“El ensayo de hoy estuvo bien”, asegura Fidel Nadal, frontman de Todos Tus Muertos, tras repasar a lo largo de tres horas el set de canciones que su banda presentará hoy a partir de las 19 en Ciudad Cultura Konex (Sarmiento 3131). “Como venimos de un tour por Estados Unidos y México, hubo algunas semanitas en las que no hicimos nada, y ahora volvimos a juntarnos para este show”. A pesar de que se trata de uno de los regresos más esperados de los últimos tiempos en el rock latinoamericano, la hoy terna que completan el vocalista Pablo Molina y el bajista Félix Gutiérrez apuntó al bajo perfil. “En esta vuelta nos mantenemos más concentrados en hacer cosas que en la promoción”, explica este icono de la contracultura local, en la sala que instaló el grupo en Villa Urquiza, durante una tarde en vilo por la alerta naranja. “Si bien uno quiere que los recitales se difundan, pasamos muchos años sin tocar, de manera que, apenamos volvimos, preferimos basarnos más en los recitales y en las giras”.
Si bien la banda probó una reunión en 2004, que contó con el respaldo de Los Auténticos Decadentes (Jorge Serrano, compositor estrella del combo, participó de la fundación de Todos Tus Muertos), Nadal no fue parte de ella. Y finalmente se vio truncada en 2011 por la muerte de su guitarrista, Horacio “Gamexane” Villafañe. Por eso, la reaparición de uno de los grupos pilares del post punk argentino y del rock mestizo en América latina, con su líder histórico al frente, sorprendió a todos el año pasado. Y también el anuncio de dónde sucedería su primer show: el Teatro La Cúpula de Santiago de Chile, al que le siguió su actuación en el Lollapalooza que se realizó al otro lado de la Cordillera. “Fueron de los primeros que nos llamaron. Aceptamos por una cuestión logística y organizativa. También nos pareció curioso que el regreso fuera allá. Y estuvo bueno”, justifica el artista afroargentino. “En realidad, empezamos esto con la idea de hacer sólo el recital. Pero luego aparecieron más propuestas. Y todavía seguimos...”
–Ustedes sabían que eso podía suceder...
–No sé si lo sabía, pero una de las posibilidades era que sucediera. Y por lo que estoy viendo, es como si siempre estuviera a punto de apagarse y apareciera un recital más. Así que ya veremos en qué deparará la cosa.
–Considerando que recientemente estuvo en el país Pablo Potenzoni, quien fue baterista de la formación más conocida de Todos Tus Muertos (1994-2000), ¿por qué no convocaron para esta vuelta a cualquiera de los otros músicos que pasó por la banda?
–Yo quería que Potenzoni tocara la batería, pero no quiso no venir o no pudo. El vive en Europa y coincidía con sus compromisos. Obviamente, Gamexane no iba a estar. Pero a todos nos hubiera gustado que fuera parte de esta vuelta. Así que probamos a varios guitarristas y el que pensamos que podía ocupar ese lugar tan especial es Ricky, que es un muchacho que toca conmigo hace años (se refiere a Ricardo Sanguinetti, a quien le acompañan en esta nueva reencarnación de la agrupación el tecladista Germán Álvarez y el baterista Damián Domínguez). Todos me decían que ese puesto debía ser para un súper guitarrista y pensé que reemplazar a Gamexane era imposible. Ese sonido lo tenía sólo él y buscar a alguien que lo imitara iba a ser muy triste, porque no lo haría de la forma correcta. Y además el músico tendría una presión extra e innecesaria. Sé que Ricky es fanático del grupo y Todos tus Muertos es mucha emoción, por lo que supuse que a la hora del vivo él sería el que más iba a transmitir, que es lo que necesitamos. Al principio le costó, porque su propio fanatismo le jugó en contra, aunque poco a poco lo fue superando.
–¿Se atrevieron a adaptar sus clásicos a la manera en que sonaría el grupo en esta época?
–Hoy por hoy, la gente espera los temas que ya se sabe y que los toquemos tal cual como están en los discos. Antes, uno quería escuchar al grupo en vivo, no importaba tanto si las canciones eran conocidas o no. Pero, a causa del paso del tiempo, el público varió: están los que vinieron a nuestros primeros recitales, los que estaban en esa época pero no pudieron ir, y los que no habían nacido o eran muy chicos para ir a los shows. Todos están muy expectantes de que volvamos a tocar.
–¿Y qué es lo que más le piden?
–En México, al igual que en el resto de América latina, nuestro trabajo más conocido es Dale aborigen, pero acá existe público que sólo quiere escuchar el repertorio de los dos primeros discos. Así que tocamos temas de todos nuestros álbumes.
–Además de su aproximación al reggae y a la religión rastafari, una de las razones por la que dejó la banda fue por las diferencias entre sus integrantes. ¿Pensó en eso al momento de tomar la decisión de volver a Todos Tus Muertos?
–Las diferencias de opiniones y las asperezas fueron también las que formaron la banda. Pero eso lo empecé a notar ahora. En la época, no me daba cuenta. Discutía por aquello, por lo otro y por lo que estaba más allá. Somos gente muy inquieta, tenemos mucha actividad y queremos que nuestras ideas se lleven a cabo. Así que, cuando nos ponemos a decidir sobre cualquier cosa, siempre aparecen estas divergencias. Esto es un hecho. Aunque, al momento de definir qué se va a hacer, se llega a un consenso. Con el diario del lunes, también entendí que eso es lo que le inyecta fuerza al show en vivo de la banda. Por más desacuerdos que tengamos, hacemos lo que debemos hacer. Durante muchos años, fuimos a lugares a los que nadie se atrevía y además lo hicimos de forma autoproducida. Y seguimos acá. Así que las diferencias son las que nos mantienen vivos. Eso a la gente le interesa y creo que llegó a formar parte del estilo musical de Todos Tus Muertos, por lo que es imposible que no suceda.
