La instalación de la UBA en el encierro de la cárcel hace más de 30 años fue posible por la energía puesta por la universidad y por la situación de repliegue que vivía el Servicio Penitenciario Federal a la salida de la dictadura. El Programa UBA XXII tuvo su inicio en la cárcel de Devoto con la carrera de Abogacía y fue incorporando a las carreras de Sociología, Psicología, Contador público, Administración de empresas, Letras y un Laboratorio de computación dictado por la Facultad de Ciencias Exactas. Además de numerosos talleres.
En las sedes de Ezeiza, de mujeres y varones, funcionan también las Carreras de Sociología, Letras, Filosofía y Trabajo social, además del CBC, que está en todas las sedes.
La nave insignia del Programa es el Centro Universitario Devoto (CUD). Ello es así por ser el espacio originario del Programa, por la cantidad de carreras que se dictan, por los centenares de estudiantes que han pasado por sus aulas, por la cantidad de egresados, porque cada uno que ha pisado sus pasillos conoció un espacio donde se respira otro aire.
La universidad siempre ha soslayado cualquier responsabilidad con relación a la resocialización, política mentada y fomentada por el dispositivo judicial y penitenciario cuyos resultados están a la vista. Sin embargo, resulta objetivo señalar que la educación superior es uno de los escasos espacios virtuosos de la cárcel. La universidad, y cualquier proceso educativo, contribuye a enriquecer a quienes transitan esta experiencia. El objetivo de la universidad es garantizar el ejercicio de un derecho humano fundamental: el derecho a la educación.
Este proyecto tan valioso y trascendente atraviesa una grave situación frente al proyecto de traslado de la cárcel de Villa Devoto a la localidad de Marcos Paz. Esto fue anunciado oficialmente por el ministro de Justicia.
Si bien existe un convenio que liga a la UBA con el ministerio, la decisión del traslado ha sido inconsulta. Dada la cantidad de carreras que se dictan en el CUD y la cantidad de estudiantes, docentes y estudiantes que están involucrados en las cursadas, el traslado del CUD a un lugar como Marcos Paz inviabiliza el dictado de la totalidad de las carreras. Resulta imposible para el cuerpo docente viajar más de 4 horas para dictar las clases. Ello sin sumar el tiempo de ingreso al penal. Es decir que estamos frente a una maniobra de vaciamiento del proyecto más virtuoso y eficaz en el seno del encierro. Una de las escasas actividades que escapa al fracaso de las prácticas punitivas es tratada con el desdén propio de una burocracia despreocupada de la suerte de miles de personas.
Pero este no es un rayo en un cielo sereno. Desde la asunción de las nuevas autoridades nacionales las condiciones de ingreso en la cárcel de Villa Devoto burlan las condiciones establecidas en los convenios existentes, perturbando el normal desempeño de las tareas educativas a través del hostigamiento sistemático a los docentes participantes.
La UBA tiene el desafío de enfrentar esta ofensiva que daña su funcionamiento y vulnera derechos adquiridos. Pero el desafío más profundo es garantizar el desarrollo del Programa en el CUD para todos los estudiantes que hoy pueblan sus aulas y que forman parte de una historia que trasciende las fronteras de la universidad.
* Coordinador de la Carrera de Sociología en el Programa UBA XXII.