Toda reflexión sincera sobre la situación actual de nuestro país deberá hacerse sin atenuantes, sin velos de ningún especie y descarnadamente. Optimismo y pesimismo son categorías pueriles ante la inmensidad del abismo al que nos acercamos presurosamente. El gobierno se ve claramente dividido. Pareciera que sus principales referentes juegan al sálvese quien pueda. Lejos de mostrar solidez, de conducir el barco en medio de la famosa tormenta tan invocada por el presidente, están en conflictos internos manifestados por la especialista en crisis y rupturas, Dra. Carrió. Este es un personaje único en la política argentina. Actúa con un talante moral y religioso que considera su patrimonio, su carácter distintivo. En la política suele invocarse a Dios porque es un personaje que no se va a tomar el trabajo de desmentir a nadie. Pero la Dra. Carrió cree que Dios habla con ella. Que alguna vez –por ejemplo– le va a decir: “Ya trabajaste bastante. Descansá”. Lo dijo en un reportaje y su expresión al decir “descansá” era la de la fatiga por el arduo trabajo realizado. Confunde ella lo que le diría gran parte de la sociedad con lo que le dirá alguna vez su buen Dios. Como sea, si cree que Dios le habla se trata de una persona afortunada, elegida, pues Dios habla poco o nada a la sufriente humanidad. Einstein dijo “Dios no juega a los dados con el universo”. Y Woody Allen agregó: “Es cierto. Juega a las escondidas”. Este inmenso personaje, tan reacio a mostrarse, le concede a Carrió el beneficio de hablarle. Es tan improbable el hecho que uno está habituado a creer que las personas que creen recibir la palabra divina tienen algo que no les funciona bien en la cabeza. La Dra. Carrió, de todos modos, y acaso por eso mismo, es un personaje temible. Campeona en el arte de construir y deconstruir ha pronunciado juicios terribles sobre el presidente. Que le perdió la confianza, por ejemplo. Esta frase se amplificó por todos los medios del país. Hasta La Nación la sacó en tapa. Puede herir la confianza de los mercados en un gobierno que no ofrece confiabilidad, más aún si uno de sus más genuinos representantes se la pierde. Tratándose de la Dra. Carrió cabe la pregunta: “¿Se lo dijo Dios? ¿Es el mismísimo Señor el que ha perdido la confianza en el presidente?”
Sin embargo, todos los fracasos del gobierno no le han restado tanto como era previsible sus caudales de votos. Los pueblos eligen lo malo. Cuesta admitir un juicio como éste. Los pueblos eligen desde el odio y eligen a representantes odiosos. Lo de Brasil es la prueba contundente del odio de grandes mayorías hacia los pobres, los diferentes. Bolsonaro es algo muy cercano a un fascista. Y se lo elige. Macri tiene vocación de solucionar las grandes cuentas del empresariado al que pertenece en tanto reduce los haberes de la población más necesitada. Es un Hood Robin impecable. Y no ha perdido el caudal electoral que podría llevarlo a un segundo mandato. En Brasil se odia a Lula y al PT. Están seguros de borrarlos de la escena y apelan a un cavernícola lleno de odio y desdén. Entre nosotros, el partido judicial juega un papel similar al que jugaron las fuerzas armadas. Se encarcelan opositores sin reglas ni miramientos. Se apunta a la única persona que podría impedirle al presidente una reelección. Si no la pueden poner presa a Cristina, le encarcelarán a sus hijos. Se trata de quebrarla. Podría ser una medida certera. La habrán pensado bien. Todo esto se les puede volver en contra. La política del “arrepentido” puede dar pésimos resultados. No se sabe dónde se detendrá el show de los encarcelamientos. Pero la familia Macri tiene sus trapos sucios y están entreverados con los de algunos elegidos por la voracidad de los fiscales de la república.
En medio de estos desquicios está el protagonista perenne. El peronismo. Hay uno al que se le dice “presentable”. Siempre hubo varios peronismos y siempre unos fueron más presentables que otros. El calificativo de “presentable” se pone desde los intereses del establishment. Cooke dijo alguna vez: “Nosotros no somos caballeros, somos peronistas”. Reivindicaba la condición de “impresentable” del peronismo no pactista. El tercer Perón fue el campeón del peronismo presentable. “Vuelva pero arregle esto”, se le dijo. Volvió, lo intentó y se murió en el intento. Hoy se le puede decir algo similar a CFK. “Preséntese pero denos garantías de presentabilidad”. De lo cual surgiría la fórmula Cristina-Massa. Si CFK sabe por qué la quieren quienes tanto la quieren rechazará esta tentación.