Permitiéndose dudar de aquella observación tan anticuada como repetida que indica conveniente sugerir antes que mostrar, las ilustraciones eróticas de Horacio Abdalá Zarzur para su proyecto Horno hacen zoom y condensan el foco sobre detalles del jugar sexual entre hombres que, bajo su mirada y pulso, ganan protagonismo y se vuelven perlas de estimulación. En rigor, se muestra mucho de algo y poco de todo, es decir, se trabaja a partir de una mayoría sugerida y un atisbo de claridad; pero eso que se ve, así de breve, es muchas veces un epicentro carnal. En sus ilustraciones se frotan pezones, se entreveran líquidos preseminales, las lenguas se saludan de a varias. Como luces led que parpadean en lilas y rosados, estos fragmentos dan cuenta tanto de fantasías y experiencias del autor como de fotogramas de sus videos porno preferidos. “Uso primeros planos para sugerir más que mostrar, aunque muestro bastante. Y hay dibujos que son más sugestivos y otros, más explícitos, porque me gusta jugar con ese límite”.
Economiza recursos porque sabe que la efectividad de su obra se potencia al concentrar la atención en esas zonas exactas que reproduce. “Hice el primer boceto en el laburo, hace diez meses más o menos. Yo no dibujaba erotismo ni porno, ni tampoco en un estilo así de minimalista. Fue un cuadradito con una escena de penetración, que hice con dos curvas porque quería que se resuma en sus detalles mínimos”. A medida que avanzaba en el ritmo decidió armar Horno, que nombró como un guiño a la palabra “porno” pero antecedida por su propia inicial. Además de reunir imágenes en un tumblr, extendió la producción a stickers y posters y la atención de la gente se multiplicó por otras latitudes, desde las que le hacen llegar fotos y desnudos que le sirvan de material. “Ya me dijeron que se han calentado viendo algunas de las imágenes, chicas y chicos, y me motiva mucho generar esa aunque sea mínima calentura”.
Hace tres meses encontró una nueva faceta en la versión menos hardcore y más sensible, Soft Horno, que se concentra en hombres peludos a los besos y en situaciones intencionadamente naif. Podría decirse que algunas de las escenas que componen el imaginario de Soft Horno son, también, eventuales pasos previos a aquellas que aparecen en su versión hermana y explícita. “Empecé con Soft Horno porque con el otro proyecto sentía una descarga de libido automática pero me quedaba con la necesidad de mostrar otra parte que no tiene que ver con lo sexual. El estilo es otro, no hay primeros planos, y dibujo osos porque soy cazador. Me gustaba la idea de mostrar a una persona expuesta, mostrando su parte sensible de hombre en un cuerpo gigante de oso, y eso que hasta que empecé con Horno me costaba mucho trabajo dibujar hombres. Hay una mezcla que me gusta mucho que es entre sexy y sentimentaloide”.