Las mujeres taxistas de Rosario se sienten discriminadas por la mayoría masculina del gremio. Apuntan contra las cámaras históricas de los titulares –Atti y Catiltar– y contra el Sindicato de Peones de Taxi, e incluyen en el reproche a las autoridades municipales, dos de las cuales –las máximas- son mujeres: la intendenta Mónica Fein y la secretario de Movilidad, Mónica Alvarado. Acusan ser blanco de violencia de género porque las excluyen de los espacios de debate sobre el funcionamiento de la actividad. Así lo plantearon en ayer desde la Cámara de Mujeres Taxistas de Rosario, y lo explicó su presidenta, Natalia Gaitán, a Rosario/12. “Me han dicho que callada soy más bonita”, reveló.
“En varias ocasiones intentamos participar de las discusiones sobre asuntos del rubro, pero siempre nos excluyen, no nos dejan agremiar. Simplemente no nos dejan participar. Puedo ir como titular de taxi, pero no como presidenta de la Cámara, pese a que tenemos personería jurídica hace un año”. Entre propietarias de licencias y choferes, se tiene que hay unas 400 mujeres que conducen taxis en Rosario, el 10 por ciento del total de unidades habilitadas en el sistema.
La cámara de mujeres obtuvo el año pasado la personería jurídica nº 518. “Y a pesar de eso, nos dejan afuera, como en la última reunión con (el ministro de Seguridad, Maximiliano) Pullaro, o en el Concejo. Podría ir pero a quedarme callada, y ni hablar con la prensa. Me han dicho que tengo que aprender a actuar, que no soy lo que ellos esperan para dejarme entrar a su círculo. Deben referirse a venderme a la municipalidad. Claro, eso no lo haré nunca. La intendenta nunca nos reconoció. Es un círculo cerrado entre el socialismo, Catiltar, Atti y el Sindicato”, apretó Gaitán, y reconoció su cercanía con la ex concejala radical Daniela León, hoy en Cambiemos, por haber sido impulsora de la Cámara de Mujeres Taxistas.
En su comunicado de ayer, la cámara femenina denunció exclusión de las negociaciones sobre tarifa, condiciones de seguridad “por el solo hecho de ser mujeres”. “Violencia de género es la discriminación, desvalorización y subordinación a la que nos someten”, plantearon.
El movimiento femenino de las trabajadoras del taxi se institucionalizó el año pasado, y ganó visibilidad en abril, luego de que una taxista sufriera una agresión y amenazas por parte de colegas varones que se arrogan el dominio de la parada de la terminal de ómnibus.
“Nos quieren hacer invisibles, ocultarnos, porque estábamos en contra del aumento de la tarifa, porque creemos que hay otras posibilidades antes que seguirle tocando el bolsillo a la gente. Por plantear eso nos excluyeron. Al final, nos dieron un 11 por ciento de aumento y no nos sirve a los titulares que tenemos un solo auto, porque el GNC subió 45%. A un flotista le puede servir porque trabaja con otros números, en otra escala, pero a nosotros nos sube los seguros, impuestos, la radio. El aumento lo pide el SPT y las empresas de radiollamada, porque así ganan más plata”, aventuró la representante de las taxistas.
Ellas consideran que hay medidas alternativas por tomar antes que incrementar la tarifa, todas de índole corporativa: “Juntarnos los 12 mil choferes y pedir combustible subsidiado, contratar una sola aseguradora, establecer una sola unidad de taxi para que todos podamos renovar, hacer valer lo que significamos como clientes, como contribuyentes”, repasó Gaitán. “Fuimos con esa propuesta y nos dejaron afuera”, acotó.