Al menos 11 personas murieron y otras seis resultaron heridas ayer, luego de que un hombre abriera fuego en una sinagoga en Pittsburgh, en el estado de Pensilvania. Después de encerrarse en el tercer piso del templo Arbol de la Vida y herir a cuatro policías, el autor de los disparos, identificado como Robert D. Bowers, fue detenido. A los pocos minutos el presidente Donald Trump condenó el tiroteo y anunció que no será tolerante con el antisemitismo. “Cualquiera que haga algo como esto a personas inocentes en un templo o en una iglesia, realmente debería sufrir ese castigo final”, consideró Trump invocando la pena de muerte. El tiroteo masivo se produjo a solo diez días de las elecciones legislativas de mitad de término y en una semana marcada por el envío de cartas bombas a opositores del republicano.
Los medios locales de Pensilvania informaron que el tirador entró a la sinagoga profiriendo insultos antisemitas mientras los presentes celebraban el nacimiento de un bebé. El director de seguridad pública de Pittsburgh, Wendell D. Hissrich, informó que las autoridades comenzaron a recibir llamadas cerca de las diez de la mañana y de inmediato enviaron a oficiales de seguridad. La policía acordonó el edificio que estaba rodeado de patrulleros, ambulancias y un equipo de seguridad. Hissrich especificó que entre los muertos no hubo niños. “Es una escena del crimen muy horrible”, dijo Hissrich y agregó que las autoridades federales están investigando el tiroteo en masa como un crimen de odio. “Es uno de los peores que he visto, y he estado en algunos accidentes aéreos. Es muy malo”, afirmó. El director nacional de la Liga Antidifamación (ADL), Jonathan Greenblatt, coincidió con la lectura del funcionario: “es probablemente el ataque más mortífero contra la comunidad judía en la historia de Estados Unidos y con seguridad desde 2014” dice el comunicado de la ADL. El de ayer fue el tercer atentado en un espacio religioso en los últimos tres años: en 2017, un hombre armado mató a 26 personas en una iglesia en Sutherland Springs, Texas y un año antes, nueve personas fueron asesinadas en una iglesia en Carolina del Sur. Squirrel Hill, el barrio del atentado, alberga a un cuarto de todas familias judías del área. Según un estudio de a Universidad de Brandeis, más del 80 por ciento de los vecinos, dijeron estar preocupados por el aumento del antisemitismo.
El atentado que esta siendo investigado como un crimen de odio, generó rechazos internacionales al instante. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, expresó su pesar y solidaridad con Estados Unidos y aseguró que estaba consternado por el ataque. “Todo el pueblo de Israel llora junto a las familias de los muertos”, dijo Netanyahu en un mensaje audiovisual. “Estamos junto a la comunidad judía de Pittsburgh. Estamos con el pueblo estadounidense frente a esta horrenda brutalidad antisemita”. En tanto, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, denunció que fue un ataque antisemita horrible, mientras su ministra de Relaciones Exteriores, Chrystia Freeland, llamó a hacer un frente común contra el odio, la intolerancia y la violencia.
Ayer, la red social Gab, que ha sido vinculada con varios usuarios de extrema derecha, comunicó la suspensión de una cuenta que coincidía con el nombre del detenido. Además informó que los mensajes de la red social ya están en manos del FBI. En respuesta al ataque, la policía de Nueva York desplegó armas pesadas en las casas de culto de toda la ciudad.