Tal vez coincida usted, deudólar deudolatrado de esta columna, con mi apreciación ya no escéptica, sino directamente pesimista o claramente patapufetaria (diría Biondi) de la coyuntura, pero mucho me temo que estamos hechos Bolso.
Y digo Bolso, y no Bolsa, porque la diferencia alfabética en este caso no es nimia. Ni genérica. Ni caprichosa.
Uno está “hecho bolsa” con minúscula, cuando está muy cansado, deprimido, angustiado, o ambas calamidades a la vez.
Hecho Bolsa, en cambio, con B mayúscula, es cuando todo lo que una sociedad puede haber soñado y proyectado depende del más alocado, febril y egocéntrico capricho mercantil, cuando un país se vuelve Ceocéntrico.
Eso es peor que “egocéntrico” porque encima se trata de un ego con poder de hacer subir o bajar el valor de las acciones, sentimientos y pensamientos de sus semejantes, a quienes no ve, justamente, como semejantes sino inferiores, eso en el optimista caso en que al menos los y las vea.
Pero ¿“Hechos Bolso”? Ah…. ¡Agarrate Catalina que vamos a derrapar!
- Estamos “Hechos Bolso” cuando creemos que quien prometió hacernos mal, y es absolutamente creíble en ese sentido, va a hacernos bien por efecto de alguna especie de milagro, semejante quizás al bíblico Diluvio de Inversiones (con el Arca cada vez más vacía), o a “la Luz al Final del Túnel”.
- Estamos “Hechos Bolso” cuando suponemos que alguien que dijo odiar a mujeres, afrodescendientes, gays, izquierdistas, ONG, periodistas, y más o menos a todo ser pensante pisante de su territorio, se va a detener a preguntarnos si lo somos o no, antes de incluirnos entre sus reprimidos, excluidos, encarcelados o peor.
- Estamos “Hechos Bolso” cuando le adjudicamos la rectitud, la justicia y “el bien” a quien pudo trasgredir impunemente vaya uno a saber cuántas leyes al votar por la destitución de una presidente democráticamente electa brindando a la salud de quien la torturó y celebrando la muerte.
- Estamos “Hechos Bolso” cuando anteponemos el discurso sobre la corrupción a la miseria planificada, y no entendemos que los mayores corruptos son quienes tienen el poder, y lo ejercen, para torcer la ley y poder quedarse “legalmente” con todo.
- Estamos “Hechos Bolso” si les creemos más a los medios hegemónicos que a nuestro propio estómago, corazón o pulmones.
- Estamos “Hechos Bolso” si sostenemos que en las elecciones vota Dios (a través de sus representantes) y no las personas, intentando, valga el tema, utilizar al menos una vez algo que se parezca al libre albedrio.
- Estamos “Hechos Bolso” si suponemos que cuando los ricos y famosos, quizás súper exitosos la hora de ejercer sus profesiones, o de hacernos creer que lo son pero si tuvieron que prestarse a la propaganda electoral por algo será, nos aconsejan por quien votar, es para ayudarnos a que lleguemos a ser como ellos, y no para , justamente, mantenernos abajo y evitar posibles mezclas.
- Estamos “Hechos Bolso” si imaginamos que votar a uno que solamente quiere a los blancos rubios de ojos celestes, nos va a volver blancos rubios de ojos celestes, y en un extraño caso de ósmosis electoral aspiracional.
- Estamos “Hechos Bolso” si creemos que para dejar de ser pobres lo mejor es que nos excluyan. De esta manera es posible que dejemos de ser… eso sí.
- Estamos “Hechos Bolso” si se nos ocurre que una mezcla de racismo y neoliberalismo económico es un divertido experimento, un Frankenstein que no se va a volver, como todo monstruo de ficción que se precie de tal, contra su creador.
- Estamos “Hechos Bolso” si creemos que a Drácula no le gusta nuestro tipo de sangre, en vez de pensar que, si no nos muerde al principio, es solamente porque nos dejó para el postre.
- Estamos “Hechos Bolso” si pensamos que el Mal es “malo pero controlable”.
- Estamos “Hechos Bolso” se refraneamos: “Mal de muchos, consuelo de clase media”.
- Estamos “Hechos Bolso” si creemos que estar a un país de distancia es suficiente protección. Una especie de “Eu, aryentino!”.
Se viene el ballotage en Brasil, ahí nos vamos a enterar, querida deudora, cuán “Hechos Bolso” estamos.
Más allá de las encuestas, mi estómago, que no suele fallarme en cálculos políticos, me dice que mucho más de lo humanamente saludable.
Ojalá me equivoque.
@humoristarudy