Demócratas y republicanos seguían recorriendo ayer Estados Unidos para llamar a votar a sus compatriotas en las elecciones legislativas de mañana, en las que se decidirá como quedará compuesto el Congreso hasta el 2020. La oposición es consciente que la historia de estos comicios suele ser fatal para el partido en el poder, y espera un voto castigo aún más categórico contra el presidente Donald Trump, a quien varios legisladores y candidatos acusan abiertamente de mentir, enterrar el sistema de protección social y dar rienda suelta a la extrema derecha.
Sin embargo, la pelea por el dominio del Capitolio es muy diferente entre las dos cámaras. En la Cámara de Representantes –la Cámara Baja– se renuevan los 435 escaños. Los demócratas deben arrancarles 23 bancas a los republicanos para lograr la mayoría y los sondeos los favorecen a nivel nacional. Una encuesta publicada ayer por el diario The Washington Post le da 50% de intenciones de voto a los demócratas contra 43% para los republicanos. El último sondeo CBS, por su parte, prevé como el escenario más probable una estrecha mayoría demócrata. No obstante, predecir el resultado en los más de sesenta distritos en juego es tarea imposible.En el Senado, donde solo 35 bancas de 100 están en disputa para mandatos de seis años, los republicanos marchan con ventaja, porque las elecciones –azar del calendario– tienen lugar sobre todo en estados conservadores.
Ante este escenario, los demócratas reconocen que la probabilidad de reconquistar la cámara alta es baja. “Es duro”, aseguró Claire McCaskill, senadora demócrata a la reelección por Missouri, un estado que votó por Trump en 2016. Del otro lado del arco político, el senador republicano por el estado de Carolina del Norte, Thom Tillis, dijo muy confiado a Fox News: “No solo vamos a conservar la mayoría, sino que vamos a reforzarla. Será una gran noche”.
Con los resultados de los comicios de mañana –en los que también se eligen 36 gobernaciones–, Estados Unidos podría amanecer el 3 de enero de 2019 con un Congreso dividido entre los dos partidos. Ese escenario es suficiente para meter trabas al jefe del Ejecutivo, que verá su agenda legislativa completamente bloqueada durante los 22 meses previos a la próxima elección presidencial, en noviembre de 2020.
Según Trump, una derrota en la Cámara de Representantes se explicaría por el hecho de que él físicamente no puede hacer campaña con cada candidato. “Sin embargo, puedo ayudar a los senadores, y pienso haberlos ayudado bien, a cinco, seis o siete de entre ellos”, aseguró. De Missouri a Florida, pasando por Montana, Georgia o Tennessee, Trump ha estado en primera línea para instar a quienes votaron por él hace dos años a ir a las urnas.
En el cierre de la campaña, su mensaje, como dijo el sábado, es muy simple: prosperidad y seguridad, vanagloriándose de la salud de la economía y una tasa de desempleo en su nivel más bajo en medio siglo.
Una derrota de los republicanos, advirtió en un mitin en Florida, precipitaría la llegada del socialismo y de hordas de criminales provenientes de América Central. “Impondrán el socialismo. Bienvenidos a Venezuela”, amenazó. “Los demócratas quieren borrar las fronteras y dar más derechos a los clandestinos que a los ciudadanos estadounidenses”, continuó el mandatario. Desde hace varias semanas, el presidente presenta en términos alarmantes las caravanas de miles de migrantes centroamericanos que actualmente atraviesan México camino a Estados Unidos. El inquilino de la Casa Blanca ya ordenó el despliegue de miles de soldados a la frontera, y la cadena Fox News difundió el domingo imágenes de militares instalando alambres de púas.
Del lado opositor, el ex presidente Barack Obama salió en los últimos días de su reserva para movilizar al electorado demócrata. A propósito del discurso anti-inmigración de Trump, Obama denunció como un truco político el plan del mandatario de enviar miles de soldados a la frontera mexicana. En un discurso entusiasta ante una multitud en Miami el fin de semana, el ex presidente dijo que la administración republicana estaba alejando a las valientes tropas de sus familias por un truco político en la frontera. Ayer, Obama estuvo en Indiana y en Chicago, Illinois.
Estas elecciones marcarán, además de un nuevo Congreso, un nuevo récord en dinero gastado: Nunca tanto dinero había sido devorado en una votación de medio mandato, creando una avalancha de anuncios en televisión, radio e internet. En uno u otro bando se gastaron más de 5.000 millones de dólares para influenciar el voto de los estadounidenses, eclipsando en 35 por ciento el anterior récord para unas elecciones de medio mandato, en 2014, según el sitio especializado Opensecrets.org.