Destilar es el producto de uno de los tantos años de descanso que La Vela Puerca quiso darse y no pudo. La idea era grabarlo en marzo y publicarlo en junio, pero el Mundial de Rusia obligó a adelantar todos los planes. Así, entraron al estudio en enero y en mayo salió el disco que presentarán hoy en Club Ciudad (Av. del Libertador 7501). La banda uruguaya vuelve a la carga después de su gira por los 20 años y el disco más DVD Festejar para sobrevivir que registró esa rotación mundial.
“Después de tocar y grabar sin pausa desde que comenzamos, estuvimos tres años planeando un sabático sin darnos cuenta que justo iba a caer cuando cumplíamos veinte años. No podíamos obviar eso, así que hicimos una gira de siete meses. Y luego el disco y DVD en vivo que también tuvimos que presentar”, explica el Enano Teysera, uno de los Sebastianes a la voz de La Vela. El otro, Cebolla Cebreiro, completa: “Decidimos descansar a fines del año pasado, planeando sacar un disco a mediados de este, pero nos pusieron el cuco del Mundial como algo que paraba todo. Postergarlo implicaba presentarlo recién en 2019, para lo cual faltaba como un año y medio. “Enano, yo envejezco de pensar eso”, le dije. Ahí nos cayó la ficha, así que hicimos el esfuerzo de grabarlo”.
De las sesiones adelantadas y repartidas entre Traslasierra y La Pedrera quedó un disco frenético y visceral en donde la primera impresión fue la que contó: el poco tiempo a disposición obligó a confiar más en el talento venal y la capacidad de repentización que en las regrabaciones y la búsqueda obsesiva del detalle. Si hasta el nombre fue elegido de arrebato. “Estábamos todos tan sumergidos en la necesidad de hacer canciones y grabarlas que no teníamos tiempo para poner a debatirnos por el nombre del disco. Pero, al mismo tiempo, eso me hizo vernos a nosotros como un alambique trabajando para destilar temas. Lo tiré y todos me dijeron: ‘sí, dale, no me rompas las bolas y dejame seguir con las canciones’, jaja”, sonríe el Enano. “Tampoco es que teníamos para discutir ocho nombres distintos. ¡Y menos mal!”, se alivia Cebolla. “En Piel y hueso hubo meses de tremendos debates sobre varios opciones, y de hecho al principio se había impuesto otra, que era Conducta animal, o algo por el estilo. Horas y horas discutiendo en la sala, en las giras, ¡incluso en Alemania! Una cosa de locos”.
Sin una idea ordenadora ni un productor que armonizara las diferencias, la banda que completan el Mandril Lieutier en bajo, Santiago Butler y Rafael Di Bello en guitarras, José Canedo en batería, Diego Méndez en teclado, Coli Quijano en saco y Alejandro Piccone en trompeta se subordinó a un autoequilibrio que podría haber salido muy mal. Pero no: “Procuramos explotar la simpleza de las canciones sin tanta vuelta, logrando que fueran al frente con mucha frescura. Fue una manera muy lúdica de grabar”, sostiene Cebreiro. Una vertiginosidad que recuerda inevitablemente a los primeros discos de La Vela. “La asociación con Deskarado, De bichos y flores y A contraluz es inevitable: no hay un concepto sino que cada tema significa un universo en sí mismo, aunque tienen un sello de la banda”, opina Teysera.
–El primer corte es “La Nube”, que critica los malos hábitos de las redes . ¿Cómo se llevan con ese instrumento importante de difusión?
Cebolla Cebreiro: –Uno no reniega de las redes sociales. En mi caso no entiendo esa forma de relación, aunque es una posición que tiene que ver con lo personal. La crítica es al mal uso y sus derivaciones. Como, por ejemplo, la obsesión por la búsqueda de la aprobación constante. Como en un capítulo de Black Mirror donde la gente accede a cosas según los likes o los views. También veo muchas cobardías desde el anonimato. El despotrique sin propuesta, la violencia.
Enano Teysera: –Hay mucho enojo a primera vista. La primera reacción es despotricar, incluso sin saber de qué se habla. Acaba de pasar en Uruguay con una escultura de Artigas intervenida en impresiones 3D que la dejaban llena de colores como la bandera de la diversidad sexual. Lo acusaron de estar haciendo una movida a favor de la Ley Trans que se aprobó hace unos días y el tipo tuvo que salir a decir que eso ya era de 2004. Por supuesto que hubiese estado buenísimo si era de ese modo, pero lo cierto es que nada que ver. Lo liquidaron y en ese universo, cuando las cosas se desparraman en el pensamiento colectivo, no hay fe de erratas.
–También tienen que lidiar con cuentas apócrifas con sus nombres y sus fotos. ¿No es alienante eso?
C. C.: –Al principio me rompía las pelotas y tenía rabias tremendas. Una vez, mis hermanos que viven en España mandaron fotos personales a una de esas cuentas creyendo que era mía. Después otros conocidos intentaron comunicarse conmigo a través de esas vías. Entiendo que no lo hacen desde un lado de maldad, pero el hecho de que genere confusiones me generó molestia. Finalmente decidí soltar: es lo que es.
E. T.: –A mí me pasó algo así con mi vieja. Un día me llama enojada: no le había contestado en Facebook. “Mamá, no tengo Facebook”, le dije. “¿Cómo que no tenés Facebook? Si está tu foto ahí... y no me contestaste”, dijo. Le terminé mandando un mensaje al loco que manejaba esa cuenta: “Todo bien, sé que no bardeaste, pero me estás complicando la existencia. ¡Mi vieja está enojada conmigo por tu culpa!”.
–“De Rojo y Negro” registra reclamos de género que también atraviesan al rock. ¿Cómo observan estos procesos?
C. C.: –La canción alude a los femicidios, pero no intenta ser abanderada ni panfletaria. Por supuesto que esta historia de revolución feminista está muy bien. Yo me crié en una casa con una madre soltera, no en una patriarcal, pero sí me crié en una sociedad machista que también me influyó como persona. Se están pidiendo cosas justas, aunque toda esta cosa de la megainformación hace que en algunos momentos se transforme en un “ustedes” y “nosotros” que para mí no tiene que ser así. Cuando baje esta ola de tergiversaciones perdurarán los debate lógicos.
–Avanza la derecha en Argentina, Chile, ahora Brasil. Uruguay parece ser el último refugio de dignidad en la región. ¿No temen una invasión de sudamericanos?
E. T.: –Lugar hay. Está todo bien. Eso sí: ¡tienen que adoptar nuestra idiosincrasia y no bardear! Lo cierto es que falta gente, somos tres millones de habitantes en un país que parece chico pero no lo es. Me molesta que digan “el paisito”. ¡No, no: es un país! El tema es que tenemos la mitad de la tierra que Alemania pero treinta veces menos de habitantes que ellos. El mercado, en el buen sentido, es mucha gente con un dinero que lo gasta, lo hace circular.
C. C.: –Necesitamos gente que venga a generar trabajo, no a pedirlo. Aunque seguramente sería al revés. Así y todo: bienvenidos a Uruguay.