El falló se demoró mucho más de lo esperado. Que el viernes al mediodía, que 24 horas más tarde, hasta que cerca de las 20 horas de ayer la Conmebol lo dio a conocer oficialmente: River fue ratificado como finalista de la Copa Libertadores y la serie frente a Boca comenzará a jugarse el próximo sábado a las 16 horas en la Bombonera y se definirá el sábado 24, a la misma hora en el Monumental. Al entrenador de River, Marcelo Gallardo, la pena que se le aplicó es mucho más razonable de lo que se había especulado en los últimos días, cuando se llegó a decir que podría ser de cuatro a siete meses de suspensión: serán solo cuatro partidos, en el primero no podrá ni siquiera pisar la cancha de Boca, en los tres siguientes podrá ver a sus dirigidos desde un palco. También hubo una sanción económica para el club, que deberá pagar 50 mil dólares de multa a la Conmebol.
Después días de incertidumbre, y de varias horas de demora, que crisparon los nervios de hinchas propios y ajenos, River recibió de la Conmebol la noticia que esperaba. Que el tribunal de disciplina del ente sudamericano del fútbol le reconociera, por justicia, lo que había logrado por méritos propios el último martes en la de Gremio: su merecido pasaje a la final de la Copa.
El fallo vino acompañado por una sanción a Gallardo, quien con sus actos de indisciplina en dicho encuentro –se comunicó vía handy con sus ayudantes y visitó a sus jugadores en el vestuario durante el entretiempo– despertó la queja oportunista de los brasileños, que ni lentos ni perezosos viajaron a Paraguay para reclamarle a la Conmebol que les diera por ganado el partido y, en consecuencia, los ungiera como finalistas de la Copa. Ni cuatro ni nueve meses, la sanción no fue tan brava como se esperaba; más allá de que no podrá presenciar el partido de ida en La Bombonera y en el Monumental deberá verlo desde un palco e incomunicado con sus dirigidos, tal como establece el artículo 76.1 del reglamento.