“Este proyecto personal se centra en los futbolistas que han jugado para el mismo equipo durante toda su carrera. Es algo que rara vez sucede, pero cuando ocurre el jugador está atado para siempre al club, y el club está atado para siempre al jugador”. Con tan sucinta y exacta explicación, define el diseñador e ilustrador inglés Dave Will su recientísima propuesta: One Man Club. En tiempos de pases millonarios, el hombre decide rendir sentido tributo a “deportistas tal leales que han acabado por convertirse en sinónimo de su equipo”, y lo hace con sencilla idea: recreando las archiconocidas insignias de distintos clubes, de los que mantiene el logo pero reemplaza el texto con el nombre y apellido del jugador. Un giro simple pero efectivo al momento de celebrar a grandes nombres del balompié que dedicaron su trayectoria toda a ensalzar a sus colores de mil amores. Así, en la selección de Will –artista con residencia en Liverpool que a menudo labura con clientes como la cadena televisiva brit BT Sport, la firma de pilcha deportiva Nike, Everton FC o Inter Milan–, aparecen personajes que no necesitan introducción. El nombre de Francesco Totti, legendario capitán de la Associazione Sportiva Roma, queda merecidamente inscripto en el logo de la institución a la que dedicó su vida; el de Carles Puyol, mítico defensor del F. C. Barcelona, hace lo propio con el símbolo azulgrana. Gary Neville deviene Manchester United, club donde pasó cerca de dos décadas, alzando 27 títulos en el ínterin. Sepp Maier queda tallado en el logo del Bayern Munich, team del que se despidió en 1980. Otros elegidos y vanagloriados: Giampiero Boniperti, de Juventus; Paul Lake, de Manchester City; Paulo Maldini, de AC Milan; y así.