El partido de vuelta tuvo la particularidad de que mantuvo el desarrollo similar de lo que ocurrió la semana pasada en Núñez. River fue el equipo que buscó e intentó avanzar hacia el campo rival, y los brasileños esperaron en su terreno especulando con la ventaja en el resultado. La intención clara del conjunto visitante era encontrar el desnivel por los costados, utilizando todo el ancho de la cancha. Palacios y Quintero eran los que tenían mayor contacto con la pelota, y a partir de ellos se encontraban los espacios para poder arribar con riesgo al área de Grohe. El chico Palacios era el más activo, y a través de un tiro de media distancia de él apareció la primera aproximación para River.
La actitud de Gremio fue totalmente avara, se plantó decidido cerca de su área y le entregó la pelota a su rival. El protagonismo era de River, que con el control de la iniciativa era el que mejor estaba haciendo las cosas. Con Ponzio como volante de marca, controlando el terreno en esa zona de la cancha, el equipo llegaba con frecuencia al sector de definición, y lo único que le faltaba era tener mayor precisión en el último pase. Pratto era el que se movía dentro del área para recibir los envíos desde los costados, pero el ex Vélez no lograba conectar en el lugar acertado.
Los laterales de River, Montiel y Casco, acompañaban con criterio cada uno por su franja, y se sumaban alternativamente al circuito ofensivo. Ellos también fueron los que probaron al arco aunque siempre encontraron bien ubicado al arquero local. Precisamente, Grohe utilizaba el recurso de hacer tiempo en cada intervención que era rozado por un jugador de River.
El momento de River no hacía pensar que Gremio, a través del contrataque, podía profundizar hacia el área de Armani, pero por intermedio de una acción detenida llegó lo inesperado. Un tiro de esquina desde la derecha ejecutado mal por Gremio, provocó que de un rebote la pelota le quedara a Gomes en la puerta del área, éste remató cruzado y un desvío en el camino descolocó a Armani para transformarse en el primer gol del partido.
Cuando sucedió esa acción, River ya no contaba con el capitán Ponzio, que le dejó su lugar a Enzo Pérez por una lesión muscular. River, a pesar de estar en desventaja, siguió con su postura audaz, y fue convirtiendo lentamente en figura a Marcelo Grohe.
River decidió el ingreso de Gonzalo Martínez en el segundo tiempo, en lugar de Fernández, que no tuvo una buena noche. Con el ex Huracán, la intención era la de afinar el último toque para tratar de llegar al empate. Los minutos fueron pasando y River iba perdiendo claridad para encontrar el desnivel. Scocco también estaba en la cancha para ubicar más gente dentro del área, pero el dominio inicial del principio ya no era igual. Inclusive, Gremio comenzó a aprovechar para provocar la pérdida de tiempo ante cada situación que podía, y eso provocó la desesperación de los hombres de River.
Las variantes que necesitaba River para revertir la situación no aparecían, y la posibilidad de convertir goles era cada vez más complicada. Con garra, con desprolijidada, con entusiasmo, pero sin el fútbol del comienzo, River intentaba la hazaña para poder clasificar.
Desde afuera, el técnico Matías Biscay daba indicaciones pero no lograba encaminar el desorden general de los jugadores, que corrían hacia adelante con el reloj como mayor obstáculo. El gol de Borré volvió a encender una luz que parecía apagada. El colombiano cabeceó cruzado luego de un tiro libre, y Grohe no pudo responder en esta oportunidad. Cuando ya no había tiempo, un penal por mano de Bressan desató el escándalo entre los jugadores locales con el árbitro, y Martínez fue el que le dio a River finalmente el gol que necesitaba para una noche heroica.