¿Cuál es tu situación actual?
Mi situación es bastante delicada y perversa. No puedo entrar a mi territorio por varias razones. Una, porque quienes intentaron asesinarme, la estructura criminal que lo hizo, sigue impune. No han detenido a ninguno de los paramilitares que me atacaron. La investigación está paralizada. Por otra parte, yo estoy judicializada, y el proceso de criminalización continúa. Tengo varias denuncias en mi contra, pero la que ha avanzado más es un expediente de un montaje que hizo el Ministerio Público, donde me acusan de detenciones ilegales, amenazas, hurto, asociación ilícita. Está por lo tanto en riesgo mi vida y mi libertad.
Pero además es un situación que se generaliza contra las defensoras de la tierra, ¿verdad?
En todo el continente, en Abya Yala, las defensoras de la vida y de los territorios somos agredidas. En principio nos estigmatizan con agresiones que generan violencia, odio contra nosotras, misoginia. Luego hay asesinatos, como el de Juana Ramírez y de Juana Raymundo, dos mujeres del pueblo ixil, sanadoras, que fueron asesinadas este año en Guatemala. También se han dado en los territorios violaciones, violencia sexual, realizadas por trabajadores de las empresas, por militares, o por grupos criminales. Estas violaciones sexuales han quedado en la impunidad. Hay compañeras nuestras que han ido a la cárcel y han sido torturadas en la cárcel. Toda la estigmatización hace que las sociedades juzguen, emitan juicios, y se creen las condiciones para atacarnos. Están destruyendo nuestras vidas con tanto odio y con el racismo profundo que se vive. No solamente nos acusan de que atacamos a las empresas, que impedimos el “desarrollo”. En nuestras condiciones de vida cotidianas no tenemos acceso al agua, a la salud. Eso hace que nos muramos de múltiples formas.
¿Cómo es el accionar de la Justicia frente a estos ataques?
La Justicia en Guatemala, lo hemos dicho en el Juicio Etico Feminista que realizamos como Feministas de Abya Yala, es una justicia patriarcal, racista. Está entregada al opresor, al mejor postor. La oligarquía y los militares tienen tomada la justicia. El caso de las niñas calcinadas vivas es una expresión clara de esto, porque no ha habido justicia. Se han dilatado los casos, han salido libres los perpetuadores. En las decisiones tomadas en relación a la calcinación de las niñas tuvo mucho que ver el presidente Jimmy Morales, que a todas luces se ve que está siendo manipulado por la oligarquía, por las transnacionales y por el Ejército. En Guatemala hay impunidad, tráfico de influencias, corrupción, y entonces los procesos no avanzan.
¿Qué significa en tu vida ser feminista comunitaria?
Ser feminista comunitaria es un compromiso en diferentes expresiones territoriales de Abya Yala. Ya no es sólo la expresión de un compromiso con mi pueblo, y con el Consejo de Pueblos K’iche’s (CPK), la organización que integro. Hay una clara necesidad de diálogo de saberes, de formación, de análisis de las múltiples opresiones. Necesitamos conocer cuáles son las expresiones de los sistemas patriarcales. Cómo opera el sistema occidental, pero también cómo se vincula con el sistema patriarcal originario ancestral. Reconocer que los han vivido nuestras ancestras feministas, y asumir el legado de sabiduría que ellas nos han dejado. Es un legado que necesitamos activarlo y darlo a conocer. Por ejemplo, Bertita, Berta Cáceres, es una compa indígena que trascendió en la lucha antirracista, antipatriarcal, anticolonial, anticapitalista, antineoliberal. Ella nos da luces para que en los diálogos que tenemos con las hermanas en los pueblos originarios, reconozcamos que ser feministas no es una imposición de Occidente, que ser feministas es reconocer la sabiduría ancestral de las generaciones pasadas, y traerlas a la actualidad. Es luchar con esa fuerza y proponer ese camino emancipatorio, plural y diverso. Necesitamos tejer entre nosotras mismas y con otras compas feministas, redes con las que nos podamos acuerpar. Porque no sólo en el continente de Abya Yala sino en otros espacios, estamos viviendo un racismo que se expresa de diferentes formas de acuerdo a las expresiones sociales actuales, pero que también se conecta con la historia. Hay racismos sutiles, racismos clasistas, racismos por desconocimiento, racismos institucionalizados, racismos de Estado. Necesitamos por eso que las hermanas feministas tengan claridad y un posicionamiento no ambiguo en relación a estas exclusiones, a las desigualdades, y que reconozcan los privilegios que tienen. Reconocer que no eligieron nacer, o vivir, o ser parte de una sociedad privilegiada por el color, por la familia, por el lugar geográfico donde nacieron. Podemos aceptar que hay feministas que no lo eligieron. Pero necesitamos sin embargo que vean esos privilegios, que asuman las expresiones de desigualdad, y que puedan cambiar en los modos, en los espacios, en el sentido de las convivencias. Es complejo pero es posible.
