PáginaI12 En Brasil
Desde Brasilia
Con menos de 24 horas como presidente electo Jair Bolsonaro indicó cual será el rumbo de su política exterior orientada al estrechamiento de las relaciones con Estados Unidos en clave militar. Luego de más de dos años de indiferencia diplomática hacia Michel Temer, Donald Trump dialogó prontamente con el futuro gobernante sobre la necesidad profundizar los vínculos a partir del “comercio y la defensa”.
Ese temario probablemente comenzó a ser sondeado hace dos meses cuando el secretario de Defensa James Mattis realizó una gira por Brasilia donde fue recibido por su par, el general Joaquim Luna e Silva, y Río de Janeiro, donde expuso ante altos mandos castrenses en la Escuela Superior de Guerra. Mattis trajo como una de sus prioridades contar con el apoyo de las Fuerzas Armadas brasileñas en la estrategia del cerco sobre Venezuela. Poco antes había aterrizado en Brasilia el vicepresidente Mike Pence, quien recomendó más “dureza” frente al país caribeño tras lo cual viajó a la Amazonia donde recorrió un albergue de inmigrantes venezolanos.
El primer diálogo entre Trump y Bolsonaro ofrece pistas sobre el posible giro en las prioridades estratégicas del gigante latinoamericano que podría abandonar su tradición de agente moderador en los conflictos regionales para devenir un factor de tensión.
Desde mediados de la década de 1980 cuando los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney iniciaron la desmilitarizaron y desnuclearizaron de la agenda bilateral, Brasil se comportó, en general, como patrocinador de la distensión en América del Sur. Un papel que se acentuó durante los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva cuya influencia sofocó una intentona golpista contra Evo Morales y contribuyó a mitigar los chispazos entre el mandatario colombiano Alvaro Uribe y su colega venezolano Hugo Chávez.
Este cambio aparentemente radical de las prioridades propuesto por Bolsonaro es hijo del bloque de poder cívico-militar surgido de las elecciones del domingo. En el staff de la futura administración tendrán influencia el próximo vicepresidente, general Hamilton Mourao y el ya anunciado ministro de Defensa, general Augusto Heleno, un conocedor de asuntos geopolíticos que fue comandante militar de la Amazonia.
Estos cambios implican recortar el poder del Ministerio de Relaciones Exteriores reconocido por el prestigio de sus cuadros diplomáticos. Frecuentemente Bolsonaro manifestó su intención de hacer correcciones en el Palacio Itamaraty al que considera dominado por grupos que se conducen con una “tendencia ideológica”.
En la mañana de ayer el futuro ministro de la Casa Civil, Onix Lorenzoni, informó que la primera gira internacional del presidente entrante incluirá a Chile, Estados Unidos e Israel. Ese itinerario rompe con la tradición de los flamantes gobernantes de visitar Buenos Aires, como gesto hacia el principal socio político regional. La elección de Chile no está exenta de simbolismo ya que Bolsonaro siempre cultivó admiración por Augusto Pinochet: en 2006 envió un mensaje de condolencias por el fallecimiento del dictador y recientemente recibió al senador Jose Antonio Kast. El dirigente pinochetista auguró que con el capitán retirado del Ejército en el poder Chile y Brasil podrán derrota “definitivamente a la izquierda regional”.
Con la aproximación al neopinochetismo se busca configurar una identidad internacional brasileña en los moldes de la “derecha alternativa”, que es como se llama a sí misma la nueva ultraderecha. Fóbica de las minorías raciales, sexuales y de toda forma de progresismo esta corriente tiene como uno de sus inspiradores al norteamericano Steve Bannon.
En su primer discurso tras la victoria en el ballottage sobre Fernando Haddad, el exmilitar prometió no dejar rastro de “comunismo, populismo y extremismos de izquierda”.
Ayer Steve Bannon, responsable de la campaña de Trump en 2016, dio una entrevista al diario Folha en la que destacó las virtudes de Bolsonaro al que ya había mencionado como uno de los posibles referentes del “Movimiento”, una corriente de líderes de extrema derecha global que aún no tiene un representante destacado en la región. “Declaré mi apoyo a Bolsonaro porque representa el patriotismo y el liderazgo en un momento en que América del Sur pasa por un momento muy difícil”, sostuvo Bannon.