–Después de que se alejó de la banda, se dedicó a redimir el folklore jamaiquino. ¿Cómo fue para usted reencontrarse con su costado más punk y visceral?
–Fue algo natural. Luego de quince años de no cantar esas canciones, al volver a hacerlo se te olvida una que otra parte, pero es algo que tenés en tu archivo, que vos mismo creaste en algún momento de tu vida. Al principio, fue un poquito desempolvar los libros. Sin embargo, una vez que salió, me sorprendió. Es muy interesante para mí como cantante, porque pasó mucho tiempo, y a uno le cambian la voz y la forma de interpretar. Empecé a darme cuenta de eso y fue muy nutritivo. Es una experiencia linda.
–La pregunta apuntaba más bien a la oscuridad que abrazó a los primeros años del grupo. ¿Le provoca algún tipo de déjà vu revisitar esos temas?
–Eso sucedió sobre todo en los primeros ensayos. Volver a cantar “El féretro”, “El espejo”, “Diez segundos de masacre”, “Gente que no”, “Incomunicado” o “El chupadero” me puso la piel de gallina. Fue un momento muy emocionante. Ahí me di cuenta de que eran una parte de mi vida. A pesar de experimentar esa emoción, con los ensayos, los shows y las giras se me hizo cotidiano. Pero noté que las letras de los temas seguían estando vigentes.
–El año próximo se cumplirán tres décadas de la aparición de su primer disco, titulado igual que la banda, y que incluye el tema “No más apartheid”. Si bien en su momento representaba lo que sucedía en Sudáfrica, hoy podría ajustarse a la represión que padecen los mapuches o los qom en la Argentina. ¿Qué opinión le merece esto?
–Habrán evolucionado los celulares, pero no sucedió lo mismo con la sociedad. Los problemas sociales y culturales siguen vigentes, y no sé si hasta no se acrecentaron. Cuando escribí “No más apartheid”, acá nadie sabía de lo que estaba hablando, aunque después todos comenzaron a saber de qué se trataba. En ese momento no había computadoras ni internet, por lo que la información era más escasa y manipulada.
–A propósito de su cancionero, que se caracteriza por su cualidad combativa, rupturista e iconoclasta, ¿cree que el rock argentino actual adolece de contenido y compromiso?
–Siempre fueron malos tiempos para la lírica, como decía la vieja canción. Pero quizá ahora más. Los temas que gustan son los pegadizos y no los que tienen una buena letra. Pero eso siempre existió. Los tiempos cambiaron, incluso la forma de escuchar la música, la profundidad en las creencias y la ideología, y eso se refleja en lo musical. Los artistas se aburguesaron, y de cierta forma eso evidencia lo que está pasando. Pero algo de lo que me di cuenta es que el ADN de Todos Tus Muertos siempre será el mismo. Pese a que los cambios existen y son innegables, la esencia del grupo es lo que nos hace existir. Y eso lo ves en nuestros recitales, a diferencia de los grupos de ahora, cuya impronta y manera de acercarse es diferente.
–¿Qué añora de sus comienzos con Todos tus Muertos que no encuentra en esta época?
–En la segunda mitad de los ‘80 todo era muy diferente. Yo no tenía ni teléfono, usaba el de la vecina. Te enterabas de las cosas gracias al boca en boca, o veías un volante pegado en una columna y anotabas la dirección. Conseguir un disco de la música que vos querías era imposible. Cuando te enterabas quién lo tenía, ibas hasta la casa de esa persona, con un cassette, para que por favor te lo grabara. Y esperabas para ir a buscarlo, y ese día era glorioso. Cada cosa era épica: desde ir a una disquería hasta organizar un recital. Antes, uno valoraba lo que pasaba porque todo era muy difícil. Te las tenías que rebuscar como sea, debías hacer todo vos, no había otra cosa. Había que tener ganas, voluntad y pasión. Y eso te marca mucho.
–Aunque se están tomando con calma esta reunión, ¿saldrá algún disco de estudio con temas nuevos?
–Es parte de lo que estuvimos hablando hoy. Si yo me estoy dedicando a esto, es obvio que quiero grabar un álbum. Cada vez comienza a sonar más fuerte la necesidad de tocar temas nuevos. Es algo que parece inevitable. Pero, por una cosa o por la otra, eso se fue postergando. Tengo mucha intriga por saber qué se plasmará ahí, luego de tanto tiempo, o para dónde apuntará ese trabajo. Lo que me interesa más es eso: ¿o actuamos de nosotros y hacemos un disco réplica de Dale aborigen, o que salga lo que salga? Así que, en definitiva, un disco nuevo hay que hacer.
–Por lo que cuenta, está muy abocado al presente y futuro de Todos Tus Muertos ¿Qué sucederá con su carrera como solista?
–Estoy con mi nuevo disco solista, Tek A Ship (2015), del cual lancé un par de videos, y sigue con todo. Y también hay que hacer un nuevo disco de Lumumba (trío de reggae y dancehall que formó en los 90 junto a su hermano Amílcar y Pablo Molina). No hay que dejarlo caer porque hay muchas cosas pendientes.
–¿Se está reconciliando con su obra?
–Uno se da cuenta de que sí, la misma gente te lo hacer saber. Son canciones que gustaron y llegaron. Y todo eso te hace reflexionar mucho.