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El renacimiento del diablo rojo. Algún apresurado hincha de Independiente podría relamerse con dicha frase, pero en realidad se refiere a lo que la tercera temporada de Daredevil tiene para ofrecer (desde el viernes está disponible en Netflix). Estos nuevos trece episodios, a su vez, se sirven de algunos elementos de Born Again, uno de los comics que llevan la firma de Frank Miller (el encargado de elevar la historieta al octavo arte con sus condimentos crudos y dramáticos allá en los 80). La entrega, por otra parte, es la décima experiencia en eso de explorar los “héroes callejeros” y neoyorquinos de Marvel por la plataforma de streaming (Jessica Jones, Luke Cage, Iron Fist, The Defenders).
Desde su arribo en 2015, la serie basada en este personaje de culto ha sido reverenciada por el perfeccionismo de sus escenas de acción, y aguijoneado al espectador con los dilemas morales de su protagonista. Hasta ahora Matt Murdock/ Daredevil (Charlie Cox) era un abogado no vidente idealista que por las noches se convertía en un vigilante urbano gracias a sus sentidos hiperestimulados. Por otro lado era un católico penitente que decidía crucificarse por los demás. Ok, “el hombre sin miedo” está de vuelta pero todo magullado tras haberse inmolado para salvar a Nueva York en The Defenders. “En esta temporada se presentan dos caminos claros para Matt Murdock. Uno es la fe y el otro es el miedo. En este caso su decisión es profunda, espiritual y emocional. Y quizás por primera vez opte por un área ligada al miedo. Y eso vuelve a su trayectoria mucho más espantosa”, cuenta el británico en charla con PáginaI12.
Se está hablando de una serie en la que se sienten –y se ven en primer plano– los golpes, las explosiones, la sangre, las quebraduras de huesos y orificios dejados por balas humeantes. En esta temporada aparecerán, por otro lado, líneas narrativas ligadas a una monja enigmática (Joanne Whalley) y Bullseye (Wilson Bethel), el primer rival de fuste en la lucha cuerpo a cuerpo. También vuelve Wilson Fisk/ Kingpin (Vincent D’Onofrio) quien hace un acuerdo con la Justicia para salir de la prisión y orquestar su plan de venganza. Entre tantas sombras, una de las pocas luces para este personaje es Karen Page (Deborah Ann Woll). Aunque la periodista lidia con la seducción y repulsión que le genera el vigilante nocturno. “Ella es un contraste andante. Siente miedo de volverse peligrosa porque no sabe si podrá hacerse cargo de ello, y a su vez es una persona que busca la seguridad. Si se torna muy valiente es porque es oscura. Matt representa todo lo que ella teme convertirse. Creo que en esta temporada trabajamos mucho la idea de que ambos son muy similares. Y cambia la dinámica”, repasa la actriz.
–¿Es difícil interpretar a un superhéroe ciego cuando esa discapacidad esconde un poder?
Cox: –Es un desafío. Pero nunca tuve que racionalizarlo.Pensé que iba a tener que pensar en ello cada vez que lo hiciera. Es muy parecido a lo que sucede con mi acento porque busco que sea convincente.
–Se trata de un comic icónico por su nivel de oscuridad. ¿Lo leyeron?
Woll: –En mi caso me sirvió como inspiración. Desde un primer momento supe que íbamos a hacer cosas diferentes y no íbamos a tomar todo al pie de la letra. Le rendimos homenaje y hay referencias pero de un modo elusivo. Mi personaje hace cosas horribles en el comic, no es la típica chica buena que se vuelve mala, eso hubiera sido un clisé.
–¿Siente que en esta temporada hay una suerte de vuelta a las bases? ¿Cuán importante es el retorno de Vincent D’Onofrio?
Cox: –Su presencia le da ese toque. Realmente eleva el programa. Al final de sus días creo que Vincent D’Onofrio será recordado por su Wilson Fisk, es una de sus grandes interpretaciones.
Woll: –Es una actuación extravagante y a la vez muy asentada en su realismo. Es un balance perfecto entre algo teatral y muy creíble.
–Daredevil ha dejado una marca especial con su tono pero también con sus logradísimos planos secuencia, y hay otro de esos en esta temporada. ¿Qué tiene de distinto?
Cox: –Cuando me la explicaron pensé que era un error porque creí que iba a ser imposible de lograr. Es una toma única de once minutos y medio. El director se las había ingeniado con unos falsos negros por si fallaba algo, pero en postproducción los aclaró para que fuera evidente que no hubo ningún corte.
–¿Qué significa que no use su icónico traje al comienzo de la temporada?
Cox: –Es como que Matt siente que ya no lo merece. Cuando se puso el traje negro en la primera temporada era porque quería ser anónimo, esconderse, estar tras las sombras. Pero luego se reveló en un símbolo. Ahora completa un círculo porque al haberse vuelto un emblema generó problemas para todos. Al final de la segunda temporada y de The Defenders se da cuenta que lo suyo es un experimento fallido. Tiene que volver atrás y ser alguien por fuera del radar. Está en esa búsqueda.