¿Cómo viviste el Encuentro?
Participar en Trelew, que tuvo en diferentes expresiones ese llamado, esa necesidad y esa urgencia de nombrarse plurinacional, fue algo que yo daba por hecho, pero la impresión que ahora tengo es que es algo que se tiene que tejer. Mencioné en el Encuentro que la plurinacionalidad no la vamos a imponer, la vamos a tejer. Pero hay que tejerla en lo concreto y en la realidad, en la cotidianidad, como se viene haciendo en Feministas de Abya Yala. Porque no es solo un momento ni solo un Encuentro, ni es solo un nombre, sino es todo un camino. Este camino significa ir reconociendo que existen nacionalidades, espiritualidades, comogonías, “cosmocimientos”, sabidurías ancestrales y diversos modelos de vida. Es imposible pensar que el racismo que se vive en Argentina permee los encuentros. Las compas de los pueblos originarios pueden participar y dar elementos concretos para esa transformación del Encuentro hacia ese camino plurinacional. Pero no es necesario que sí o sí ese camino lo defendamos solamente las mujeres que venimos desde los pueblos originarios. Lo podemos defender juntas, en comunidad. Me llamó la atención que la propuesta ya se había venido pidiendo en encuentro pasados, antes de Trelew. Lo del aplausómetro es simbólico, y lo que es simbólico se da porque se aprecia, porque es histórico, porque genera una sensación de movimiento, de esperanza. Quizás en este Encuentro se dio por hecho que es un encuentro plurinacional, pero sería históricamente dignificante para las hermanas de los pueblos originarios en Argentina, para la resignificación de su ser, para el reconocimiento, para todo el proceso de sanación, que se llame plurinacional. Porque no llamarlo plurinacional, en cuanto hay una demanda concreta, una apuesta en común, cuando hay un acuerpamiento y se abraza en diferentes talleres, y en distintas expresiones, negar esta posibilidad de que se llame “encuentro plurinacional” favorece la criminalización y la posibilidad de generar odio contra hermanas indígenas. Me voy con esa preocupación de que se genere más racismo.
¿Sentiste el racismo en nuestro país?
Argentina para Abya Yala es expresión de un Estado racista, con toda la historia que se ha vivido, pero también con todo el vínculo que se tiene con Europa, buscando tener más semejanza con el ser europeo que con la expresión ancestral. Por eso se desconoce la historia de los pueblos originarios, del pueblo mapuche. Por eso se es indiferente ante tanta represión al pueblo mapuche, y no se reconoce que hay que devolverles las tierras a los pueblos originarios. Hay que reconocer que hubo genocidio en Argentina. Si el Encuentro no llegara a tejerse como plurinacional, cabe que esas mentalidades sigan perpetuando lo perverso de los seres desde el ser feminista. Sería doloroso no solo para las mujeres de los pueblos originarios en Argentina y en Abya Yala, sino para la convivencia misma. Algo más que me impresionó del encuentro fue la convivencia intergeneracional. El diálogo de las pibas con las compas que ya tienen más recorrido feminista, algunas que han estado en todos los Encuentros, es muy esperanzador. Da ese sentimiento de que el camino va a seguir, y que esa fuerza ya se está entretejiendo. Son soplos de vida que saludamos y abrazamos también. Por eso ya nos preparamos para el 34 Encuentro en La Plata. Queremos que sea y se reconozca Plurinacional.
