Hasta ahora el principal motivo por el cual el gobierno de Mauricio Macri no se cayó y está evitando formalmente entrar en default es la ayuda del FMI. ¿Por qué el Fondo está prestando el dinero? Por dos motivos que se refuerzan entre sí: por un lado, porque cree que con el panorama actual el gobierno de Macri es el mejor aliado que puede tener en el país y entonces debe cuidarlo, sumando un segundo motivo, ya que si éste no estuviera la Argentina podría retornar a la senda del “populismo”.
Pero hay otras explicaciones para entender lo que realmente está pasando. De aquí en adelante todo el dinero que preste el organismo únicamente podrá usarse para el pago de deuda. Ni un solo dólar podrá tener como fin defender el valor de la divisa ni evitar nuevas corridas cambiarias. Es decir, los recursos no se darán ni para estabilizar la economía ni para impedir nuevas devaluaciones o tampoco que haya nuevos recortes del gasto. El bienestar no es una preocupación del FMI. Además, el dinero ya no será más “precautorio” sino de uso efectivo, dando por hecho que tendrá que usarse.
Entre noviembre de 2018 y diciembre de 2019 vencen cerca de 83 mil millones de dólares de deuda, cuando el Fondo sólo prestará 36 mil millones (13 mil millones en 2018 y los otros 23 mil millones en 2019). Con lo cual, sólo se podría cubrir menos de la mitad de esa deuda. La otra parte se espera que el gobierno la pueda refinanciar en la plaza local. Hacia adelante, es decir, para el próximo gobierno que asuma a fin de 2019, habrá una montaña de vencimientos impagables que presagian que el default es inevitable.
La estrategia del Fondo apunta así a otros dos objetivos menos explicitados. Uno es el de darle más tiempo de salida a los capitales que todavía no se retiraron del país. Esto es algo típico del FMI: sus intervenciones apuntan a provocar los procedimientos que se denominan “aterrizajes lentos”, que básicamente se remiten a “ordenar las estampidas”, los cuales se contraponen con los estallidos o desmoronamientos bruscos. La crisis argentina se de- senvolvió de manera intempestiva y muy rápida, lo que evitó que muchos capitales pudieran estar lo suficientemente protegidos, absorbiendo importantes pérdidas con las sucesivas devaluaciones que existieron este año. Esto además incluye a los países vecinos: ahora una caída de Argentina no arrastrará a los socios de la región porque están contando con tiempo para desengancharse.
Finalmente, otro de los objetivos es más drástico: canjear la denominada “deuda tóxica” por “deuda limpia”. La deuda que está por vencer es deuda expuesta virtualmente a un default. Con el dinero del Fondo esa deuda será canjeada lentamente de deuda contraída en los mercados abiertos (bajo la forma de letras y bonos), a deuda contraída con el FMI. Con ello, el país en vez de deber, por ejemplo, dinero en letes en manos de un inversor, le deberá ese dinero al FMI, organismo al cual prácticamente es imposible dejar de pagarle, porque significaría romper con las grandes potencias. O sea, este “canje” permitirá que el país quede preso así de las políticas del FMI para someterlo en la miseria y en el neoliberalismo más allá de que eventualmente pudiera triunfar electoralmente el populismo. Como le pasó a Grecia. Como busca que nos pase a nosotros. Esa es la estrategia de fondo.
* Economista. Doctor en Ciencias Sociales.