“Un amigo mío que vino el año pasado me dijo que estaba bueno para los chicos. Yo juego con mi nene los de futbol nada más; mi hija también juega, está ahora con mi señora porque fueron a jugar a uno de realidad virtual”, comenta Diego, que viajó desde San Francisco Solano para el segundo día de la Argentina Game Show, una de las convenciones más grandes de videojuegos en el país.
En esta cuarta edición, la organización Local Strike alcanzó el punto cúspide en la presentación sucesiva de sus eventos. Empezando de una manera endeble y poco recordable en el 2014, escaló rápidamente a ser la convención que presenta al público general la nueva dimensión del mundo gamer. La AGS también satisface al público fanático y asombra con stands grandilocuentes, nuevas ofertas de tecnología en videojuegos y sets impresionantes de competencias amateurs y profesionales. La atmósfera del Centro Costa Salguero se convierte en una experiencia adrenalínica para quienes apenas se adentran al mundillo de lo que antes simplemente se llamaban “jueguitos” y evolucionó en industria del videojuego. Al cruzar las puertas del centro de exposiciones, el participante tiene que estar dispuesto a una experiencia inmersiva: entre pantallas enormes muestran nuevos títulos de videojuegos que aún no están a la venta, una fantasía de simuladores de Realidad Virtual y en medio de todo un muy real Lamborghini SV Diablo –que claro está para publicitar el juego de carreras Asphalt (de la empresa Gameloft).
Hay algo anacrónico en una megaconvención que presenta gadgets de nicho y competencias de deportes electrónicos cuando en el mercado general no se publicitan productos tan simples como sillas hechas para “gamers” (muebles ergonómicos para aquellos que pasan muchas horas en las computadoras), placas y procesadores que permiten correr los últimos juegos o elementos tan simples como teclados con luces personalizables. Existen contados espacios que hablan y explican de manera simple de qué se trata algo tan natural como la tecnología que nos acompaña. Un usuario poco especializado suele sentirse agobiado ante las alternativas que se necesitan para ensamblar una computadora, pero es posible echarle la culpa a la poca difusión a la industria multimillonaria del videojuego.
Cuando el participante entra a la Argentina Game Show, se convierte inmediatamente en tecnonauta. La dinámica de esta edición permite que los participantes disfrutan de un helado mientras miran partidos del Counter Strike y del otro lado, un stand del équipo de futbol de Argentinos Juniors, anuncia su liga de deportes electrónicos. En el escenario principal se suben casi una decena de chicos que comparten un código en común: saber imitar los bailes del exitoso Fortnite. Los personajes famosos de videojuegos caminan por ahí esperando entrar al concurso de Cosplay (la disciplina de la personificación de personajes de distintos juegos) y a la gente no le parece anormal hacer una fila de dos horas para jugar a los lanzamientos exclusivos de Nintendo, Playstation, Xbox, entre muchos otros.
Pero no sólo el público hace al ambiente ecléctico: este año participará Anjali Bhimani (la voz original de Symmetra, del famoso deporte electrónico Overwatch) y Troy Baker (voz original de Samuel Drake, del juego de aventuras Uncharted y The Joker en Batman: Arkham Origins). La gente puede participar de charlas con Pablo Toscano, Director técnico de animación del Assassin’s Creed Odyssey y preguntarle en directo de lo que se trata trabajar en empresas como Ubisoft, una compañía internacional de lanzamientos de primera línea.
Ya son sesenta las marcas que se reunieron para ser parte del show y realmente llenan un centro de convenciones que en las primeras ediciones quedaba demasiado grande. Walter Costabel, el dueño de la organización, sonríe bajo el sol mientras comenta que espera superar los 30 mil participantes en tres días. “La opinión de la gente vamos a sentirla por las redes sociales; como organización estamos teniendo muy lindo contenido en el escenario principal, es un honor tener la arena del Fortnite con más de 100 estaciones por primera vez en Latinoamérica. Vemos que la gente sale contenta, feliz, porque se vive una experiencia única. Después te pone contento ver la cantidad de gente que nos acompaña y soporta largas filas para jugar e ingresar y se anima a quedarse todo el día”.
Al fondo se escuchan sonidos de bombos y gente gritando de alegría. Uno de los torneos de deportes electrónicos acaba de empezar y algún equipo anotó su primer punto. Entre todas las competencias, los premios no llega por poco al medio millón de pesos. En este universo, los deportes son virtuales y los jugadores tienen un sistema de entrenamiento riguroso. “Siempre es medio raro explicar un e-sport a otras personas. Mucha gente no entiende de dónde salen nuestros seguidores, pero la mayoría comenzó a percibirlo como algo bueno, que uno pueda jugar y dedicarse al título que le gusta. Es lo mismo que profesionalizarse a un deporte”, dice Gonzalo Banzas (Goncho, en la escena de los e-sports) y es jugador del equipo GoodFellas además de Streamer (una persona que transmite en directo de lo que está jugando). Es cierto que el boom de los Streamers y Youtubers tiene un poco preocupado a los padres, pero en el ambiente de videojuegos competitivos siempre se intenta dejar las actitudes tóxicas afuera: “Los padres que vienen a estos eventos vienen a pedir una foto para sus hijos. Intento siempre tener una imagen positiva, porque me gustaría que si el hijo me está viendo a través de una pantalla por internet, que también entienda que soy una persona respetuosa, educada”, explica Goncho.
El mundo de la Argentina Game Show queda helado tras un corte inesperado y total de luz, dejando cientos de partidas sin terminar y varios torneos en busca de una definición. La gente mira desconcertada a pantallas que no le pueden responder. Esta dimensión tecnológica, dependiente de la electricidad, sucumbe ante el silencio. Pero muy pronto, vuelve a comenzar una hinchada: los stands empiezan sus sorteos, la gente llena el espacio con la emoción y se sigue sacando fotos con sus personajes favoritos personificados en carne viva. La electricidad eventualmente vuelve, pero jamás menguó el fanatismo que provocan los videojuegos. La virtualidad demuestra ser un mundo que puede ser compartido por familias y amigos, un lugar de encuentro donde todos son jugadores y un espacio de oportunidades infinitas.