Luego de varios meses de silencio, la ex fiscal Mónica Fein aseguró que durante los once meses que tuvo en sus manos la investigación por la muerte del ex titular de la UFI AMIA, Alberto Nisman, no obtuvo “ninguna prueba categórica y cierta de que se estuviera ante un acto homicida”. Criticó a la Embajada de Estados Unidos por no haberle aportado la información que había solicitado e instó a quienes aseguran que el hecho se trató de un asesinato de “hablar en los medios” en vez de “demostrar con pruebas lo que sostienen”.
Además, relativizó la afirmación del ex espía Jaime Stiuso de que Nisman había sido asesinado. "Que lo fundamente, que traiga pruebas”, lo exhortó y continuó: “Si están las pruebas, sería la primera en decir ‘agradezco al señor Stiuso y felicito a la Justicia Federal por poder tener la prueba que no nos aportó a nosotros’”.
Recordó que la vez que Stiuso declaró fue a instancias de la jueza del caso, Fabiana Palmaghini, quien no pidió “medidas de prueba” a partir de ese testimonio. “No lo pidieron la fiscal, la jueza ni la querella”.
La ex funcionaria judicial (se jubiló el año pasado) desgranó una a una esas críticas y destacó que “la causa se mediatizó” a tal punto de que “se habla de pruebas que no existen” y se “tergiversan” datos y resultados de la investigación.
En este sentido se defendió de los cuestionamientos hacia su tarea y dijo haberse manejado "con un ordenamiento procesal". "Se habló de irregularidades pero no se comprobó si se cometieron o no”, expresó durante la entrevista por radio Mitre.
La reaparición de Fein también trajo consigo críticas en su contra hechas por la ex esposa de Nisman y querellante en la causa, la jueza Sandra Arroyo Salgado, quien la cuestionó largamente a través de los medios de comunicación. Fein subrayó que los peritos de la querella “tuvieron que rectificarse” en los datos sobre la hora de la muerte y que no objetaron los resultados de los peritajes del arma para determinar por qué no había restos de pólvora en la mano de Nisman. “Produje medidas de prueba que jamás fueron sugeridas por la querella”, respondió.
Reconoció, además, que siempre investigó el hecho sobre la base de las hipótesis de que el ex titular de la UFI-AMIA “se había suicidado o que lo hubiesen instigado al suicidio o que lo hubieran matado”. En este sentido insistió que “si hubiera encontrado un encuadre legal” que hablara del homicidio “hubiese emitido un dictamen”. No obstante, aclaró que no lo hizo por “no tener pruebas contundentes”.
Hubo también tiros por elevación a varios de los funcionarios judiciales que organizaron la marcha de ayer, al cumplirse dos años de la muerte del ex fiscal y que responsabilizan de ello al gobierno de Cristina Kirchner. Dijo que varios hablan “en los medios” de comunicación sin haber leído la causa y acusó particularmente al fiscal Germán Moldes de intentar “mancillar” su honor.
Los cuestionamientos alcanzaron a la representación diplomática de Washington en Buenos Aires (con quien Nisman tuvo contactos frecuentes). “Por qué no le preguntamos a la Embajada de Estados Unidos por qué no entregó los mails con los correos de Nisman”, dijo. Sugirió que lo mismo habría que hacer con la jueza del caso: “Por qué no se allanó” el domicilio de Entre Ríos, desde donde habrían surgido los troyanos que aparecieron en la computadora del fiscal fallecido.
“Que se sepa lo que hay en la causa y no se mienta más”, subrayó Fein, quien explicó que decidió reaparecer en los medios de comunicación porque durante los últimos meses se sintió “bastante agraviada y con términos indecorosos” por parte de quienes tachan su trabajo.
Por otra parte, añadió que “es mentira” que el arma no haya dejado restos de fulminantes durante los peritajes hechos en el Centro de Investigaciones Fiscales (CIF) de Salta y explicó que el primer informe sobre la mano de los especialistas que dispararon el arma coinciden con metales que se utilizan vinculados “a fuegos artificiales o un arma de fuego”.
Por último, puntualizó que ella fue quien pidió la prohibición para salir del país al técnico informático Diego Lagomarsino, quien le dio a Nisman la pistola con la que se efectuó el disparo que terminó con su vida, pero aclaró que no pidió su detención porque “hasta ese momento no encontramos una prueba cierta que lo involucrara con la muerte, no con la entrega del arma”.
Su hipótesis de trabajo, dijo Fein, fue “tener las pruebas necesarias para sustentar con ellas si existió un homicidio” pero, aseguró, “no teníamos ninguna prueba categórica y cierta de que estuviéramos frente a un acto homicida”.