Miedos y violencias son motivos frecuentes de consulta al psicoanalista que trabaja con niños y adolescentes. Por tal motivo este año la Jornada Anual de ERINDA (Espacio Rosarino de Investigación del Niño en el Discurso Analítico) versará sobre “Miedos y violencias ¿Cómo responde el sujeto?” y la llevaremos a cabo el 10 de noviembre próximo desde las 8:30, en Urquiza 2217. Nos acompañará la psicoanalista Angélica Marchesini (AE) de la EOL y AMP.
J-A Miller en "Los miedos de los niños" afirma que “el miedo es un afecto patético", afecto que puede ser tomado bajo la acepción de algo que denota gran angustia o padecimiento, capaz de conmover profundamente y agitar el ánimo con violencia. Cada uno tiene su especificidad, pero ambos toman al cuerpo, uno con agitación, huida y el otro como efecto de que la represión no ha funcionado.
Podríamos suponer que el niño de hoy no sufre en su educación de figuras amenazantes como el cuco, el diablo, la solapa, etc. que venían a cumplir desde lo imaginario la división entre lo bueno y lo malo, a poner ciertos límites. Casi como el padre imaginario que dice no, o en otros casos eran la expresión de un superyó tirano y feroz con su ley caprichosa. Sin embargo los niños siguen sintiendo miedo y esto suele ser motivo de consulta a un analista, donde también solemos encontrarnos cada vez más con los miedos de los padres desorientados y angustiados por no tener una respuesta o porque sus soluciones no alcanzan.
Es así que padres, maestros, profesionales y medios hablan mucho de los chicos violentos, tiranos, impacientes, que no reconocen ninguna autoridad, que son impulsivos y no pueden parar. Esa violencia vuelve a veces sobre su propio cuerpo, con cortes o puede llegar incluso al suicidio. Parecen pequeños monstruos que no se dejan educar. No se someten a la ley. Estos niños asustan e impotentizan al adulto. Es para nosotros una tarea tratar de ubicar lo que desencadena la violencia para poder despegarla del sujeto. Encontramos que a menudo su fuente no está en un menos que implique una frustración, sino en un exceso que produce angustia.
Nos interesa desplegar las diferentes respuestas del sujeto ante estas intrusiones que lo dejan sin recursos o desamparado. La referencia a la estructura clínica nos permitirá una orientación. El hecho de que hoy el objeto ‘a’ esté en el cenit y que el Ideal no tenga la operatividad de la época en que lo simbólico le daba más herramientas al sujeto para armar algo con respecto al goce, muchas veces deslocalizado, hace que nos encontremos con una variedad de presentaciones que interrogan al psicoanalista. Trataremos de explorar los nuevos anudamientos que se inventan entre los cuerpos hablantes y la cosa violenta como con la angustia, con la cual se las tienen que arreglar en los tiempos de la infancia y la adolescencia.
*Organizadoras. Miembros EOL y AMP.