Herencia de familia
En el último abril, después de 32 largos años, cerró la tintorería de la familia Yafuso en Villa Crespo. La fachada permaneció intacta y unos meses después los vecinos empezaron a ver movimiento en el local. Un miércoles de fines de septiembre la luz se volvió a encender y la intriga se disolvió de la mejor manera: Tintorería Yafuso ahora es un restaurante, un boliche de sushi y pescados a la parrilla cocinados al estilo japonés, donde sigue trabajando la misma familia que supo estar a cargo de planchas y lavados.
“Volví de Italia con la idea de pedirle el local a mi papá y él enseguida me dijo que sí”, cuenta Fabián, cocinero de 37 años y quien, como sus dos hermanos, se dio cuenta pronto que no seguiría los pasos de su padre. A los 16 comenzó de bachero en el restaurante de un primo y tiempo después se fue a trabajar a Europa.
El salón es pequeño y tiene un aura envolvente: es apenas una barra en L con diez lugares, que hace recordar a un capítulo de Tokio Stories, la serie gastronómica que se puede ver en Netflix. De fondo se ve la parrilla, sobre la que se ahuman algunas cabezas de pescado que se usan para elaborar su versión del dashi, uno de los caldos base de la cocina nipona. En una esquina subsiste una vieja plancha. “Nosotros crecimos acá, volvíamos del colegio y papá nos ponía al lado de la plancha a hacer la tarea”, recuerda.
Lo mejor es dejarse llevar por las sugerencias de Fabián y maravillarse ante su técnica de corte del pescado. Lo más probable es que sugiera algunos mariscos a la parrilla para comenzar (calamar, pulpitos, jibias, $350 la porción) y luego alguna pesca fresquísima que consigue a diario en el Barrio Chino (entre $350 y $450) o un combinado de sushi ($420 las diez piezas) para los que puede usar, por ejemplo, lisa, lenguado, sepia o trucha (a olvidarse del salmón).
Con una gran historia como mito inaugural, los Yafuso cambiaron de rubro y defienden su lugar en el barrio. Ojalá duren tantos años como cuando fueron tintoreros.
Tintorería Yafuso queda en Juan Ramírez de Velasco 399. Horario de atención: lunes a domingos, de 20 al cierre.
Kiosco pizzero
Desde el nombre, Pony Pizza se hace cargo de su propuesta: el local es tamaño pocket y está ubicado en un escenario inusual: el pasaje que da sobre las vías de la estación Belgrano C, un terreno todavía poblado por parrillitas modestas, negocios de chucherías o de ropa de segunda mano. En la única ventana de despacho (porque eso es lo que es Pony Pizza, un kiosco de pizza al paso) se lo ve sonriente y servicial a Clemente Cancela, uno de los socios con los que cuenta este original proyecto que abrió la persiana hace apenas un par de semanas, luego de hacer algunas noches sueltas de pre-apertura.
“Queríamos hacer algo bueno con la pizza. Una masa rica masa, que no cayera pesada. Y usar los mejores ingredientes”, dice quien es también el conductor radial de Gente Sexy, hoy emitido por su propia plataforma on line. Para llegar al resultado anhelado, cuenta, hicieron “mil pruebas”. Cambiaron masamadre por levadura, buscaron tomates de la mendocina Finca Isis y embutidos de Las Dinas. Esas son algunas de las pistas que van revelando el secreto de esta pizza que ya cuenta con un buen número de fans haciendo cola en la vereda, donde hay unos banquitos para amenizar la espera o comer in situ. El horno, en tanto, que infla los bordes con esas irresistibles burbujas de queso crocante, combina gas y electricidad.
En el menú –por ahora– solo hay cuatro variedades. La Muzza ($190) trae queso rallado gratinado, albahaca y un pesto ligero por arriba que le da un toque distintivo. La Blanca ($190), es de muzzarella, sardo, cebolla colorada y ciboulette; la Roja (sin queso, opción ideal para veganos) y, finalmente, la PP-Roni ($220), el hit de la casa, con pepperoni y gremolata de perejil, ajo y limón. El tamaño midi (cuatro porciones grandes) puede ser individual o para compartir, según el caso y el hambre, mientras se bebe una cerveza o vino de la casa.
Está claro: Pony Pizza es un lugar chico en tamaño, pero grande en personalidad.
Pony Pizza queda en Echeverría 1677, local 15. Horario de atención: miércoles a viernes, de 19 a 23; sábados, de 13 a 17.
Abierto las 24 horas
Dicen que es el lugar al que los venezolanos acuden cuando sienten mucha nostalgia por su tierra. Está abierto las 24 horas, todos los días de todas las semanas, así que eso puede suceder en cualquier momento. “El otro día vino uno que me pidió solo sentarse un rato, no compró nada; pero el solo hecho de estar entre venezolanos, escuchar el acento, lo hizo sentir mejor”, cuenta Yan, una de las encargadas.
A primera vista, Ven-Arg puede pasar por un maxikiosco bien puesto y provisto, pero no muy distinto a otros que pululan por la ciudad. Sin embargo, desde que abrió en una esquina de Balvanera –el 18 de enero de este año– se convirtió en un enclave de expatriados, “el kiosco más chévere de Buenos Aires”, como dicen. Una de las razones son sus imponentes sánguches y perros calientes, capaces de curar cualquier malestar.
Aviso: hay que ir dispuesto a enchastrarse. “A nosotros nos gusta así, cuanto más salsa y cuanto más ensucie, mejor”, dice Yan, que es abogada, nació en la Isla Margarita y una noche soñó que tenía que venirse a la Argentina. En el perro caliente ($80) la salchicha viene envuelta en un pan tibiecito, que se cubre con cebolla picada, una ensalada de zanahoria y repollo, papas pay y varias salsas, entre las que destaca una de ajo y maíz. Luego están las hamburguesas al estilo venezolano (bien contundentes) y los enormes pepitos (entre $225 y $250) que se pueden compartir: se trata de un sánguche de carne, pollo y chorizo en pan francés, también con varios toppings y salsas. Ven-Arg, además, es un buen lugar para conseguir varios productos importados: desde la harina pan para hacer arepas hasta chifles, bebidas Malta o Colita, papelón e incluso la famosa torta tres leches.
Además de la comunidad venezolana, cada vez más locales se dejan tentar por la exuberancia de su comida rápida. Porciones generosas, buenos precios, ambiente cero glamoroso pero muy amigable. Y las puertas siempre abiertas. ¿Qué más se puede pedir?
Ven-Arg queda en Lavalle 1999. Horario de atención: todos los días, 24 horas.