- Contra Palmeiras Boca jugó mejor de lo que lo venía haciendo. Hizo un buen planteo, con dos wines bien abiertos y no renunció al ataque como si lo hizo Gremio contra River. Tuvo varias figuras destacadas (Rossi, Izquierdoz, Abila, Benedetto) y un mejor funcionamiento colectivo que en cualquiera de sus partidos de la Superliga. Pero no debería creérsela demasiado. Su rendimiento tiene mucho que ver con la necesidad de Palmeiras de ir a buscar goles a lo loco (no le quedaba otra) que lo quebró a en dos para regocijo y beneplácito de Pablo Pérez quien, con espacio, mostró todo su repertorio. Los partidos contra River van a ser distintos. Pérez va a tener un hombre encima y eso disminuirá su capacidad creativa.
- River consiguió una hazaña en Porto Alegre y llega un poco más entonado a la definición. Ante Gremio alcanzó el triunfo medio de milagro en el momento en que parecía entregado, envuelto en la maraña de su rival, pero antes de eso, en el primer tiempo había jugado muy bien y merecía irse al descanso ganando y no perdiendo, como ocurrió. Tiene una ventaja contra Boca: le ganó con cierta facilidad en el último enfrentamiento en la Superliga y más aun en el partido de la Supercopa. Y eso pesa, aunque no garantiza nada. Tampoco le garantizan nada a Boca sus mejores antecedentes coperos. Son dos clásicos, son dos finales y puede pasar cualquier cosa.
- Nueve de cada diez hinchas de Boca y nueve de cada diez hinchas de River no quieren este doble enfrentamiento con el clásico rival. Preferían jugar una final contra un cuadro brasileño. Los de River porque no soportan la idea de una vuelta olímpica de Boca en el Monumental. Los de Boca porque saben que otro mano a mano perdido, provocará cataratas de “gastadas” que harán olvidar por mucho tiempo el descenso de River.
- La idea de desear que le vaya mal al otro, antes que pensar en que le vaya bien a uno (de eso se trata el punto anterior; hubo muchísimos argentinos fanas de Palmeiras y Gremio en los últimos días) es producto de estos tiempos de salvajes grietas futboleras que ubican al odio por encima del amor. Hace ya mucho tiempo que el fútbol argentino está impregnado de ese veneno porque se ha inoculado la cultura del aguante, potenciada por los medios, fabricantes de aprendices de barrabravas.
- Circula una corriente en las redes sociales que impulsa el pedido al secretario de Medios Hernán Lombardi para que los dos partidos que deben jugar Boca y River (un caso extraordinario, único en la historia del fútbol nacional) sean emitidos por la televisión pública. El gobierno, que suele mirar para otro lado con cualquier reclamo popular, es probable que en este caso dada la tremenda repercusión que tomará el hecho en los próximos días tome debida nota y acceda al reclamo.
- La Conmebol no se expidió sobre el absurdo reclamo de Gremio para que le den por ganado el partido por la desobediencia de Marcelo Gallardo a la sanción que le habían impuesto, impidiéndole el contacto con los jugadores. De hecho en sus comunicados oficiales, la Conmebol hace referencia a que el primera partido se jugará en la cancha de Boca, pero no dice nada del segundo encuentro. Se supone que prevalecerá la cordura, se evitará el papelón y el escándalo y el reclamo de los gaúchos no prosperará.
- ¿Hay alguna posibilidad de que los dos partidos se jueguen en un terreno neutral, en la cancha de Racing por ejemplo? ¿No sería extraordinario que pudieran estar presentes las dos hinchadas? ¿No será maravilloso que ese acontecimiento único y seguramente irrepetible sea una verdadera fiesta popular y que, como ocurrió en tiempos no tan remotos, los vencidos aplaudan a los vencedores? La respuesta a las ingenuas y bienintencionadas preguntas ya se sabe, lamentablemente.
- Habrá que prepararse para que el Boca-River tape todos los temas de cualquier agenda. Lo que se viene es un aluvión de notas, comentarios y análisis que mandarán a segundo y tercer plano las cuestiones graves que ocurren en el país y terminarán por hartarnos. A esta nota le caben las generales de la ley.
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