Sr. Woman no tiene geografía. Ni género, historia o conciencia de su devenir. Es un personaje que se niega a sí mismo y fluye subiéndose a los aviones para viajar por la estratósfera a la caza de historias, transformarlas en thrillers y encontrar un puñado de chicas que los protagonicen en un ejercicio de búsqueda de sentido sobre una existencia y un tiempo que se desdobla sobre sí mismo y sobre el escenario, que convierte al teatro en una duplicación especular, una puesta en deseado abismo entre los personajes, las canciones y la pantalla cinematográfica. Atrás, un lienzo gigante que proyecta las ambiciones y estados mentales y físicos de sus protagonistas. Adelante, una azafata toca los sintetizadores, una “argenchina” anarquista enfundada en látex sodomiza una máquina de percusión electrónica y en el medio de ellas, Sr. Woman canta a coro las canciones que proyectan sus propias vidas, pasados y futuros, en un presente que recién comienza y del cual no se puede tener dimensión alguna acerca de dónde acabará. Entre pastillas y ensueños, cambios de planes y thrillers que devienen documentales de la propia conciencia de la creación mezclada con la realidad, los amores fluidos se suceden en las luces de la pantalla grande mezclados con las canciones synth-pop, ácidas y experimentales, que el trío ejecuta en vivo con una precisión inmejorable, en un diálogo entre el cuerpo, la voz y la imagen que evoca a los hermosos conciertos de la enorme Laurie Anderson.
Girando alrededor de relucientes dildos, cueros brillantes, Google Earth, máscaras, lesbianas anarquistas que roban motos para destruirlas contra la Gran Muralla China y azafatas que transforman un viaje a Londres en una experiencia sexo-lisérgica, la nueva obra escrita, interpretada y dirigida por Marianela Portillo del Rayo inaugura sobre las tablas una experiencia teatral extraña, sensorial, cargada de sentidos desviados y encaminados hacia una dimensión aun mayor que conduce al público, como su propia autora lo declara, a superficcionalizar el destino de sus personajes, hasta ubicarlos en un extremo tal en el que la imaginación se supera a sí misma y se desborda sobre las butacas. Palpitando el segundo capítulo de la trilogía, que será protagonizado por Tai Ling, su imaginario BDSM, motoquero, fetichista y las chicas anarquistas que la acompañan en sus asaltos, Sr. Woman, junto a Carla Crespo y Guillermina Etkin, continuará su camino desde las tablas elevándose hacia un cosmos y caos misterioso, trazando un doble juego de negación de las propias identidades que, a partir de su destrucción, crea nuevos modos de autopercibirse y existir, ya listos para ser nuevamente deconstruidos en un proceso aparentemente interminable, pero de pronta entrega. l
Viernes 2 y sábado 3 de noviembre a las 21.30 en el Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551.