Volcado definitivamente a la noble tarea de resumir diversas aristas de su existencia (pasada y presente) en libros, Miguel Cantilo acaba de dar un paso más en la batalla. Se llama Poesía cardinal: publicado por la editorial Autoría, va con prólogo de Miguel Grinberg e ilustraciones de Irene Singer, y consta de una filosa y a la vez cálida mirada personal sobre viajes, intuiciones y convicciones. “El trabajo gira sobre tres ejes clave: el amor, la introspección y los viajes externos e internos. Amor a la vida, al cabo, con todos sus pros y contras”, encuadra el poeta, cantante y guitarrista que fundó Pedro y Pablo hacia fines de la década del sesenta. “Le puse así por el desplazamiento de un ser humano por los cuatro puntos cardinales, con el añadido de un quinto, el del centro, ubicado en el corazón del individuo, que es el lugar al que finalmente llego”, resume Cantilo, en tren de anunciar la presentación del trabajo, que será hoy en la Usina del Arte (Caffarena 1). Allí, Cantilo, junto a sus hijos Anael y Sufián (bajo y teclado) más Pablo Maturana en batería y la dupla Federico Pernigotti-Patricio Prado en guitarras, anudará ambas dimensiones estéticas.   

“La presentación abarcará canciones de distintas épocas pero vinculadas a ciertas temáticas abordadas en poemas de libro. Además de temas de mis últimos discos y alguno anterior, va a haber un anticipo de cinco temas del álbum Día de sol que estoy pronto a publicar”, anuncia el juglar. Además de ello, también está prevista una alternancia entre temas musicales y poemas del libro, que leerá la actriz Victoria Moréteau. “Yo los llamo poemas itinerantes porque son producto de mis viajes”, asegura Cantilo. “En las últimas décadas me dediqué a visitar países que no conocía, a revisitar sitios clave de mi pasado o a descubrir lugares emblemáticos del planeta y de nuestra geografía. No todos pudieron ser captados por el radar poético, claro, pero buena parte de esos puntos de itinerancia me inspiraron textos, como así también las personas que conocí o los hábitos y costumbres de las regiones que visité”, profundiza.   

–¿Cómo completa el trabajo el prólogo de Grinberg?

–Cuando edito algún libro recurro a prologuistas que me merecen un gran respeto por su dedicación a la tarea de transmitir ideas, convicciones o ficciones. En este caso Miguel, además de un admirable defensor del cosmos, es un laborioso cultor de la consciencia, lo que equivale a un enorme ser humano cuyos libros, programas radiales y proyectos siempre han sido una guía de lucidez. El es un colega y compañero de camino por las rutas del rock. Lo elegí porque nadie como un poeta puede entender tan bien lo que otro poeta pretende expresar. 

Otro aspecto del libro es que fue publicado primero en España. Una de las razones es que Miguel formó pareja estable y eso lo tentó a quedarse un rato quieto para componer, escribir y reflexionar. “Sí, una nueva relación me indujo a echar anclas”, refrenda. “Es difícil precisar cuánto de español y cuánto de argentino tiene el libro, porque hay muchos temas que son comunes a ambas culturas. Pero es inocultable mi raigambre porteña y la óptica de un argentino dando vueltas por el mundo. Aquí tengo raíces, allí por ahora sólo anclajes, que quizá con el tiempo puedan transformarse en lazos más profundos”. Como fuere, su anclaje español no solo motivó Poesía cardinal, sino también Día de sol, inminente disco solista del que participaron Luis Salinas, Ariel Roth, Claudio Gabis, Rodolfo Gorosito, Gustavo Gregorio y Fernando Lupano. “Es un trabajo muy amplio”, anticipa el creador de “Catalina Bahía”, en un intento por resumir las quince piezas. 

“Son quince canciones que, como todos nosotros, giran alrededor del sol. Pero no sólo del sol que nos alumbra a diario, sino de la fuente interior de energía luminosa que es como nuestra pila. Somos seres ‘a pila’ y nos nutrimos como las plantas de un sol diario que a veces nublan las preocupaciones, los conflictos, el temor. Sin embargo, cuando nos ponemos la pila, el sol interior brilla con intensidad y nos esclarece. Pero ojo, que nuestra torpeza como seres humanos puede transformar el sol en nuestro verdugo a través del calentamiento global...  toda esta temática es la que se desarrolla en las canciones. Se exponen el amor y la felicidad en la misma vitrina que la corrupción y la amenaza bélica, va mezclada la mirada poética con el lavado de cerebro mediático. Es una visión de nuestros días, en suma”, se explaya.

–¿Primero es la música y después la poesía, o al revés o, en todo caso, cómo funciona este vínculo para vos?

–Son dos vertientes que he venido desarrollando desde muy joven, desde niño. No las uso, me usan. No me propongo ni siquiera establecer un rango de importancia entre ellas. 

–A propósito, ¿qué respuesta dan o pueden dar ambas dimensiones estéticas ante los días aciagos que corren?

–Los días aciagos que corren no me interrogan, simplemente me agotan. No hay respuesta para un mundo ni un país como el que nos toca vivir. Sólo nos queda vivirlo, y para eso tenemos que desarrollar estrategias que no nos amarguen, que no nos terminen destruyendo moralmente, que es un claro objetivo de quienes se benefician con el diseño. Una de sus tácticas siniestras en dividirnos, crear antagonismos, enfrentarnos entre hermanos, vecinos, familiares, polarizando la opinión a través de dicotomías estériles. Creo que hay que sobrevolar la miseria mediática que te obliga a tomar partido en contra de tu amigo, de tu semejante. La única vía es la reflexión, el ejercicio de una consciencia lo más objetiva posible, porque si seguimos la receta del odio y el rencor estamos en el horno. En este sentido, la música y la poesía cumplen un papel central como antídoto.