La caída en la producción de libros y en las ventas, el cierre de las librerías y las dificultades en la cadena de pago, condensadas en el informe que difundió esta semana la Cámara Argentina del Libro (CAL), preocupa por las consecuencias en el mediano y largo plazo. Ningún país se suicida –al menos hasta ahora, el suicidio es monopolio exclusivo de las personas–, pero lo que se destruye cuesta mucho esfuerzo recuperar. El escritor Enzo Maqueira plantea que se está perdiendo “todo lo que se había construido con el boom de las editoriales independientes en los últimos años”. El autor de Electrónica y Hágase usted mismo analiza esta construcción que cada vez peligra más. “Después de 2001, por la concentración editorial de los años 90 y la importación indiscriminada de libros, era muy difícil para un escritor publicar. Un escritor joven era un escritor que tenía más de 40 años. Y solo podías publicar si ganabas algún premio que te abriera las puertas de las grandes editoriales, que no solían estar demasiado abiertas; llegaba mucho material de afuera, había mucha competencia desleal que venía de España y había muy pocas editoriales independientes que daban espacio a autores nuevos; era un espacio muy chiquito”, recuerda el escritor.
Maqueira (Buenos Aires, 1977) cuenta que se salió de esa encrucijada gracias a las editoriales independientes, la autogestión, la Feria del Libro Independiente y Alternativo (FLIA). “A veces nos preguntamos qué fue primero, si el boom de las editoriales independientes o los escritores que empezaron a salir por todas partes. Creo que una cosa fue potenciando a la otra. En las primeras FLIA me acuerdo de que había fotocopias y tapas dibujadas a mano, y ahora tenemos la Feria de Editores, que es como su sucesora, con ediciones súper profesionales. Ese boom de editoriales independientes les abrió las puertas a muchos autores. Ser joven hoy en la literatura no es tener 40 años como antes, es tener 20 o 25 –compara el escritor en diálogo con PáginaI12–. Se abrió una multiplicidad de voces y de autores que acompañaron en gran medida los procesos políticos que vivimos y se dio mucha visibilidad, una visibilidad que fue favorecida por las redes sociales”. Integrante de la Unión de Escritoras y Escritores, un colectivo que ya cumplió un año de existencia, Maqueira precisa que muchos escritores son “hijos del boom de las editoriales independientes y del uso de las redes sociales como forma de promocionarse y encontrar lectores”.
“También fuimos hijos de las políticas públicas destinadas a favorecer la distribución de los libros, la publicación de autores argentinos y latinoamericanos, y la proliferación de eventos y proyectos en los que estábamos presentes”, agrega Maqueira. “El informe de la CAL demuestra que los primeros que pierden son los autores que todavía no publicaron, que se van a ver otra vez ante el desafío de conseguir una editorial en un contexto en el cual las editoriales no pueden afrontar el pago de papel, la cadena de pago está interrumpida y las librerías cierran. Hay mucha literatura que no vamos a conocer o que nos va a costar mucho conocer por culpa de esta situación. A quienes ya publicamos o tenemos cierto lugar, nos limita muchísimo y terminamos siendo más presas del mercado de lo que deberíamos ser”, lamenta el escritor y alerta sobre una pelea pendiente que será cada vez más complicada. “Como somos un engranaje muy relegado de la producción editorial, todas las reivindicaciones y los reclamos que tenemos, desde la Unión de Escritoras y Escritores, respecto a cómo se nos trata en el mercado editorial, el poco dinero que recibimos cuando lo recibimos, se vuelven más inalcanzables, como pedir una jubilación digna para los escritores. Hace mucho tiempo que queremos pelear por más del 10 por ciento que recibimos por el precio de tapa de nuestros libros. Hace mucho que estamos peleando para poder ser considerados trabajadores, poder tributar y pagar jubilación. Ahora es el peor contexto para estas demandas. Me parece que se está deshaciendo lo hermoso que significó el apogeo de las editoriales independientes, y todas las autoras y los autores que salimos de ahí. Creo que vamos hacia otro escenario que ya conocimos, en el que las voces jóvenes serán pocas y el mercado nos impondrá autores extranjeros en una posición de dominación cultural y económica, que sin duda debilita nuestra literatura, debilita nuestra cultura y nos debilita como trabajadores”.
Carlos Díaz, director editorial de Siglo XXI, subraya que el informe de la CAL refleja lo que está pasando en el sector del libro. “Entre todos estamos siendo mínimamente solidarios para que no nos lleve puestos la crisis. Entonces aguantamos a las librerías que te pagan como pueden; los imprenteros nos aguantan a nosotros, que le pagamos como podemos; los autores también nos aguantan que no les estamos pagando tan bien como nos gustaría, y entre todos ponemos el hombro y comprensión para que la cosa salga adelante”, reconoce Díaz. “En algún momento, la crisis va a pasar, porque los países nunca se suicidan y la industria editorial no va a desaparecer. El asunto es que llevamos tres años de caídas acumuladas muy significativas, no caídas menores como en otros sectores que también vienen cayendo, pero en proporciones mucho más pequeñas. Nosotros venimos de una caída muy brutal, no hay perspectiva de que esto mejore; la percepción sobre cómo va a ser el 2019 es una calamidad”. El editor de Siglo XXI traza el cuadro de situación de lo que quedará luego de esta crisis. “Creo que vamos a encontrar a un sector debilitado, con mucho menos músculo para desarrollarse, un sector donde las pequeñas editoriales y las pequeñas librerías habrán sufrido más. Esto va a terminar favoreciendo la concentración editorial, que de por sí ya es brutal, en dos grandes grupos que se van a recuperar con mayor facilidad y van a volver a ocupar un espacio central en la escena. La diversidad de editoriales y también de librerías se verá afectada cuando todo esto quede atrás y nos vamos a encontrar una trama menos diversa, menos rica, menos plural, menos heterogénea, y por lo tanto menos interesante. Me angustia y desespera el presente, pero está todo dicho. Me preocupa un poco más el mediano plazo, qué hacemos cuando todo esto pase y empecemos a juntar los pedazos, con qué nos vamos a encontrar. A este gobierno no le interesamos en lo más mínimo –afirma Díaz–. Tenemos que esperar a ver si el gobierno que venga en 2019 pondrá un ojo en la industria editorial para ayudar a que se reconstruya, o si vamos a seguir igual, llevados por la corriente de la crisis y a la deriva”.