Súbitos textos, de una asombrosa osadía, de una fulgurante hermosura, toman un sentido, un lugar y una temporalidad en la inteligencia cordial, en el logos del sentimiento, en el seno de taller. 

 

  1. El sabio 

Cuentan que un sabio, de aquellos que no se visualizan detrás del espejo, se pierde a la vuelta de la esquina en busca de sus saberes ya olvidados. Hombre corpulento con cara de saberlo todo, se muestra ante el mundo amable, comprensivo, inteligente, voraz, creíble. Implacable. Dicen, también, que sabe regalar espejos de colores envueltos en papel madera.

Capaz de esconderse detrás de su elocuencia, el sabio escribe mentiras con tinta china sobre universos recatados de palabras.

Algunos pocos desconfiados, sospechosos, prevenidos, dudan de su dialéctica y su retórica. Dicen que el sabio desconoce la ignorancia, algo temible para alguien que dice ser un sabio.

Seres cercanos y lejanos van en búsqueda de sus enseñanzas y aprendizajes ignorando sus propios saberes. Entonces, el sabio, abusando de su arrogancia, sin tropezar para no caer, sin ser capaz de ver las cualidades terrenales, camina sin prisa por las calles, ocultando en solitario su cuerpo dejando secar al sol, el alma, a la espera de un ignorante que desconozca su saber y busque algún que otro sabio.

(Soledad Podestá, Taller de Monstruos y Otras Maravillas, Rosario).

Cada vez que instauramos en el taller una nueva pertenencia semántica, fundamos una producción de sentido y propiciamos el acrecentamiento de las significaciones.

 

  1. Los gigantes

Ni amigos ni enemigos, así es nuestra cofradía.

Mis hermanos son como los gigantes ausentes y como los caballos azules e inmóviles, que soportan el peso y la fragilidad al mismo tiempo y con el mismo espíritu.

Nuestra época parece remota, con gestos silenciosos pero alucinados de risas en medio de jardines.

Uno amasa el pan, otro la existencia, otro une pequeños imperios en su mente.

Ni amigos ni enemigos, acariciamos siempre una misma mariposa.

(Silvia Mathieu, Taller de Flores Diversas, San Nicolás)

El taller es en sí mismo un universo dinamizado por el juego de atracciones y de opuestos, de intersecciones e interacciones entre la subjetividad creadora y el texto modélico.

 

 

  1. Apología de tu destreza

Llegaste cuando el oráculo había muerto

intacto como el que eras antes;

pensé en tus manos

y una de ellas

como un cuerno sin cabeza

surgió en mi sueños,

milagrosa espada sin tiempo,

ciprés filoso y tupido.

Ninguno de los dos tendrá memoria,

deberías nombrarla:

rayo, corazón, poema.

(María Victoria Marín, Taller de Flores Diversas, San Nicolás)

 

El taller descubre la propia voz, problematiza la propia voz del escritor, la acompasa con el ritmo cultural de su época y le abre nuevas posibilidades de expresión.

 

  1. Sueño de una lágrima

Rueda por la mejilla, se desliza por su cuello y alcanza al busto. Más allá de eso, no. Sólo se esconde o tal vez se fusione de nuevo con los poros de la piel y regrese detrás de los ojos, o más aún, cerca del corazón que duele, por si las necesitan de nuevo.

Ella sueña que es más bella, más querida, más bienvenida. Se sabe necesaria, pero anhela algo más, ser deseada con todas las fuerzas. Por eso insiste en volver, una y otra vez. Se queda por ahí, inadvertida, expectante, sola.

Algún día se animará y seguirá rodando, por la pierna, por el pie, por los adoquines brillosos, por la calle en bajada.

Tal vez alguna vez conozca el río.

Y se sienta más acompañada.

(María Silvia Corone, Taller de Monstruos y otras Maravillas, Rosario)

Visto así, el taller ofrece a cada escritor la posibilidad de elevar su propia escritura ejercitándola, aceptando el desafío de las propuestas de invención.

 

  1. Verosímil

Ayer supe que la muerte no existe, es sólo apariencia, ciencia ficción: arte.

Mi nena me abrazó y en secreto me pidió que me quede con ella hasta después del sueño y más, para siempre. Nos miramos refregando la humedad que nos provoca pensarlo. Después, después respiré el aroma a caramelo de su cuello y me volví inmortal.

(María Cecilia Rivarola, Taller de Monstruos y otras Maravillas, Rosario)

Cuando escribimos, somos llevados por el lenguaje hacia el lenguaje, y en este viaje, los sentidos desdoblados desdoblan las referencias.

 

  1. La cuestión de ser o no

Quizás, el escritor encontró la muerte escribiendo ese libro que tanto anhelaba y su alma se encarnó en sus escritos, tomando  vida propia.

Su calavera seca siguió dictando nuevas ideas a unas manos que se engendraron en un libro roído por el tiempo y  escribieron  con una pluma que generaba palabras mágicas. Así, el gran dramaturgo inglés, encerrado eternamente en su alma encarnada,  pudo decir, al fin, como Hamlet, “To be or not to be. That it’s the question”. (Marcela Bianchimán, Taller de Flores Diversas, San Nicolás)

La realidad, puede advenir como profecía, como registro, como gesto, pero en el taller es colocada en el horizonte de tensión del lenguaje. Y nace la lectura, y nace el texto.

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