movimiento que, desde su irrupción en 2011, revolucionó la militancia feminista. En ese año, Contrera, junto a Nicolás Cuello, crearon en Buenos Aires el taller “Hacer la vista gorda”, con el claro objetivo de transformar sus reflexiones y el flujo de conocimiento que venían acopiando a través de traducciones e intercambios virtuales, en herramientas revolucionarias, primero de sus propias vidas, luego de las de otres, más tarde de las de todes. Es que “Hacer la vista gorda” fue una explosion de químicas que confluyeron en un libro, Cuerpos sin patrones, editado por Madreselva en 2016 pero además un movimiento de diversidad corporal que se paró en la vereda opuesta del neoliberalismo, que pregona la aceptación, el orgullo y el amor propio como estandartes de una cadena de mercancías que aseguran el buen funcionamiento del mercado desconociendo las trayectorias vitales, los deseos y las subjetividades de las personas con corporalidades disidentes.
Por eso, llevar esta vez todo ese cúmulo de saberes a un Encuentro Plurinacional fue revolucionario, al decir de Contrera porque el feminismo invisibilizaba los discursos sobre la gordura y los Encuentros los agrupaba bajo distintos motes; el de salud por ejemplo, cuando justamente lo que intenta decir la militancia gorda es que la medicina patologiza a las personas con más tejido adiposo que el considerado “normal”, le niega el sistema de salud, y las manda sistemáticamente a “hacer dieta”. “Hay que hacer una política de la incomodidad y hay que hacer espacio para otros cuerpos y para otras agendas, entonces la pelea pasó al frente para que la gordura dejase de ser un subtema dentro del taller general que se ocupaba del cuerpo y que hubiera justamente un espacio específico para trabajar la opresión de la gordura en nuestra sociedad y también trabajar en torno a los ejes que venimos trabajando en el activismo gorde, que son la violencia, el estigma, la discriminación y la patologización que atenta contra la autonomía de las personas que somos marcadas y leídas como enfermas” explica Contrera. “Planteamos una lucha porque estamos segures de que hay que complejizar colectivamente los modos en que se vinculan la violencia hetero cis patriarcal, la violencia económica del ajuste y el régimen del neoliberalismo magro, el control de la autonomía de los cuerpos y de los territorios que son todos temas que en este Encuentro que ahora es plurinacional nos están acuerpando” dice. Ese taller en Resistencia fue un éxito, la palabra que más usaron en su momento para describirlo fue “desborde” porque “fue un desborde emocional en cuanto a una política emocional que pudimos hacer y un desborde espacial porque nos asignaron un aula pequeña, mirá que paradójico meter todos esos cuerpos gordos en un aula chiquitita. Hubo que cambiarla y de vuelta volvimos a estallar los límites impuestos, las fronteras, como buenas gordas y gordos que somos y se produjo ese desborde porque evidentemente había una necesidad política que interpelaba a muchas personas que incluso hasta ese momento no se reconocían como activistas de la gordura o no se habían pensado a si mismos como cuerpos y sujetos políticos. La convocatoria del taller excedió nuestras mejores fantasías”.
Contrera no pudo viajar a Trelew pero estuvo bien representada por otres activistes de mucha visibilidad y compromiso, como Lea Jael Caiero, Cherry Vecchio, Rocío en las Inmensidades y Salomé Wochocolosky.
Construir un conocimiento colectivo, que tiene que ver con la experiencia de quienes concurren, de eso se trató. Hubo más de 500 oradores que contaron sus experiencias, dando cuenta de las opresiones que han sufrido solamente por portar una corporalidad que se sale de los parámetros de la normalidad. “De lo que se trata el taller es escuchar esas experiencias y tratar de construir un saber que tenemos en el cuerpo: se habló de la patologización de los cuerpos gordos, ser tratados como enfermos solamente por tener otro envase y por otro lado el no acceso a la salud: cada vez que un gorde va al médico por la razón que sea nos mandan a bajar de peso. Hablamos del contexto neoliberal, del neoliberalismo magro en donde se recorta, como dijo aquel ministro Prat Gay, la grasa que sobra, se recortan los insumos en los hospitales, se profundizan las políticas de recorte y las personas gordas que ya de por sí no tenemos acceso a la salud, sufrimos más. Se habló del deseo, de cómo nuestros cuerpos al ser invisibilizados no son deseados, se habló de que así como hay una distribución de la riqueza también hay una distribución del deseo al cual no accedemos: no ver nuestros cuerpos en los medios, en las pantallas, nos deja en el lugar de los cuerpos no deseados”, cuenta Wochocolosky y Caiero agrega los relatos en torno al amor propio, ese discurso que circula del “querete a vos misma”, “vos podés” y si adelgazás sos un ejemplo de superación, como María Eugenia Vidal. “¿Por qué nos tenemos que querer? ¿Por qué no podemos odiar una parte de nuestro cuerpo? ¿Por qué el odio, la tristeza, la soledad son poco valoradas? Nosotres reivindicamos el derecho a esos sentimientos. A mí no me gusta mi panza. ¿Por qué me tiene que gustar o la tengo que amar si no me gusta? El discurso neoliberal es: querete porque sino no te va a querer nadie. Fue fundamental que las conclusiones se hicieran contrarrestando los discursos médicos, pero increíblemente se presentaron médicas y nutricionistas a interiorizarse porque dicen que cuando estudiás Medicina estos aspectos no son tomados en cuenta.”
Al final había mucha gente agradecida, emocionada, llorando, pibas contando cómo las maltratan en el colegio, docentes pidiendo que se incorporen estas cuestiones en la ESI, gente que pidió que en el Encuentro se hable de lesbianes, bisexuales, travestis, trans, la necesidad de que nadie quede afuera. “Como anhelo a futuro quisiéramos hacer una asamblea de diversidad corporal con personas con discapacidades y diversidad funcional, y muy pronto hacer un gran encuentro de corporalidades rebeldes de toda Latinoamérica, porque somos, ante todo, gordes pero también sudacas”, cerró Wochocolosky.