Buenos Aires fue la sede de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 (JOJ), un evento para el que la ciudad fue seleccionada hace cuatro años y en los que se pusieron sobre la mesa un montón de preguntas sobre el entramado político que se teje alrededor del deporte de alto rendimiento.
Participaron jóvenes de entre 15 y 18 años de más de doscientos países durante los trece días que duró la competencia, y quienes vimos compitiendo en estos JOJ 2018 estarán presentes en los JJ.OO. de Tokio 2020.
Los JOJ tienen entre sus objetivos inspirar a que lxs deportistas adopten los valores Olímpicos de respeto, amistad y excelencia. La propuesta parece perfecta, sobre todo para las generaciones más jóvenes, que se están formando, dando pasos agigantados para llegar a la tan promocionada adultez. Quienes practican y gustan del deporte saben de los valores que pueden nutrirse dentro de los vestuarios.
La especialista que logramos entrevistar fue parte de la organización, nos contó que un buen ejemplo de lo que significó la llegada de los JOJ son los más de 1400 colegios públicos y privados que recibieron una Guía Educativa, “Los Juegos Olímpicos en la Escuela”, confeccionada por Unicef y el Comité Organizador; cuando preguntamos si los contenidos de la ESI (Educación Sexual Integral) tuvieron la misma facilidad de ser incluidos en las escuelas y en los contenidos olímpicos que estuvieron circulando durante el certamen tanto para deportistas como para hinchas, la respuesta fue que se repartirían preservativos en la Villa Olímpica.
Con entusiasmo nos dijeron que los Juegos Olímpicos de la Juventud no son comparables ni con los JJOO de los mayores ni con un mundial porque “son un laboratorio, se prueban cosas que hay en agenda, como por ejemplo si hay que incorporar a los e-games (juegos electrónicos) como deporte olímpico”, una apuesta que sin duda tiene como protagonista a las ciudades, al deporte urbano y la incorporación de las tecnologías al mundo olímpico. Y el Comité Olímpico Internacional (COI) sabe bien de tener la cabeza abierta al menos para nuevos y fructíferos negocios, como por ejemplo el contrato mediante el cual la empresa Samsung entregó las pulseras electrónicas que oficiaron de ticket de entrada, para obtenerla había que dar un montón de datos personales que según la especialista entrevistada servirán para conocer los gustos del público, en la redacción masticamos las preguntas por la big data y la malversación política que se haga de estas informaciones.
¿Cómo es posible creer que la información obtenida será utilizada para una mejor gestión deportiva cuando esa misma gestión de gobierno y de los JOJ están privatizando cada vez más el acceso al deporte y a la Ciudad en general?
La pregunta quedó picando y la respuesta comenzó a develarse con el acto inaugural de los JOJ. La fiesta costó 15 millones de pesos y fue más que un evento deportivo un acto de campaña electoral. Quienes lo vimos por la tele nos quedamos con la boca abierta cuando una y otra vez Macri y Larreta eran nombrados con el tono de un discurso de campaña, o en los últimos metros de su recorrido la llama olímpica era llevada por deportistas que colgados de arneses corrían en el aire y simulaban atravesar una lluvia de nieve (de papelitos). Era imposible no asociar esa imagen con la realidad argentina, un poco tormenta y otro poco escenografía cara (y barata), cuando creíamos que habíamos visto todo el merchandising macrista olímpico desplegado en escena, deportistas de renombre como Gabriela Sabatini y Luciana Aymar aparecieron luciendo buzos blancos con franjas color amarillo en sus brazos (no celeste, no azules como se supondría la bandera del país anfitrión que somos) y la frase de los juegos en sus espaldas: Viví el futuro.
El futuro macrista, y que las derechas nacionales, regionales y olímpicas construyen, nada tiene que ver con las endorfinas y la pasión por el deporte, sino más bien con un mundo para pocxs.
Muchas de las empresas constructoras de los JOJ están ligadas al PRO, ya sea por vínculos familiares o por haber sido grandes aportantes a las campañas de Cambiemos. Por ejemplo, el pabellón donde se encuentra el natatorio en el Parque Olímpico de la Juventud lo hizo una empresa administrada por Lucio Niro que figura como aportante de medio millón de pesos a la campaña. Otro conocido sponsor es Caputo, quien es parte del directorio de Constructora Sudamericana que fue adjudicada con un contrato por 370 millones de pesos para realizar los 120 departamentos distribuidos en cuatro torres y los pabellones multipropósitos que conforman la Villa Olímpica.
Al respecto de esas viviendas que quedaron deshabitadas al terminar la competencia falta decir que el proyecto original es vender a través del IVC (Instituto de la Vivienda de la Ciudad) y con créditos blandos del Banco Ciudad a quienes viven en la Comuna 8, aunque esta promesa ya está en duda porque los costos de construcción no fueron finalmente los del proyecto inicial y la jugada cierra si con subsidio estatal se realizan negocios privados, es decir que la venta de las viviendas olímpicas aún no se sabe con qué equipo se quedaran.
Algunas notas más para tener en cuenta al momento de pensar los JOJ: las ciudades que son sede sufren pérdidas millonarias (en dólares) porque nunca los presupuestos son los que dice la planilla titular, los políticos de turno hacen su apuesta porque son una vidriera internacional para visibilizar sus nombres y cartera de negocios. Lxs deportistas de alto rendimiento juegan su juego y es hora de que empiecen a leer también el entramado político que se lleva a cabo en su nombre.