Terminaron los Juegos Olímpicos de la Juventud y estoy desolado. Ya no concurriré más al Parque Olímpico a alentar a Gustavo Osorio en lanzamiento de jabalina, o a juntarme con los pibes para aguantarle los trapos a Agustina Giannasio en tiro con arco, y eso me frustra. ¿Qué hago con tanto espíritu olímpico en el alma?
Ya probé esto de rescatar los valores olímpicos de excelencia, amistad y respeto que se respiraba en los Juegos y está buenísimo. Es cierto, dos cuadras antes de llegar al Parque Olímpico, en Villa Soldati, una vez un grandote con gorrita que no entendía nada de valores olímpicos me robó el celular, pero bueno. Eso es anecdótico. Me encanta esto de no hacerme problema por el resultado, ¿qué importa si perdemos 21-3 en bádminton y peor, si no sé cómo se juega al bádminton? Lo que vale es concurrir a alentar a cualquier atleta que vista los colores argentinos. Claro, te podés ensartar como yo que me la pasé apoyando a un flaco de barbita que tenía la musculosa celeste y blanca y resultó ser de un deportista de la delegación nicaragüense.
Tuve decepciones, claro. Le pedí la camiseta al medalla de oro Brian Arregui y no me la dio. Es cierto que él en su deporte, el box, pelea sin camiseta, ¡pero se hubiese comprado algunas para regalarle a sus fans! Al nadador Gonzáles Piñero le pedí su malla de competición y me la dio, toda mojada pero me la dio. Y esa gratitud no se olvida. Todavía la tengo goteando en el baño.
A pesar de eso, el fuego sagrado del deporte olímpico no se apaga tan fácilmente, vos ves que los pibes tienen hambre de triunfos. A decir verdad, también tienen hambre de verdad, porque la heladera no la llenás con la frase de Coubertin “lo importante es competir” y más de uno a medianoche cuando se terminó el catering, se morfó hasta el Pandi de peluche que le regalaron. Vos ves pasión en esos pibes, ves que la remera Sol Ordaz transpira la ídem. Vos ves a las Kamikazes del Beach Handball cómo pelean cada pelota. También las ves qué lindo les quedan esos “culottes” y los tops bien sexys, porque una cosa no quita la otra. Y uno que es público también tiene sed de triunfo. Por eso nos bancamos las tres horas de cola para aplaudir a los representantes de natación al grito de “…que de la mano de Pignatello, los 800 mts. libres vamos a ganar”. Ya que toco el tema de los cantitos, como consumado hincha de todo lo que sea deporte argentino, debo aclarar que hacer una rima con el lanzador Gustavo Osorio es fácil. Yo inventé la de “Gus-ta-vo O-so-rio/ tu fu-tu-ro es pro-mi-so-rio”, mientras me sacaba una selfie junto al pibe. Pero ni las dos horas de cola que hice para alentar a los representantes de triatlón individual y relevos mixtos me alcanzaron para hacerle una buena rima a la dupla Cittadini-Romairone, que ganaron una medalla en el Nacra 15 de Vela. Para colmo, yo no sabía dos cosas: una, que los argentinos éramos buenos en Nacra 15 de vela. Y segundo: qué carajos era la categoría Nacra 15 de Vela.
Por supuesto que luego te enterás que el futbolista Santiago Rufino surgido en el humilde club Pinocho ya fue comprado por el Barcelona de España, y eso desmigaja un poco el espíritu amateur. Cada vez se los llevan más chicos. Ese pibe no quemó etapas...¡se las hicieron humo! Al niño-futbolista, los directivos del Barcelona le prometieron casa, comida y que cuando cumpliera 21 años le iban a devolver la infancia. ¿Qué hace un jovencito como él con todos los miles de euros mensuales que le pagan? ¿Entra a un kiosco y dice “deme 5000 euros en gomitas de menta”? Antes a los jugadores los elegían viendo videos, ahora, ¡viendo ecografías!.
Igualmente, aunque la antorcha olímpica esté más apagada que heladera de supermercado chino de noche, el espíritu de las olimpíadas seguirá latente, no se cortará. Ya acordamos con algunos hinchas que conocí en el Parque Olímpico que nos juntaremos para ir juntos a alentar a los nuestros en los Juegos de Senegal 2022. A propósito, ¿cómo se dirá “barra quilombera” en senegalés?