¿Cuáles son los desafíos que enfrentan como feministas de Abya Yala?
Nuestro primer desafío para las mujeres que estamos criminalizadas, que estamos siendo muy perseguidas, es seguir vivas. Hay un duelo permanente en los territorios. Como Feministas de Abya Yala que estamos defendiendo no solo el ser feministas, sino también el ser parte de un territorio, de un pueblo, somos perseguidas por defender los bienes comunes, las autonomías, la libre determinación en las territorialidades. Asumir este compromiso plantea el desafío profundo de ser acuerpadas. Es necesario seguir tejiendo, mapear donde estamos, cómo nos movemos. Que “ni una menos” sea posible. Que no nos asesinen. Es un desafío no personal sino colectivo que desde Feministas de Abya Yala ya se está asumiendo, y ese acuerpamiento es lo que nos une. Necesitamos trabajar con los colectivos que llevan la defensa penal, acuerparnos en los juicios, no quedarnos solas, que las familias sepan que hay toda una red, una colectividad.
También impulsar las campañas permanentes para exigir justicia por los asesinatos. Tener claridad cómo han sido perpetrados, quiénes son los perpetradores, quiénes son las empresas que están vinculadas. Tener esas historias, esas memorias, como el caso de Bertita Cáceres, que es una expresión muy clara de este compromiso que ella también tejió con nosotras. No podemos dejar solo a Copinh –la organización de la que participaba Berta–, o a la familia. En estos días, tenemos también que acompañar a Ivana Huenelaf, hermana mapuche, que va a juicio junto a otros compañeros.
Hay un desafío también en evitar la apropiación de la espiritualidad, la folcklorización…
Hay una fuerte expresión de folklorización, de uso de nuestros tejidos por las empresas textileras, las empresas folkloristas, las empresas de moda y las empresas turísticas. Defender estos tejidos es dignificar nuestro ser. Tenemos que interpelarnos con amor, en relación a que es necesario que podamos entretejer con más hermanas que son ya un liderazgo profundo, que son autoridad en los territorios, que están defendiendo muchos otros elementos como la espiritualidad, que están expresando procesos de sanación, y también la lucha por la defensa de los tejidos. Necesitamos conocer las cosmogonías en los diferentes territorios, desarrollar nuestros propios medios comunitarios para interpelar a los patriarcados, y para mostrar nuestros modos de vida, para dar a conocer a los mundos donde estamos, quiénes somos, cómo estamos viviendo.
Y por supuesto mantenerse fuertes.
Seguir sanas es otro desafío. No se vale que estemos enfermas, enojadas, divididas, y complicadas en nuestro ser. Que en muchas hermanas no se vea cómo está siendo su vida, cómo se está alimentando. Es estratégico y político estar vivas y dignificadas.
Es también un desafío la formación como un camino emancipatorio, para vincularnos con otras luchas, con otras hermanas en otros territorios, como las hermanas saharaui, las de Kurdistán, del continente afro, de Asia, de Europa. Compartir las propuestas feministas emancipatorias de Abya Yala y de otros continentes.
¿Y el aborto legal? ¿Es también una demanda de las feministas comunitarias?
Quiero expresar también la necesidad de que sigamos la lucha por un aborto legal, gratuito, asistido, digno, toda vez que sea la decisión, la libre determinación de las mujeres. Esto es dificilísimo en los territorios, donde hay mucha presencia de las religiones y de las iglesias que realmente son avasalladoras y con expresiones de mucho control contra nosotras, las mujeres. En Abya Yala estamos viviendo torturas por la presencia de estructuras criminales en los territorios, redes del narco, de prostitución y trata, de tráfico de órganos, y eso hay que darlo a conocer, pero no de forma aislada. Hay que denunciarlos para que no hayan jóvenas que caigan en estas estructuras, y para que podamos desmantelar estas redes, con nuestra fuerza, nuestro poder, nuestra lucha territorial, pero acuerpadas, no arriesgando nuestras vidas. Que no haya más asesinatos. Sanas, vivas, libres, intensas, alegres, amorosas nos queremos.