“No sirve armar una protección tan grande del trabajador que finalmente haga que no sea rentable la explotación económica. Eso a la larga condiciona el crecimiento de la economía. Hay que plantear con toda claridad cuáles son las necesidades del empleador.” Esta fue la carta de presentación de Javier González Fraga como flamante presidente del Banco Nación. Después fue más al grano: “Cualquier estímulo al consumo genera inflación”, dijo y recomendó no comprar electrodomésticos porque “es todo importado”, para el agrado de las empresas nacionales del rubro. Prometió que el Banco Nación se enfocará en la oferta de créditos hipotecarios que permitan acceder a la vivienda con cuotas similares a los alquileres.

 

 

El consumo privado representa el 74 por ciento de la economía argentina. Ese número por sí sólo refleja la centralidad de la variación del poder adquisitivo de los trabajadores en la dinámica económica local. Mientras el país deambula en un escenario de fuerte incertidumbre que paraliza decisiones de consumo e inversión y mantiene planchada la actividad económica en un nivel inferior al alcanzado en años previos, González Fraga bajó aún más la temperatura del freezer. Es patente la floja temporada turística en la Costa Atlántica, que se combina con el ruego de las pymes al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, para que estire los plazos de la moratoria fiscal y así frene por un tiempo su derrape patrimonial. Pero el Gobierno, amante de las “señales a los mercados”, quiere instalar que el consumo, gran motor del crecimiento económico, tendrá que esperar.

En su debut como presidente del Banco Nación, González Fraga fue más explícito que varios de sus colegas del gabinete económico. En tres entrevistas radiales dejó entrever que el aumento del consumo no invita al empresario a aumentar la producción para vender más sino necesariamente a la suba de precios. En cambio, la falta de inversión no vendría dada por las flojas expectativas de venta sino porque las empresas ganan poca plata.

“No hay que considerar que modernización equivale a una flexibilización que perjudique conquistas de los trabajadores. Pero hay que facilitar el crecimiento del empleo. No sirve armar una protección tan grande del trabajador que haga que finalmente no sea rentable la explotación económica. Eso a la larga condiciona el crecimiento. Hay que plantear con toda claridad cuáles son la necesidades del empleador”, dijo. Aclaró que “la política no pasa por la baja del salario sino por el aumento de la productividad para justificar aumentos de salarios. El ausentismo, por ejemplo, no le hace bien a nadie, eso no es de derecha ni de izquierda”.

“Hay que pagar salarios que sean sustentables en el tiempo, ya que cuando se regala dinero por algún mecanismo de gasto público financiado por inflación, es todo irreal”, evaluó González Fraga, en línea con su descripción del acceso de los trabajadores a los plasmas, celulares y viajes al exterior como parte de una anormalidad. El economista dijo estar “preocupado por la falta de reacción de la inversión. Hay que darle impulso porque es lo que va a poner a la economía en funcionamiento. Hay que convencer a los empresarios que es el momento de invertir”, enfatizó.

A González Fraga le va a costar convencer a los empresarios del rubro de línea blanca, ya que a su criterio, “cualquier estímulo al consumo genera inflación. En consecuencia, no hay que adorar por ejemplo la compra de electrodomésticos, que es todo material importado”. Al flamante presidente del Banco Nación no lo deben escuchar complacidos empresarios y trabajadores de firmas como Bambi, Gafa/Electrolux, Briket o SIAM, que producen esos artículos en el país. En 2016, mientras efectivamente el consumo de electrodomésticos se redujo por la caída del salario real, aumentó la importación. La consultora Radar reveló que entre enero y octubre la importación de lavarropas aumentó en un 111 por ciento, mientras que el ingreso de partes para la elaboración local de ese producto cayó 20 por ciento. La importación de heladeras subió un 200 por ciento al tiempo que los componentes para la producción local bajaron 40 por ciento, lo que evidencia un incipiente proceso de desindustrialización.

González Fraga anticipó que buscará concentrar el crédito en inversión, vivienda y economías regionales. “Hay que multiplicar por cinco al menos el crédito hipotecario. Quiero un país de propietarios. Con lo que hoy en día se paga un alquiler se debería poder conseguir un crédito”, señaló. 

El nuevo titular del BNA pronosticó que “este va a ser un año de dar vuelta el tema, ya los últimos meses empezó un tímido crecimiento del empleo. Podemos discutir si la reactivación será del 2, 3 o 4 por ciento, pero lo importante es que se va a crecer”. Incluso incursionó en un terreno desconocido hasta ahora para los economistas de Cambiemos: “El índice de inflación está sobreestimando la inflación real. Hay muchas promociones en las cuales comprás tres y pagas sólo dos y eso no aparece en el índice. También hay descuento en la compra de autos, por ejemplo. Estoy convencido de que la inflación real ha sido menor que la del Indec” y arriesgó que “los aumentos de tarifas no son inflación, solamente que antes te lo regalaban y ahora no”.